CAPÍTULO XX: DESCONTROL.

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Me dirigí al portal y observé por la mirilla, por  desde la cual no se posicionaba nada detrás de la puerta; sin embargo, escuchaba cantidades de pasos circulando por los pasillos, pasos rápidos y lígeros, añadido del arrastre de afiladas garras de acero. Eso sólo podía significar una cosa, y eso hacía las cosas más complicadas de lo que esperaba.

Son zombis de Clase 4.

Esas bestias que comunmente corrían en cuatro patas, que a pesar de ser de mediana estatura, tienen una agilidad y una destreza increíble. Lo molesto del caso, es que poseen el sentido de la vista muy bien desarrollado y perspicaz, y sus otros sentidos no se quedan atrás, puesto a que son superiores comparándolos con las clases anteriores; además, nunca faltan las afiladas garras, que ellas, al mínimo corte que te hagan, estarás infectado. Su fuerza y su velocidad, tomando en cuenta la altura de sus saltos, puede hasta triplicarse comparándolos con los caminantes normales. Cada clase es peor que la otra y con capacidades evolucionadas a la anterior, siendo estos los penúltimos de la tabla.

Mi único plan pensado, sería el de correr a toda velocidad hacia la terraza... Vale, sí, es una idea estúpida, aún quedan varios pisos adelante y desconozco la cantidad de monstruos que puede haber en el extenso trayecto. Pero, necesito hacer algo, no puedo quedarme aquí para siempre y hacer esperar a todos; además, tengo asuntos que resolver con Neiré.

Intentaba idear algo ingenioso para escapar, pero sólo estaba en blanco. Un sentimiento de impotencia y desesperación me carcomía vorazmente mientras mis planes se iban  reduciendo a absurdas fábulas que me dejaban varado sin posibilidad alguna.

¡Eso es! —pensé.

La única debilidad de esos feroces caminantes, es la penetrante y sofocadora luz de cualquier fuente; pero ahora la pregunta es: ¿Qué haré con esa información?, no tengo ninguna manera de generar luz, además, es de noche. La única forma, es que me quede hasta mañana, o esperar a que me huelan y me devoren, o aún mejor... dirigirme al puesto de fusibles, probando suerte.

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—Ya ha pasado un buen rato, creo que él... —decía Neiré jocosa, siendo interrumpida.

—¡Cállate, él volverá! —dije con seguridad y tenaz ante sus comentarios inadecuados.

—No seas imbécil, es claro que ya lo devoraron, él cayó, ¿lo olvidaste? Es mejor que nos vayamos ahora mismo, con tanto escándalo que hubo mientras nos trasladábamos a este lado, grupos de caminantes nos deben estar buscando —objetó Neiré con su maldita voz irritante.

Esas palabras me lastimaban cual lanza contra mi pecho, atravesándome, dejando salir cantidades de esperanza; pero no, debo ser fuerte, estoy segura de que Neytan volverá y nos iremos de aquí todos juntos.

Áxel junto con los otros chicos, se hallaban tratando a Dixon por su fractura, rebuscando materiales para entablillar. Alan al igual que yo, nos hallábamos impregnados en cólera contra Neiré; pero sé que Neytan volverá, y él es el que le dará su merecido a Neiré tarde o temprano. Lo que me preocupa es su tardanza, y la cantidad de caminantes que deben deambular en la estructura.

Alan se acercó a mi rápidamente, acercando sus labios a mi oído.

—Ya vienen, algo se está acercando. Ya van por el segundo piso —susurró Alan nervioso—. Tienes que llamarla, y buscar a Neytan por tu cuenta, sino todos... —calló, me puse tensa y me torné cabizbaja cerrando mis párpados con fuerza—. Tienes que hacerlo Liseth, ya van por el tercer piso, y estamos en el octavo aproximadamente.

—Alan, ¿acaso ya olvidaste la última vez que la llamé?, ¡fue hace 19 años, en ese maldito día donde todo comenzó! —exclamé sollozando—. Si la vuelvo a llamar, ella va a tomar el control total sobre mí, y ustedes no van a poder contra ella.

Alan bajó su mirada, me acerqué a él para abrazarlo, logrando escuchar los latidos de su corazón que tamborileaba desenfrenadamente. Alan me tomó de hombros y me alejó, penetrándome con sus brillantes ojos café.

—No... tú tienes el control, siempre lo has tenido, y nunca lo perderás. Solamente tienes que ser fuerte y tenaz, superarla, dominarla; recuerda que ella no estaría sin ti, así que demuéstrale quien manda. ¿Lo entiendes?

Tragué duro, mientras una gota de sudor resbalaba de mi sien. Podía entender perfectamente eso; pero desconozco si ella se habrá hecho más fuerte y mortal, debido a la cantidad de tiempo transcurrido.

—Quinto piso, es ahora o nunca —Alan me otorgó su machete y una pistola de su clase favorita, una Glock—. Que ella use su máximo poder, siendo la única de nosotros que lo ha aprendido y dominado a la perfección.

Asentí, lista y aterrada por lo que se avecinaba. Procedí a llamar mentalmente a Htesil, siendo la llave de su jaula para dejarla ir. Sentía que mi fuerza se iba agotando, hasta que no tuve más que agazaparme por mi debilidad. Sudaba frío sin cesar, y una presión en el pecho me estaba aplastando hasta que no pude más y, me desmayé. Todo se retornó oscuro, la pesadilla había comenzado.

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Abrí mis párpados poco a poco, dando a ver mis iris de un color rojo carmesí tan profundos como un abismo. Coloqué mis manos en forma para levantarme, recuperando mis fuerzas con cada segundo que pasaba; me posicione arrodillada, y de un tirón, me puse de pie, alzando la vista observando todo a mi alrededor. Tambaleaba un poco, y un leve dolor de cabeza me invadía, a la vez que mi sed de sangre se iba aumentando a cada instante.

Noté que en una mano sin darme cuenta, empuñaba con fuerza un machete; e igual con la otra mano, una pistola de mi estilo favorito. Al ver esto, una sonrisa de oreja a oreja se me dibujó, cambiando mi semblante a una de desquicio total. Apunté mis ojos al frente para verna a un hombre fornido con una frondosa barba, lo conozco perfectamente; sin embargo, estaba diferente... eso es, ¡le faltaba un brazo! Comencé a reír desenfrenadamente al percatarme de ello. Apunté mi arma a su frente, haciendo contacto con él; noté como sus labios se movían, mientras gotas de sudor desbordaban por su frente; pero mis oídos estaban sordos ante cualquier sonido proveniente. Disfruté ese momento de terror, sabiendo él que dispararía en cualquier movimiento sin sentido que haga; aunque ya me aburría, y decidí hacer esto para saciar mi sed de sangre y mis ganas de descuartizar a quien se cruce, oír huesos crujir fusionado con gritos de dolor agonizantes. Sí... sí, ¡sí!, ¡¡sí!!, ¡¡¡sí!!! ¡¡¡Lo necesito!!!

Y ahora, sin poder aguantar mis ganas, jalé el  gatillo.

Mi Vida Después de la Muerte© [DOS CAPS. SEMANALES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora