CAPÍTULO XII: RESISTENCIA.

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Caminábamos con cuidado sobre los cadáveres que provocó la balacera. Al chequear lo que quedaba de la superficie del búnker, fue totalmente alucinante. Muros derribados, el suelo con zonas negras y con hoyos a causa de explosiones, y lo peor de todo: Una gran cantidad de cadáveres esparcidos por todo el lugar, de los bandidos y de... nuestros compañeros...

Habían caminantes a lo lejos algo alertas, seguramente producto de la masacre que se formó hace unos momentos.

Un grito me sacó de mi divague.

—¡Ayuda, vienen por detrás! —gritó un superviviente.

El escándalo llamó la atención de más caminantes en la lejanía de todo el pasillo. Los supervivientes en la retaguardia sorprendentemente alzaron sus armas contra los caminantes. Estos dispararon con efectividad; pero uno que otro fue mordido, desgarrado o cercenado.

Nosotros nos acercamos para apoyarlos, aunque ya era inútil, ya habían liquidado a los caminantes, así como ellos a una parte de los supervivientes... Maldición, debimos volver a organizarnos, acabamos de tener muchas bajas, aproximadamente, unos quince.

—Mierda... Buen trabajo soldados...—dijo Neiré.

Nos devolvimos maldiciendo entredientes. Algunos lloraban por la pérdida de alguien cercano, y los jóvenes se encontraban temblando y pálidos. El peor castigo que se le puede dar a alguien, es darle la vida en pleno fin del mundo.

Vi a mi mamá tenía un tic en el ojo, no sé que pueda pasar...

Seguimos caminando queriendo olvidar lo sucedido, después de todo así es la vida ahora. Al abrir la siguiente puerta para entrar totalmente en las afueras, pudimos observar la restos de la guerra.

Nos organizamos como antes. Debatimos para ir a los restos de la «cafetería», por si quedaba algún alimento para todos antes de partir hacia un destino inverosímil.

Emprendimos rumbo. Unos caminantes se nos acercaron, pero fueron diezmados fácilmente. Ya no quedaban muchos en la zona. Llegamos, y me sorprendió el resultado: Se encontraban buenas cantidades de sobras bien envueltas y guardados, junto a unas botellas de agua. ¿Por qué los bandidos no habrán robado esto?, es extraño... Nos repartimos las sobras y pudimos comer a gusto todos.

—Muy bien, ¿ahora qué hacemos? —dijo Dixon.

—Ya lo he mencionado muchas veces: No-lo-sé —respondía Neiré—. A lo mejor buscar alguna base para los supervivientes, pero yo... yo quiero vivir ahora en la soledad...

—Tal vez podamos conseguirle un sitio a los supervivientes, y nosotros aliarnos. Yo ya tengo un objetivo en mente... —dije.

—No nos traten como si fuéramos una carga —protestó un superviviente. Un chico joven de cabello lacio—. Estoy seguro que algunos de nosotros quiere formar parte de esto.

—¿Ah sí, imbécil?, ¿lo dice uno de los cobardes que decidió esconderse? Si lo que dijiste fuera verdad, hubieses ido con nosotros a la batalla —dijo Neiré disgustada y enojada.

—Fue un error... Después de haber presenciado tales actos, y comprender lo inútil que soy, he decidido ser más fuerte. Esta situación lo amerita —dijo. Me convencían sus palabras.

—Me agrada... Pues, formaremos un grupo dedicado a la resistencia contra los caminantes y los bandidos. Comenzaremos de cero, con un destino incierto. Nuestro objetivo: Descubrir la verdad, y obtener la victoria. Esto es sólo para valientes dispuestos a dar su vida. ¿Quién está conmigo? —declaré.

—Yo —dijo el superviviente—. Por cierto, me llamo Áxel.

—Yo también —dijo una chica joven de cabello enrulado—. Mi nombre es Lisa.

—Y nosotros —dijeron al unísono dos jóvenes—. Somos Ken —un chico de tez morena de cabello rústico—, y Elisa —una chica de tez clara con cabello sedoso. Ellos sólo soltaron una leve sonrisa.

—¿Alguien más? —levanté la voz un poco.

El resto sólo miraron hacia abajo apenados, es de entender, eran algo mayores y otros muy menores, necesitamos personas con energía y experiencia.

—Pues, obviamente nosotros —habló mi padre abrazando a mi madre por la espalda.

—Y nosotros —dijeron Neiré y Dixon—. Sé que dije que prefería la soledad; pero lo que dices me suena entretenido. Además, en esta vida, ¿qué más nos queda hacer? —añadió Neiré.

Yo sonreí. Nuestro equipo no estaba mal, sólo necesitamos algo más de entrenamiento para los recién integrados.

—Comencemos nuestro rumbo. Si no me equivoco, la fortaleza más cercana se encuentra en Nevada, en Ciudad Carson. La pregunta es si aguantaremos el viaje... —dije.

—Con todas las provisiones y agua, probablemente sólo nos alcance para la mitad del viaje. Tendremos que recurrir a la caza —mencionó Dixon.

Lo pensé. Pues no era mala idea, aunque tendremos que racionarla mucho.

Llegamos a ese acuerdo. Guardamos todas las provisiones incluídas las botellas de agua y pequeños bocadillos en distintas mochilas grandes.

Nos alistamos, y seguimos con nuestro viaje, destino: Nevada. Sería un camino duro, y seguramente La Muerte estará acechándonos entre lo recóndito; pero nosotros la combatiremos por el bien de la vida y la esperanza.

Caminábamos hacia la salida, varios caminantes circulaban la zona, y otros corrían a atacarnos, pero siempre eran abatidos.

Llegamos a la enorme compuerta. Esta estaba destrozada por explosiones. Seguramente por aquí entraron los bandidos al inicio.

Al acercarnos, un caminante de Clase 3 se acercó por detrás. Estos se caracterizan por tener mutaciones extras, atrapando fluídos haciéndolos crecer de tamaño como de contextura, aumentando su fuerza y resistencia en gran tamaño.

Se me erizó cada pelo de mi cuerpo; pero no podía tener miedo. Tenía que proteger a los supervivientes, los cuales se alejaron.

La Resistencia y yo comenzamos nuestro ataque, y nos alejamos del otro para confundir al caminante. Abrimos fuego en cada parte de su cuerpo; pero este ni se inmutaba. Neiré se acercó a sus espaldas y blandió su machete contra su cintura, me sorprendí al ver que el machete no hizo ningún efecto, sólo le provocó una pequeña herida abierta nada.

—¡NEIRÉ, CUIDADO! —gritó Áxel.

El caminante se volteó, y con un rápido movimiento golpeó a Neiré con sus fornidas y grandes manos. Esta salió impulsada, cayendo y raspándose contra el suelo. El caminante soltó un feroz rugido, dio un salto y cayó con fuerzas, provocando una onda que nos empujó y nos hizo caer.

El caminante se levantó, se dirigía hacia Lisa, ella lo veía aterrada. ¡Tengo que hacer algo!

Neytan, maldita sea, piensa, ¡¡¡PIENSA!!!

Mi Vida Después de la Muerte© [DOS CAPS. SEMANALES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora