CAPÍTULO IV: ¿PAZ?

30 7 0
                                    

No... no... ¿qué está pasando? Papá, mamá, ¿en dónde están?, aparezcan. Necesito ayuda, estoy acorralado, por favor, aparezcan. No... no quiero usarla, tengo miedo, mucho miedo, necesito ayuda, por favor...

¡¡AYUDAAAAAAAAAAAAAA!!

Desperté de golpe, estaba sudando frío, y mi respiración estaba agitada. Fue un sueño, un sueño sobre él... ay Mark... tenía tanto tiempo sin soñar con él. Fue una experiencia traumática, lo vi con mis propios ojos. Todo es culpa de este maldito infierno apocalíptico, a veces sólo quiero morir; pero tengo que ser fuerte: Por los que cayeron; y por los que aún no han caído, pero que tienen un futuro incierto. Condenada incertidumbre.

Estaba solo en la carpa, y vi que la luz del sol atravesaba la gruesa tela. Decidí salir de ella, y vi que mis padres estaban ahí, sentados, serenos, sólo veían el lugar con curiosidad, queriendo explorar más a fondo este enorme búnker.

Eran como las 7:30 a.m., más o menos eso le calculaba.

Vi a mi madre, se veía con tal sosiego... la luz del Sol reflejaba su belleza. Una mujer con tez blanca; ojos verdes; cabello color fuego. Me alegra no haber nacido con ese color de cabello, no me gusta en absoluto. Sólo se le ve bien a mi madre.

Y mi padre, aún estaba sollozando, sin duda sigue afectado por la pérdida de Robert. Se le veía con claridad que tenía los ojos rojos, tenía tiempo sin verlo así.

Pisé algunas ramas y hojas secas en mi caminar, delatando así mi presencia. Mis padres voltearon a verme.

—¡Buenos días, Neytan!—dijeron al unísono.

—Buen día, padre; buen día, madre. Conque madrugando, ¿eh?, ¿algún buen presagio para este día?

—Pues nada interesante—comenzó a hablar mi padre—, los soldados están afuera, aniquilando a todos los zombies circulantes. Es un día tranquilo.

Se siente raro. Normalmente éramos nosotros quiénes mataban a los zombies que se acercaban, ahora que lo hagan por ti me hace sentir..., me hace sentir débil.

Mi madre solamente rió.

—Dejemos de hablar de zombies por un momento, llevo como 20 años oyendo esa maldita palabra, relajémonos por lo menos este día, aún faltan bastantes para la enorme horda. Cambiando de tema, ya que Neytan despertó, ¿no habrá algo que comer por aquí?—habló mi madre.

En parte tenía razón, aunque no quita mi sentimiento de debilidad. Eso sí, tengo hambre.

—Vayamos a la cafetería, debería estar una por aquí, ¿no?

Asentieron con la cabeza, y entonces salimos en búsqueda de alguna cafetería.

El ser humano sin duda es bueno adaptándose; más bien... hemos evolucionado. Antes, el humano promedio no podía pasar un aproximado de dos semanas sin poder comer, ya que moría; ni un aproximado de 3 días sin tomar agua, ya que daba el mismo resultado. Ahora, podemos estar hasta 4 semanas sin comer, y 1 semana sin beber agua, en condiciones extremas. Nuestro cuerpo consume menos calorías, y trabaja con mayor eficiencia, y normalmente se consumen dos comidas, y desde una hasta 2 botellas de agua. Algo bueno nos trajo estos 20 años de sufrimiento.

Conseguimos que comer, solamente eran unas mesas, usando como techo una carpa, para cubrir la comida. Había sólo pan, algunos enlatados mayormente, y varias botellas de agua.

Cada uno agarró una lata de judías y una botella de agua, y nos sentamos en un banco que estaba cerca.

Terminamos de comer, después, sólo quise admirar el lugar, y me paré del banco a admirar. Estaban todos los caminos congestionados de personas, y me comenzaba a preguntar que porqué no había aparecido Neiré a voltear la paz que estábamos disfrutando en este momento. Parece que estuviese obsesionada con nosotros, me pregunto si querrá algo...

Algo me sacó de mis pensamientos, una persona había tropezado y cayó encima de mí, le detallé y era un hombre: Tez morena; ojos grandes y color café; cabello rústico y de color negro; musculoso.

—¡Oh!, disculpe joven, que torpe he sido. No me fijé por donde iba, ¿estás bien?

—Nono, tranquilo, no tiene porqué disculparse. ¡Sigo vivo!, nada grave.

Echó una carcajada.

—Es que ya sabes cómo están las cosas por acá, ¡está todo lleno!, es difícil caminar con tranquilidad.

—En realidad no lo sé, llegué aquí ayer.

—¡Hey genial! ¡Pues, bienvenido, compañero!

—Gracias. En realidad ya estoy en uno de los escuadrones de por acá, para erradicar a la enorme horda.

—Oh, sí, esa horda... es tan grande que aún no sabemos con exactitud cuántos zombies hay, ni que hay. Podría haber más de lo que pensamos ver. Nosotros la llamamos: «La Gran». Teníamos desde hace 7 años que no veíamos nada igual.

Oh, sé de qué me hablas...—pensé.

—¡Y yo también estoy en ese escuadrón!, mañana es nuestro entrenamiento, iremos al exterior a practicar un poco.

—¿Ah, sí?, pues supongo que te veré allá, emmm...

—Dixon.

—¡Oh, claro! Pues nos veremos allá, Dixon. Un placer, cuídate.

Nos dimos un apretón de mano, se despidió, hasta salir de mi campo de visión por completo, cubierto por tantas personas.

—Conque ya haciendo amigos eh—soltó mi madre.

—No lo sé, yo sólo me concentro en salir de aquí, e ir a nuestra refugio...

Guardamos silencio, creo que no pude evitar decir eso.

Una explosión nos sacó de nuestra inexpresividad.

¡ATENCIÓN, ZONA NORTE EN LLAMAS. REPITO: ZONA NORTE EN LLAMAS. ESTO NO ES UN SIMULACRO, ESTO NO ES UN SIMULACRO, CUBRIRSE Y TENER CUIDADO!

Todo el mundo comenzó a correr desenfrenadamente, chocando unos con otros. Idiotas, no han aprendido nada, no aprenden a mantener la cabeza fría. Si mueren, es porque son imbéciles.

Los soldados bajaban escaleras y subían completamente armados.

Mi padre y yo los vimos, asentimos la cabeza, sabíamos lo que pensaba el otro.

Bajamos sin pensarlo. Mientras más ayuda tuvieran, mejor, y sabíamos que nos esperaba una masacre.

Habían varias puertas, al abrirlas, se veían armas de todo tipo. Mi padre agarró una USAS-12, escopeta; yo agarré una M16, y un cuchillo militar. Mi padre siempre queriendo agarrar lo más potente, yo me optaba por lo ligero y práctico.

Oíamos gritos, y balas por todos lados. ¿Qué estaba pasando? Mi madre ya no estaba en el banco, la habíamos perdido de vista. Maldición, no sabíamos si buscarla, o ayudar. Decidimos por separarnos, mi padre fue a buscar a mi madre, y yo fui a ayudar.

La paz había terminado, duró mucho, más bien. Comenzaba la verdadera masacre, acabaré con esto pronto.

Quedan 6 días para acabar con esto.

Mi Vida Después de la Muerte© [DOS CAPS. SEMANALES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora