CAPÍTULO XVII: EL ULTIMÁTUM.

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*Hace seis años*

Áxel, un joven chico de tez blanca y ojos café, que en este tiempo presenta una edad de diecisiete años. Cada persona en su vida presenta un ultimátum, que hace que absolutamente todo cambie repentinamente, y cambie su forma de actuar o pensar. Áxel, no es la excepción...

Abro los ojos lentamente en señal de agotamiento. El día de ayer había sido agobiante... varios de esos bichos nos dieron caza después de un asalto a un supermercado. No valió la pena, eso es seguro, se encontraba casi vacío, sólo por las clásicas latas de comida que ya me daban náuseas; el lado negativo es que sólo pudimos rescatar una pequeña cantidad.

Me sobé mis ojos con mis manos, quitándome un poco de suciedad y lagañas sobrantes. Me senté, y me limité a ver los alrededores. A mi lado, sólo tenía una pistola, la cual usaba siempre para matar a los muertos... irónico, ¿eh?

Un haz de luz atravesaba la ventana brindándome una buena visión. Me levanté poco a poco apoyándome con mis brazos y estiré todo mi cuerpo, no tenía tiempo que perder, seguíamos escaseando con la comida y por ahora no hemos tenido mucho éxito.

Me agaché para tomar mi arma y revisé el cartucho, sólo unas tres balas me quedaban y también se estaban agotando las recargas.. Nuestra posición no era la mejor que digamos.

Abrí la puerta de la solitaria habitación y observé mis alrededores. Un simple apartamento de muros marrones y mugrientos, un suelo con cerámicas quebradas, con un mueble y una pequeña cocina, el baño se encontraba al frente del mueble, cerrado por una puerta.

Allí estaba mi madre, durmiendo, sólo acostada en el mencionado mueble deshilachado y sucio. Caminé unos pasos para posar mi vista a través de una ventana de un tercer piso, y pude detallar como el Sol daba su magnífica aparición lanzando destellos de luz a diestra y siniestra, otorgándonos calor y una agradable vista e iluminación.

—Oh... Áxel, ¿ya despertaste, eh? —dijo una voz débil pero reconfortante.

Volteé para encontrar a mi madre ahora sentada, mirándome con sus ojos café y una agradable sonrisa; el suave viento ondeaba su lacio cabello, se veía hermosa. Estaba algo lastimada por el día de ayer, pero se le veía mejor.

—¡Mamá!, ya despertaste... ¿Cómo te sientes? —dije mientras me fui acercando a ella.

Toqué su lastimado semblante formando unas delicadas caricias, ella me apartó la mano.

—Tranquilo, estoy bien. Hoy tenemos que volver a buscar comida —intentó ponerse de pie—. ¡ARGGH! —gritó volviendo a sentarse.

—Mierda... —susurré—. Yo me haré cargo de todo, ¿de acuerdo? Tomaré el vehículo y saquearé locales buscando comida, también pasaré por alguna farmacia a saquear pastillas o cremas para que te sientas mejor...

Mi Vida Después de la Muerte© [DOS CAPS. SEMANALES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora