CAPÍTULO VI: INFECTADOS.

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Podríamos decir relativamente que ya estábamos listos. Somos ya 5 escuadrones, sin contar las bajas que ha sufrido cada escuadrón, y los miembros que no pudimos contactar. Los damos por muertos.

Hay algo que siento que se nos está pasando a todos, algo de lo que deberíamos estar alerta, pero, no sé que es.

ÚLTIMO AVISO: RÍNDANSE Y NO VOLAREMOS ESTE LUGAR EN MIL PEDAZOS CON TODOS USTEDES ADENTRO. ¡ESO INCLUYE A LOS MIEDOSOS QUE SE ESCONDEN! — Se oía en un altavoz en la multitud, una voz gruesa y rasposa.

Maldición, es cierto, ¡¡las bombas!!, eso me perturbaba, necesitamos apresurarnos. Al próximo llamado harán volar este búnker, ¡con todos adentro, incluyendo a mi mamá!

—Basta de distracciones, ¡ya! —exclamó Neiré—. Escuadrón Alfa, Escuadrón Eco, diríjanse al camión de norte. Escuadrón Romeo, vayan al camión del este. Escuadrón Noviembre, localicen las bombas y desactívenlas. Nosotros, Escuadrón Zulu, iremos al camión del noreste. ¡¿Entendido?!

—¡Sí señor! —gritaron todos al unísono. Mi padre y yo no dijimos nada.

Con más nada que hacer, cada uno todo su camino. Me di cuenta que vamos solos, sin ningún otro Escuadrón, y al parecer el Escuadrón Noviembre y Eco están igual. Parece que Neiré confía en estos Escuadrones. Deben estar muy bien entrenados. Me extraña que sólo estén acompañados el Escuadrón Alfa y el Eco.

Cada uno tenía un comunicador, como un walkie-talkie; pero lógicamente más avanzado. Neiré nos había dado uno a mi papá y a mí cuando nos dio las órdenes hace un momento. Así podíamos estar al tanto de la situación de cada uno.

El Escuadrón Alfa estaba constituído por 7 personas; el Escuadrón Eco por 6 personas; el Escuadrón Noviembre por 5 personas; y el Escuadrón Romeo por 5 personas. Son pocas, ya que las bajas que se llevó cada uno desde que comenzó esta guerra, han afectado mucho.

Nosotros éramos pocos; pero tenía un buen presagio sobre esto. Somos 4: Mi papá, Neiré, Dixon y yo. Pudiésemos haber sido 5; pero mataron a uno de los nuestros cuando estábamos acorralados en el vehículo, desatando la furia de Neiré.

El comunicador de Neiré empezó a emitir un sonido de interferencia, ella reaccionó agarrándolo y presionando un botón.

—Aquí Neiré, ¿qué sucede?

—Somos el Escuadrón Alfa, junto con el Eco. Estamos en las proximidades del camión, estamos vigilándolo desde un muro con unos vinoculares. Estamos notando algo muy extraño, están abriendo el compartimiento del camión, al parecer están liberan-.

Sólo se oía interferencia; pero había algo más, se oían unos gritos y disparos en lo más profundo de esa interferencia.

—Maldición... —refunfuñó Neiré—, rápido, no perdamos tiempo, preparen sus armas.

Por ahora sólo podíamos obedecer sus órdenes.

Caminábamos, y al localizar a algún bandido, o a un escuadrón conformado por ellos, no dudábamos en disparar, y gracias a nuestros sentidos mejor dotados, mi padre y yo somos imbatibles.

Ahora corríamos, cada vez estábamos más cerca del camión, aunque es un poco difícil ver, el polvo y el humo que rodeaba el lugar como un aura, es cada vez más denso.

Ya estábamos cerca del camión. Estaba rodeado por una cantidad incomensurable de bandidos, teníamos que atacar con rapidez. Lastimosamente no había lugar en donde esconderse, sólo un pilar bien colocado en donde, obvio, no podía esconderse un escuadrón entero.

Antes de actuar, Neiré agarró su comunicador, intentando que el Escuadrón Alfa o Eco le respondiese. No logró nada, sólo se oía interferencia, ya ni gritos habían. Su mueca cambió a una de furia, esto se iba a poner bueno.

Esta vez intentó comunicarse con el Escuadrón Romeo, logró una respuesta.

—Aquí Neiré, ¿me escuchan?, ¿¡hola!?

—¡Líder Neiré! ¡Esto es horrible! ¡Deben huír inmediatamente de ahí, hemos perdido la guerra, el camión del este se ha retirado sin más junto con una parte de los bandidos!

Maldición, ¿eso que significaba?

—¡¿De qué habla?!, ¿¡cómo que se ha ido!?

—LOS CAMINANTES NOS ATACAN, AUXILIO, NECESITAMOS REFUERZOS... —se oyó un silencio. Un pequeño gruñido comenzaba a sonar— ¡¡¡AAAAAAAAAH!!!

Ahora sólo se escuchaba interferencia.

—Espera un segundo —dije mientras temblaba—, los caminantes... todos los muertos que ha dejado esta guerra en el transcurso, ¡se están reanimando a caminantes!

Todos quedamos estupefactos, como podíamos olvidar ese pequeño detalle. Eso significa que... ¡OH MIERDA, EL GRUPO QUE ESTÁ ESCONDIDO, MI MAMÁ!

—¿¡Qué tan resistentes son las puertas!?

—Tu madrecita va a estar bien, mocoso —decía Neiré con furia pensando en la situación—, son puertas de hierro reforzadas con carbino, ni siquiera los caminantes podrán contra ella.

Me alivié; pero no era momento para eso, la situación todavía estaba mal, muy mal.

Recargamos, esperando lo que se avecina. Nada bueno.

Una gran cantidad de caminantes comenzaron a aparecer, por todas las direcciones, venían rápido contra nosotros. Venían a por los vandidos también, los cuales ya habián notado nuestra presencia; pero aún así no era un buen momento para comenzar una disputa. Estaban disparando mientras se dirigían al camión, hubo unos cuantos que fueron agarrados por los caminantes, siendo destripados en segundos.

Nosotros hacíamos nuestro mejor esfuerzo tratando de sobrevivir.

Neiré volvió a explotar de furia.

—¡¡¡HIJOS DE PUTA!!! ¡¡LOS APLASTARÉ A TODOS!! —gritaba Neiré con furia, que al terminar la frase comenzó a reír.

Desenfundó un machete y se acercó a los caminantes. Como si fueran algodón, le rebanó la cabeza a varios caminantes en un giro que dio ella con su machete apuntando al cuello de cada uno. Su adrenalina y al parecer su dopamina estaban en un punto extremo.

Con movimientos agiles atacando con su machete a diestra y siniestra, rebanó a caminantes sin parar, cortándolos por la mitad o degollándolos.

Nosotros seguíamos disparando mientras Neiré seguía en lo suyo, y los bandidos se habían montado ya en el camión.

El compartimiento del camión comenzó a abrir. Lo que se veía era completamente espantoso. Eran muchos más caminantes. Con esos, ya era imposible que resistiéramos, ni con Neiré con su furia al límite.

Mi objetivo cambió al camión, al cual empecé  a detallarlo.

Solté unas risas.

—Muy fácil —dije glorioso.

Disparé sólo una bala, haciendo explotar el camión y liberando una ola de calor y de fuego inmensa. Había disparado al depósito de combustible.

Logré abatir a algunos caminantes, aunque la mitad se salvó, aún eran muchos.

Tocaba huír.

Mi Vida Después de la Muerte© [DOS CAPS. SEMANALES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora