CAPÍTULO I: UN NUEVO COMIENZO 2

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Sin pensarlo, reaccioné de un golpe.

Tomé la Glock con una mano, y empecé a apretar el gatillo.

Miré a mi madre, tenía la situación un poco bajo control, pues en todo esto no ha pasado nada de tiempo. Apunté con mucha cautela, no quería dispararle a mi madre, claro está.

Disparé.

Fallé.

No le di a nada; pero el ruido alertó al zombie. Adquirió más fuerza y sus sentidos se agudizaron.

Yo no sabía que hacer, el zombie la agarraba con tanta fuerza que sentía que le iba a romper sus frágiles brazos. Mi madre se intentaba mover tratando de impactarle con el cuchillo; pero era débil, comparándolo con ese demonio.

Volví a apuntar.

Se oyeron 2 disparos.

—¡¡ARRGGGG, MALDICIÓN!!— grité.

Un bandido me disparó justo en la muñeca. Un gran hoyo se abrió, brotando mucha sangre. El otro disparo impacto contra mi padre, atravesó su espalda, saliendo desde el pecho la bala.

—¡PAPÁ!

—¡COÑO, ESTOY BIEN!— gritaba— SÓLO DISPARA, Y MÁTALOS A TODOS.

Asentí con la cabeza.

Se acababa el tiempo, mi madre se había quedado sin fuerzas; mi padre, no podía mover el hombro, ni siquiera pelear, y ahora con esta nueva herida, menos; y Robert, había muerto.

Agarré el arma con fuerza con mi mano izquierda, apunté, y disparé.

Le di en la cabeza.

El zombie cayó, liberando fluidos extraños, empapando a mi madre de ello. Esto es malo.

Los zombies que intentaban romper la puerta (la cual es de hierro), se tornaron más agresivos. Podían sentir ese olor a sangre proveniendo de adentro.

Lo ignoré, apunté a los bandidos sin dudar, que cada vez estaban más cerca. Antes de eso, cerré la puerta de la cabaña; es de hierro, así que podrá aguantar un poco más.

Disparé 9 veces, los bandidos reaccionaron rápidamente y buscaron un escondite, aunque no les sirvió de mucho: Le atiné a uno en la cabeza; a otro en la pierna; al tercero en el estómago: y al último, logró evadir mis disparos.

Comenzó la verdadera batalla.

Mi madre se escondió, sin acercarse a la ventana. Mi padre con la poca fuerza que le quedaba, se arrastró. Sabían que todo dependía de mí, aunque mi madre me puede ayudar, aunque sea irónico, es experta en armas. Es una cobarde.

3 bandidos quedaban. Alzaron sus rifles. Todos los zombies golpeaban la puerta del refugio, provocando que en donde estaban ellos, no pasara ningún zombie a atacarlos.

Recargué la Glock ya que sólo quedaban pocas balas probablemente, quería sentirme más seguro y que no se quedara sin balas, en plena batalla.

Comencé a buscar un escondite.

Me refugié detrás de un mueble, me sentía más seguro.

Los bandidos ignoraron sus heridas y comenzaron a abrir fuego.

Varios disparos se escucharon.

Cada disparo impactaba justo arriba de mí; o justo al lado, mi izquierda o mi derecha. Una rozó con mi brazo, no le presté atención.

Me levanto poco a poco del mueble. Los bandidos seguían disparando. Alcé mi arma y observé desde la pequeña mirilla que tenía.

Comencé a disparar.

Mi puntería se había vuelto una mierda desde que me inutilizaron la mano derecha, aunque logré impactarle a uno en el pecho. Este cayó al suelo inmediatamente.

Solamente faltaban 2 bandidos.

Los 2 faltantes, recargaron. Aproveché la situación para disparar; pero la velocidad con la que lo hicieron, no fue normal. ¡Estaban totalmente confiados! ¡Uno de ellos fue quien evitó los disparos que hice en el inicio, el otro tenía el disparo en el estómago! La resistencia de ellos, es admirable.

El tiempo pasaba excesivamente lento. La adrenalina llenaba cada parte de mi ser.

Había perdido la cuenta de cuantos disparos había hecho. Revisó su cartucho. Ya sólo le quedaban 4 balas.

Su respiración empezó a agitarse. No era tan bueno recargando como ellos, si lo intentara, lo matarían sin dudarlo. Tendría que tener suerte a que no le impactaran de nuevo las balas desde el mueble.

Los bandidos se veían cansados; pero esto no los detenía en absoluto. Más bien, todo lo contrario, ¡se veían con más ganas de acabar con esto pronto!

Apuntaron, y abrieron fuego sin pensarlo 2 veces. Una me dio en el antebrazo derecho; otra me dio en el glúteo izquierdo; otra me dio en el trapecio izquierdo.

El dolor era intenso, nunca había experimentado algo así.

Mis padres comenzaron a gritar.

—¡¡NEYTAN!!— gritaban con desespero.

Mi madre comenzó a llorar. Mi padre siempre era un optimista, no dudo en decirme varias cosas.

—SÓLO QUEDAN 2, SI NECESITAS USAR MI RIFLE, TÓMALA SIN DUDARLO— me dijo levantando la voz.

Pero era inútil, la rifle estaba tirada justo debajo de la ventana, desde donde se veían los bandidos. Si me acercaba, moría. Además, con estas heridas, no podré ni agarrarla.

Aún podía seguir, tenía varias heridas; pero yo estaba furioso. Abrí los ojos, agarré el arma con fuerza. Tenía un exceso de adrenalina recorriendo cada parte de mí. Me levanté, y no les dio tiempo a reaccionar esta vez.

Ignoré el dolor. Más bien, no sentía dolor. ¿Cuál dolor? Sentía como mi cordura se iba yendo. Sólo quería matarlos, y llenar mi cuerpo de su sangre, sacarles los intestinos y morderlos.

Comencé a detallar todo, en cámara lenta. Apenas me había dado cuenta de que llevaban rato sin moverse de donde estaban. Desde que estaban los cuatro juntos. Estaban jugando conmigo.

Apunté, y con precisión, disparé.

Le di a los dos: Al de la izquierda, le di en la cabeza, ya había muerto; al de la derecha, le di en la oreja, y en el dorsal.

Sólo quedaba 1.

Me había quedado sin balas, 3 de las 4 balas, impactaron. Estaba satisfecho.

La puerta crujió, y salió disparado hacia la pared. Lo había olvidado por completo. ¡Los zombies! Ya no podía hacer nada. Antes de ver al primer zombie entrando, volteé a ver al bandido. Hacia señas extrañas con sus manos, no lo entendía.

Todo se volvió oscuro, no supe más, sentía como mi fuerza se desvanecía. Estaba asustado, tenía frío.

Me desmayé.

Mi Vida Después de la Muerte© [DOS CAPS. SEMANALES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora