CAPÍTULO XI: ESCAPE.

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Mi madre sólo seguía llorando arrodillada, no paraba de liberar grandes lágrimas por lo que presenció. Su querido esposo no tiene su brazo izquierdo.

—Liseth... querida —susurró mi padre queriendo consolar a mi madre. Él le levanto su quijada con su mano—. Estoy bien, ellos me salvaron. Sigo siendo la persona que prometió amarte en las buenas y en las malas, eso no ha cambiado —se detuvo y se acercó a mi madre para darle un delicado beso en su frente.

Mi padre le dio la mano para que ella la agarrase, y así se levantara. Al levantarse, se le abalanzó a darle un abrazo. A los segundos ella lo soltó y evitó el contacto visual con la amputación. Se le notaban sus ojos rojos y lágrimas, las cuales secó con su muñeca.

Me dio mucha lástima presenciar esto, ya que yo estuve en el momento que mi padre fue mordido por un caminante y cercenado por Neiré. Creo que es mejor ocultar ese último detalle...

Neiré se nos acercó.

—Por si no lo recuerdan: Hay quien sabe cuantos caminantes circulando en los pasillos y en la superficie; el probablemente líder de los bandidos nos quiere liquidar para quien sabe que; ¡y nuestros únicos aliados son sólo unos cobardes que no se atrevieron a darnos apoyo en un momento crítico! —sentenció Neiré.

Todos guardamos silencio.

—Vamos, hay que buscar la salida antes de que el «líder bandido» realice su cometido —añadió Neiré —. ¡Y quieran o no, van a usar armas! Los más niños sólo serán escoltados.

Dicho esto último, accedieron sin protestar, aunque con la cola entre las patas. Los han consentido mucho.

Nos organizamos, y comenzamos a caminar todo hacia la armería. Neiré tomaba la delantera junto con Dixon; mi padre y yo protegiendo la retaguardia.

Eran muchos supervivientes los que se mantuvieron escondidos. La cifra se acercaba seguramente desde las setenta hasta las noventa personas. No sé que diablos haremos después de salir de aquí, ni cuantos quedaremos después...

Llegamos a la armería sin problema. Evitemos el pase a los demás debido a la masacre que yacía allí adentro; nosotros en cambio entramos y les otorgamos un arma a cada uno, como pistolas, rifles de asalto, de fuego rápido... Todas las que nos quedaban.

Al chequear para notar si todos poseían armas, observé a mi madré con una. Abrí los ojos que casi se me salen y un escalofrío recorrió por todo mi ser. Me dirigí hacia ella.

—Creo que deberías alejarte de eso..., por tu bien. Mejor dame eso, me vendrían bien más armas —dije extendiendo mi brazo para que me la devolviera.

—No creo que sea necesario. No molestes —respondió con tono engreído y a la vez sonriendo, apreciando el arma.

La agarré por los hombros y la agité.

—¡Liseth, por favor, te lo pido! —rogué.

Mi madre me miró y su mirada se entristeció, ella asintió y me dio el arma, una simple pistola.

Me alejé y volví a mi puesto, todos estábamos listos. Seguimos con nuestro camino. Pasaron unos minutos hasta que Neiré nos avisó.

—Llegamos, deténganse y tengan cuidado. ¡Neytan y Alan, acérquense! —mencionó Neiré.

Seguimos sus órdenes y nos colocamos en la delantera del grupo. Lo que vi era curioso, era solamente otra puerta reforzada. Probablemente esta llevaba hacia las afueras, en donde se había producido la guerra. Me atacaba la incertidumbre.

—A la cuenta de tres, abriré la puerta. Cualquier caminante que se manifieste después de eso, acribíllenlo sin piedad.

Asentimos y alzamos nuestras armas y mantuvimos la distancia hacia la puerta. Tenía miedo, ¿o era la adrenalina que ya estaba formando parte de mi ser natural? Ni siquiera sabemos si ya es de noche, y si es así, esto sería peor... Me preocupaba Neiré, estando tan cerca de la puerta.

—Uno... —comenzó Neiré a contar.

»Dos... —Tomó con su mano el raro picaporte.

»¡Tres! —Neiré lo accionó y jaló con fuerza.

Una gran cantidad de caminantes voltearon hacia nosotros, los cuales comenzaron a correr hacia donde estábamos.

Neiré dio un salto hacia atras, y dio unos cuantos pasos con mucha rapidez, se juntó con nosotros, cambió su machete por un rifle de asalto y comenzamos a abrir fuego.

Los disparos eran dirijidos a sus podridas cabezas, los cuáles atravesaban y afectaban al siguiente caminante. Aún así, eran muchísimos. Uno se acercó demasiado a nosotros, este lanzó un zarpazo casi desgarrándome el cuello; pero lo previne y me alejé para así dispararle a quemarropa en el cabeza.

Todo estaba sucediendo con mucha rapidez, y los caminantes nos tenía contra las cuerdas, ¡eran demasiados! Dábamos pequeños pasos para alejarnos un poco más.

—¡LOS CINCO PRIMEROS DE LOS SUPERVIVIENTES ALZARÁN SUS ARMAS Y NOS CUBRIRÁN! —gritó Neiré a punto de quedarse sin balas como nosotros.

Ellos se notaban aterrados, pero no les quedaba opción. Debían servir para algo.

En ese momento, nosotros corrimos hacia atrás con todas las fuerzas, dejando así a los supervivientes a cargo. Ellos se mostraron dubitativos mientras disparaban; aunque fallaban algunas balas, o lograban atinar a la cabeza.

Comenzamos a recargar nuestras armas increíblemente rápido y eficaz, también ayudé a mi padre a recargar su pistola que había recogido cuando fuimos a la armería. En este momento los caminantes comenzaron a ganar territorio: Uno de ellos soltó un zarpazo degollando a uno de los supervivientes; después mordió a uno en la mano, arrancándosela sin misericordia, y siendo arrastrado por los demás caminantes para devorarlo.

Los otros tres se corrieron hacia atrás; pero uno fue alcanzado por los caminantes, siendo cercenado y mordido por todos lados, y así mismo esparciendo sus restos.

Nosotros tomamos la delantera, abriendo fuego y volviendo a ganar territorio contra ellos. Los caminantes dejaban de llegar poco a poco, mientras nosotros dábamos pequeños pasos hacia adelante. Neiré soltó su rifle y agarró su machete, esta lo blandió con agilidad cercenando a los caminantes restantes.

Neiré dio un salto con su machete, atacando al último caminante. Este fue cercenado por la mitad con facilidad. El filo de ese machete tajante es impresciptible.

Se encontraba respirando con rapidez por la adrenalina, la cual poco a poco se fue calmando.

—Fue muy fácil —declaró con una sonrisa.

Ahora sólo nos quedaba la superficie, aunque no podían haber tantos como en inicio. Acabamos con una gran cantidad de ellos en este momento.

Neiré hizo una seña con las manos para que vayamos, y todos seguimos con el transcurso.

Me pregunto...: ¿Qué nos esperará afuera?

Mi Vida Después de la Muerte© [DOS CAPS. SEMANALES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora