CAPÍTULO XVII: EL ULTIMÁTUM 3.

23 2 0
                                    

*Hace tres años desde el tiempo actual*

Conducir por la ciudad... es algo muy entretenido que hacer, una de las pocas cosas que hoy en día puedes hacer; sin embargo, no me quejo, me gusta, sentir el refrescante y tóxico viento acariciando mi auto y mi cuerpo, otorgándome una sensación de paz. Arrollar a algunos caminantes en el camino... oh sí, eso es la pura vida, viejo.

Pero todo piloto, necesita un copiloto que ayude con las direcciones, que te sepa respaldar, o simplemente matar a alguno que otro caminante que moleste. Bryan, un chico de tez clara con ojos verdes, con una cabellera que llega hasta sus hombros, es mi mejor amigo en este apocalipsis, como también, es mi copiloto. ¡Cómo le encanta sentir la adrenalina de caminantes persiguiéndolo o acribillar a varios grupos de caminantes!, debería de preocuparme; pero sabe tratar perfectamente con ellos.

Yo, Ken, un simple chico de tez morena de cabello rústico y corto, con un buen físico si me lo preguntan, y unos ojos tan oscuros como la noche; estaba listo para cualquier cosa, siempre y cuando esté con mi compañero.

En estos momentos andamos recorriendo las carreteras de un pueblo desolado e infectado. Es increíble como este hongo ha avanzado, esparciéndose por las edificaciones y construcciones cubriéndolas de esporas y, valga la redundancia, hongos.

Estamos buscando alguna presa que nos regale amablemente su comida y sus armas, solamente porque es fácil; sino, saquear mercados, aunque ya es algo de muchísima suerte encontrar comida hoy en día después de tantos años. Se vuelve una tarea exhaustiva y mayormente, sin ganancia

—Oye viejo, mira eso de allá —señaló Bryan a un pobre individuo solitario.

—Perfecto, presa fácil. Vamos a por él —dije con entusiasmo.

Nos detuvimos a su lado. Claramente se encontraba solo, rodeado de cadáveres, locales cerrados repletos de esporas y un callejón estrecho.

—¡Hey, tú!, ¿necesitas ayuda...? —decía Bryan mientras enseñaba su arma—, ¿amigo?

Yo me apeé del auto mientras apuntaba mi arma a la víctima, él sólo nos miraba con una cara asustadiza y pidiendo clemencia. Me acerqué a él rápidamente, le ordené que se arrodillara y colocara sus manos encima de su cabeza.

—Muy bien, chico, ahora coopera con nosotros si no quieres morir. ¿Estás sólo? —interrogué.

—Sí... —se limitó a responder.

—Perfecto...

Lo estrellé contra el muro y procedí a revisar sus pertenencias.

—Oh mierda, no traes nada, eso no me hace feliz sabes.

Le coloqué la punta de mi pistola en su nuca, preparado para jalir el gatillo, cuando...

—Espera, Ken, ¿no te parece extraño que haya llegado hasta acá sin armas? —dijo Bryan.

Tiene razón, como no pude haberlo pensado, esto tiene que ser...

—Quietos —comandó una voz desconocida—. Tú, el del auto, sal. Arrodíllense y suelten sus armas.

Chisté lleno de furia. Solté al chico y me volteé ágilmente, con mi arma, abriendo fuego a quien sea. Aproveché ese momento de desasosiego para comunicarle a Bryan con un ademán para que me siguiera.

Comencé a correr, Bryan me llevaba el paso. Nos adentramos en el callejón en el cual habían unos caminantes. Tuve que disparar para abrir el camino, logrando escondernos detrás de un depósito de basura.

Mi Vida Después de la Muerte© [DOS CAPS. SEMANALES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora