CAPÍTULO XX: DESCONTROL 2.

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Disfruté ese momento de terror, sabiendo él que dispararía en cualquier movimiento sin sentido que haga; aunque ya me aburría, y decidí hacer esto para saciar mi sed de sangre y mis ganas de descuartizar a quien se cruce, oír huesos crujir fusionado con gritos de dolor agonizantes. Sí... sí, ¡sí!, ¡¡sí!!, ¡¡¡sí!!! ¡¡¡Lo necesito!!!

Y ahora, sin poder aguantar mis ganas, jalé el gatillo.

La bala salió disparada a una velocidad invisible, desviada, rozando la cara del barbón. Una gran fuerza impactó contra mí, empujándome y haciéndome caer sobre mi hombro. Rápidamente giro mi vista localizando al osado, hallando a una incauta de apariencia joven con tez morena.

Ágilmente me reincorporo, a su vez que la morena adopta una pose de lucha.

—¿Qué mierda te sucede Liseth?, si no te hubiese empujado, hubieses matado a tu esposo. ¿Qué significa esto? ¿También quieres pelear contra mí? —presté atención a sus palabras.

—Yo no soy Liseth —respondí fríamente, soltando mis armas para adoptar una pose de lucha.

—Conque así van a ser las cosas. Sabes que no tendré piedad contra ti.

Motivada por su comentario, velozmente me dirigí hacia ella. Tenía un semblante sereno que me ocasionaba asaz rabia y ganas de matarla, provocando un enorme deseo de activar el cien por ciento de mí.

—¡No, no lo hagas! -vociferó Alan—. ¡Recuerda mantener el control, Liseth. Tú puedes!

Ignoré la palabrería barata del barbón. Era muy obvio que esa Liseth, no está, y que no volverá. Ahora yo tengo el control, y nadie va a impedir que mate a todos, uno por uno.

Detuve mi carrera para mantenerme estática, con los ojos cerrados y una media sonrisa invadiendo mi rostro. Me concentraba para poder amplificarme, y así terminar esto de una vez, de una forma divertida y además, presumir mi gran habilidad ante el barbón, quien se notaba temeroso.

La joven morena confundida, pensó que era un símbolo de burla el que realizaba, enfadándola aún más. Adelantándose, se acercó a mi rauda para noquearme. Lanzaba golpes a diestra y siniestra a su vez que con reflejos, esquivaba cada uno de ellos. Me estaba haciendo perder la concentración, algo que no me gustaba en absoluto. Quiso asestar una patada a mi costado, la cual bloqueé con mi brazo; no perdió tiempo para girar sobre su eje queriendo asestar otra patada directo a mi sien, teniendo que agacharme para evitarla dándome la oportunidad de preparar un uppercut brutal, levantándola unos centímetros del suelo para terminar noqueada en el piso, levantando el polvo circundante.

Regresé a mi postura, no sin antes observar mis alrededores para detallar a otros personajes atónitos por lo sucedido. Relajé mi cuerpo y me concentré, ignoré cualquier ruído de los alrededores, entrando en un estado de relajación total, que automáticamente se transformó en un voraz deseo de destripar a todos. Es un estado que seriamente me encanta y me vuelve loca, de forma literal, es un estado en el que estoy cada segundo, el cual nunca se calma, y ahora, estoy sumergida en él.

Abrí mis ojos lentamente, mirando fijamente a Alan, quien ya había notado ese detalle que reflejaba mi éxito.

—Liseth... por favor, no lo hagas —suplicó.

—Tranquilo, tengo una mejor idea. Seguiré el plan que planeaste con ella desde el principio, rescataré a Neytan —dije sonriente, con un tono calmado, el cual era totalmente diferente a mis pensamientos—. Me pregunto como se verá Neytan por dentro... —coloqué mi mano en mi mentón, encaminando después a recoger mis armas.

—¡Por favor, no, tienes que controlarte! —dijo acercándose raudo para tomarme por un hombro—. ¡Sé que estás ahí, escúchame, Lis...!

Cansada de su palabrería, empuñé el machete con fuerza para clavárselo en el costado, liberando gotas de sangre que deslizaban delicadamente su cuerpo. De un tirón, retiré el machete de su moribundo cuerpo, esta vez dejando salir cantidades bárbaras de sangre que me excitaban. Lo tomé por el cuello, estrangulándolo, halé para acercarlo a mi rostro.

—Así te ves mucho mejor, querido —burlé mientras su mirada fija hacia mí, se perdía con los segundos.

Una lágrima escapó de él, resbalando en su semblante moribundo. Lo alejé sin dejar de estrangularlo, blandiendo mi machete para lanzar una nueva estocada en su otro costado. Alan lanzaba fuertes alaridos de dolor, a su vez que tosía sangre; disfrutaba de tal escena cruel y despiadada, es lo que me define. Retiré el machete y le solté el cuello, opté por colocar mi mano en su costado, metiendo mis dedos en la herida para así envolverlos en sangre y meterlos en mi boca. Acto seguido, el hombre cayó, débil, en el borde de la muerte dejándose rodear de un pequeño charco de sangre que se iba formando.

—Es tu turno, Neytan.

Me encaminé hacia el barandal, posicionándome de pie sobre él. Flexioné mis piernas, para así dar un característico salto llevándome al anterior edificio infestado. Logré aterrizar hábilmente en el barandal de este; me giré para ver el cuerpo del barbón, disfrutando la escena. Miré como los jóvenes me veían, al igual que el hombre de tez morena me veía jadeando y anonadado, el cual ordenó a los jóvenes a atender a Alan y cerraran sus heridas. La verdad no sé como harían eso; pues no tienen materiales, y, lo mejor está a punto de pasar: Cantidades de golpes se escuchaban detrás de la puerta que llevaba a las escaleras en ese edificio, los caminantes ya habían llegado y reclamarían su comida.

Todos se notaron seriamente aterrados y sin escape, pensando en que hacer. Di un leve brinco hacia atrás, cayendo en el piso; me volteé dejando de ver la hermosa escena que se avecinaba, para así dirigirme a lo que realmente iba a hacer. Caminaba lenta y serenamente hacia las escaleras, llegando a ellas para bajarlas paulatinamente. Empuñé mis armas con mis sentidos alerta, ya que exactamente veintiséis caminantes me esperaban en el piso de abajo; sólo necesito ubicar a Neytan con cualquier sonido que identifique una actitud humana, lo cual no me resultará muy difícil.

La oscuridad dominaba el lugar, dándole un aspecto vislumbre y tétrico. Claramente no era problema para mí, siendo que tengo una visión nocturna desarrollada gracias a mi amaestrada habilidad; aunque aún así, no es eterna, dándome un tiempo límite para encontrar al joven. Sin duda quiero disfrutar mi momento con él, siendo el hijo de Liseth y de Alan, debe de ser muy interesante; además de el deseo de detallar su expresión al enterarse de que su padre ni su madre...

Ya no existen.

Mi Vida Después de la Muerte© [DOS CAPS. SEMANALES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora