CAPÍTULO XVIII: ESTRATEGIA.

9 3 3
                                    

Esperamos unos minutos hasta que todos se fueron, y quedamos únicamente nosotros, vivos, no lo podía creer, pero así era.

Ahora, teníamos que planear un escape.

—¡Eso fue una locura!, ¿qué significa esto?, ¿por qué no nos atacaron? —preguntó Ken.

—¿No me digan que no sabían de esto?, es el truco más viejo desde que comenzó el apocalipsis. Los caminantes no ven, ellos te localizan mediante su oído y sobre todo: Su olfato. Emanas un olor a sangre y carne fresca que sólo ellos pueden detectar, y únicamente se puede camuflar si te bañas de un cadáver, ese cadáver tiene que ser obligatoriamente de un caminante —explicó Neiré—. Hay que actuar con rapidez, el efecto obviamente no es eterno; además, no puedes bañarte cuando un caminante está muy cerca, o no funcionará.

Nos miramos a la cara unos a los otros, anonadados, por tal explicación que desconocía en su totalidad. No podía creer mi ignoranca ante dicha idea, sin duda es un método que salva vidas.

—Bueno, está genial, la pregunta es: ¿Cómo saldremos de aquí? —preguntaba Áxel—. Parte de La Gran Horda está ahora en este edificio y por la ciudad, y usar este método sería aún así muy arriesgado.

Caminé por los alrededores de la terraza buscando alguna forma de escapar mientras ellos seguían debatiendo. Las opciones no eran muchas, pues no podíamos bajar ni saltar, a no ser que queramos morir.

Incliné mi cuerpo en los bordes, estirando levemente mi cuello para observar las cercanías del lugar, logrando detallar otra terraza consiguiente justo al lado de nosotros, apartado por unos diez metros con una diferencia de altura de probablemente cuatro metros. Tal vez podríamos intentarlo...

—Hay que saltar —dije.

—¿Qué? —preguntaron todos, sorprendidos.

—Miren hacia allá, abajo —señalé el edificio detrás de ellos—. Tenemos la posibilidad de llegar, y probablemente esté mejor que este lugar.

Todos me miraban incrédulo, por tal plan repentino y descabellado. Aún así, mi padre, mi madre y Áxel accedieron; tuvimos problemas para convencer al resto, hasta que colaboraron con el escape.

—Muy bien, se posicionarán en el otro extremo, correrán con todas sus fuerzas y darán un calculado salto para caer en el barandal e impulsarse con un salto hacia adelante para así llegar a la terraza —explicaba dando claros ejemplos—. En el vuelo, traten de caer con la punta de los pies y doblando las rodillas; cubran su cabeza y déjense llevar por la inercia.

Es necesario saber estos consejos básicos de parkour, puesto a que ayuda a disminuir tu probabilidad de mortalidad. Cuando te quedas sin municiones, ¿qué deberías hacer?: Escapar. Es algo que he aprendido con el paso del tiempo y consejos dados por terceros.

—Sigue siendo una tontería... el riesgo de fractura es alto, y el de herirse es inevitable; pero no nos queda nada más así que, a darle —dijo Neiré subiendo su ánimo poco a poco—. Además, me gustan las cosas peligrosas.

La primera voluntaria fue Elisa, quien dio una carrera combinado con un ágil salto y un buen impulso en el barandal, llegando sin problemas a la terraza; alzó el dedo pulgar comunicando su buen estado.

El siguiente fue Áxel, cumpliendo los pasos al pie de la letra. Al caer, se denotó que había sufrido una lesión.

—¿Qué sucedió? —vociferé.

—Me torcí un poco el tobillo, ustedes sigan —aclaró, se encontraba sentado sobando su tobillo con una leve mueca de dolor.

Era el turno de Ken, quien llegó a la siguiente terraza lastimándose un poco; pero nada de que preocuparse; consecutivamente, siguió Lisa, quien titubeó un poco a la hora de correr. Logró impulsarse de la baranda; pero no fue lo suficiente. Comenzó su descenso en dirección al  vacío de un callejón infestado por una cantidad extrema de caminantes de toda Clase, gritó a todo pulmón mientras caía por conocimiento a su trágico e inevitable destino; de repente una mano reaccionó agarrándole su muñeca, ejerciendo una fuerza brutal acompañada de otro cuerpo. Elisa junto con Ken se apoyaban para halar a su compañera, rescatándola de una muerte que parecía inexorable. Poco a poco la subieron hasta que cayó al piso, sobresaltada, pálida y muda por la situacion reciéntemente acontecida. Lo importante es que seguía con vida.

Los faltantes se notaban más temerosos y dubitativos, pero ya se saben las consecuencias de pensar mucho en ello. Neiré al parecer, era la única que mantuvo la calma.

El siguiente en saltar fue Dixon, el cual le resultó dificultuoso debido a su algo pronunciada musculatura. No supo realizar la posición correctamente, además de inclinarse en una posición infortunada, quiso cubrirse su rostro con su brazo debido a esto, claramente una mala idea. Al caer, se escuchó el débil sonido de un crujir, el cual daba mala espina.

—¡Maldición! —gritó Dixon desplomado en el piso.

Raudos, atendieron en su rescate con misión de diagnosticar su precario estado. Al cabo de unos momentos, fácilmente lograron detectar una fractura en el cúbito de su antebrazo derecho. Ahora teníamos a un fracturado con nosotros, carentes de instrumentos básicos para entablillar, aunque rápidamente se priorizaron en atenderlo.

Tratando de distraernos, procedió mi madre, seguido de mi padre. Él a pesar de su buena musculatura, posee una alta agilidad, logrando un buen aterrizaje al igual que mi madre.

Ahora sólo quedábamos Neiré y yo listos y temerarios para saltar.

—¿Quieres pasar tu primero? —pregunté con una media sonrisa.

—Tranquilo, caballero, después de usted —dijo en tono sarcástico.

Caminé hacia el extremo para tomar una buena velocidad, me agazapé preparado para correr, y sin pensarlo, comencé. Ya estando cerca del barandal listo para saltar e impulsarme, Neiré se cruzó conmigo ágilmente haciéndome perder el impulso junto con toda la velocidad. Casi caía al vacío del lugar, colgando del barandal con una mano.

—¿¡Qué mierda haces!? —grité sobresaltado.

—Esto es por querer matarme en esa casa —sentencio con semblante tajante y aterrador. No dudó en golpear mis dedos que me mantenían tendiendo, provocándome gran dolor y por ende, haciendo que me soltara.

Caía directamente hacia el callejón infestado de muertos caminantes en una muerte segura. Sentía el tiempo pasar excesivamente lento, dándome ventaja para observar mis alrededores a medias buscando un método de escape, el cual tenía que encontrarlo ya, pues cada segundo es un piso menos y un segundo menos a un periodo de muerte corto.

Logré avistar la saliente de un ventanal abierto al cual sin pensarlo acumulé mis fuerzas restantes para sostenerme de él. De inmediato entré al apartamento, avistando a algunos caminantes mirándome fijamente preparados para atacar, lanzándome aterradores bramidos.

Sin pensarlo quise desefundar mi pistola, pero no la encontré. Seguramente se me habrá caído al vacío. Me encontraba acorralado, solo, sin posibilidad de escape, tengo que pensar en un plan, ¡y rápido!

Mi Vida Después de la Muerte© [DOS CAPS. SEMANALES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora