CAPÍTULO VII: ACORRALADOS.

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Mientras disparaba me ponía a pensar:

¿Cómo diablos subían a la carga del camión si se supone que habían caminantes allí?

Lo único que se me ocurría es que sólo ese del medio llevaba los caminantes. Mientras que el que perseguía el Escuadrón Romeo, llevaban sus proviciones, y los caminantes que los atacaron, eran los caídos en esta guerra. Pero, algo no encaja..., ¿qué fue lo que vio el Escuadrón Alfa en la carga del camión?

Menos divagar y mas acción.

No había tiempo ni municiones, teníamos que salir corriendo de aquí y buscar proviciones en los pisos inferiores; pero, ¿cómo? Necesitábamos mantener la furia de Neiré, aunque seguro en eso no habrá problema.

—¡Neiré, necesitamos que nos hagas espacio para ir a los pisos inferiores! —gritaba desesperado. Yo seguía disparando sin saber cuantas balas me quedaban.

—¡En eso no habrá problema, imbécil! ¡Síganme!

Dixon y mi padre voltearon a verme un segundo, en ese momento, yo asentí con la cabeza y comencé a correr. Ellos me siguieron el paso.

Nos colocamos a espaldas de Neiré, y cuidábamos sus lados. Comencé a revisar mi cartucho, sólo me quedaban 9 míseras balas.

—¿Cuántas balas les quedan? —pregunté.

Revisaron sus cartuchos.

—A mí, 16, y no tengo más recargas —dijo Dixon.

—A mí sólo 4, así que le destrozaré el craneo a 4 zombies más. Eso me pone feliz —mencionó mi padre.

Mirábamos nuestros alrededores, los caminantes se estaban entreteniendo con otros supervivientes y bandidos que quedaban. Veía como algunos zombies eran destripados, y al mismo tiempo, también como algunos supervivientes eran devorados. Completamente una masacre. No sabría decir si perdimos la batalla contra los bandidos, aunque, aún falta algo, y eso me preocupa.

Los explosivos.

Dependemos del Escuadrón Noviembre. No teníamos tiempo para comunicarnos con ellos, por obvias razones.

—Tengo una estrategia —mencioné—. Padre, no es lo mejor que gastes 4 balas de tu gran escopeta; por eso, Dixon y yo nos encargaremos de abatir a los zombies. Si algún zombie de mayor proporción nos ataca, ese será tuyo, ¿de acuerdo? —ellos asintieron confiados de esta estrategia—. Sólo disparos a la cabeza, Dixon. Espero sepas apuntar —hablé emocionado, él solo rio y asintió.

Neiré seguía caminando de frente, dirigiéndose a los pasillos para bajar a los pisos inferiores, de vez en cuando batiendo su arma descuartizando uno que otro caminante que se le atravesara.

Llegamos a una sala. Es un pequeño búnker, hecho de un metal muy resistente, y había sangre en el piso. La puerta con la que se entraba, estaba destrozada, con muchas abolladuras y tirado en la pared de el frente. En esa misma pared, se encontraba una puerta ligeramente abierta, ahí se entraba a los pasillos en general.

Dentro de la sala, en una esquina se encontraban tres zombies con un banquete de órganos y carne humana. Dixon se les acerco lenta y sigilosamente tratando de no alarmarlos, no queríamos disparar ya que eso llamaría la atención de muchos más caminantes.

Dixon desenfundó un cuchillo militar, y se colocó detrás del primer zombie, el otro se encontraba justo a su lado. Con un eficaz movimiento le apuñaló en la cabeza atravesándolo sin dificultad, en ese mismo instante lo sacó, estaba empapado de sangre. El otro zombie se alertó y se abalansó contra Dixon; pero este con mucha calma lo esquivó, lo agarró por su brazo, lo jaló, y atravesó su podrida cabeza. Se le quedó viendo sus ojos rojos  mientras brotaba sangre coagulada y negra. Sacó el cuchillo y dejó caer al zombie.

—Qué fácil —presumía Dixon, aunque en realidad se notó que ni se esforzó.

—No alardees —dijo Neiré. Al parecer se había calmado—, no sabes lo que se encuentra a partir de esa puerta, así que alerta.

El gruñido de algún caminante se escuchó detrás de mí, me volteé y lo pude ver, estaba avisando a su manada que había encontrado comida fresca.

Teníamos que ahorrar municiones.

—¡Maldita sea, rápido, entremos al pasillo y cerremos la puerta! —exclamaba Neiré agitada, se le notaba algo cansada.

Todos salimos disparados hacia la puerta, mientras veía como una enorme horda de zombies se acercaba con mucha rapidez. El último en entrar fui yo, y apenas entré, cerramos la puerta y le colocamos cada seguro que poseía.

Cientos de golpes se escuchaban detrás de la puerta, eso era malo. Si se encontraba algú grupo de zombies cerca, nos acorralarían.

—Revisen sus cartuchos —ordenó Neiré.

Chequeé y sólo me quedaban tres balas. Le hice a Neiré una seña levantando tres dedos indicando mi cantidad de balas.

—Sólo me quedan cinco —suspiró Dixon.

Mi papá no gastó ni una bala, así que teníamos esa pequeña ventaja.

Mis sentidos se agudizaron y mi piel se erizó, a mi papá le pasó igual. Oía pasos cada vez más cerca, eran rápidos y llenos de tropiezos. Era máz que obvio que eran caminantes.

El pasillo era horizontal, y era amplio. A la izquierda se encontraba un camino, en el cual se escuchaban los pasos; a la derecha, se encontraba otro camino, completamente desconocido. Por suerte Neiré y Dixon conocían todo esto, eso supongo.

—¡Los caminantes se acercan a la izquierda!, ¡rápido!, ¡vayamos al otro camino! —mi papá me había robado las palabras de la boca.

Los pasos estaban a punto de llegar hacia nosotros, y ya habíamos doblado la esquina del camino. De inmediato, mi papá se volteó apuntando con su escopeta, mientras daba pequeños pasos hacia atras.

El primer caminante cruzó la esquina, y con furia y agilidad se fue acercando a mi padre. Cuando estuvo a punto de agarrarlo, jaló el gatilli apuntando hacia su cabeza, atravesando las balas la misma e impactando a los caminantes que seguían. Volvió a esperar que los zombies se aglomeraran y volvió a disparar. Todo el piso, las paredes, el techo, su cara, TODO estaba cubierto de sangre, sesos y órganos. Todo se calló.

Mi padre volteó con una cara victoriosa; pero nos percatamos de algo:

Tenía una mordida en el antebrazo.

Mi Vida Después de la Muerte© [DOS CAPS. SEMANALES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora