Tenemos que hablar

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-Mamá.

Mordí la punta de mi lápiz, hice una anotación en el borde del plano y alcé la vista hacia mi hijo Jack, de diez años, que se me acercaba.

-¿Sí, tesoro?-Dije sonriendo.

Jack se acercó a mi cama y se sentó junto a mí. Dejé el plano que estaba revisando y el lápiz sobre el lado izquierdo del colchón, y lo miré otra vez.

-Tenemos que hablar.-Dijo con seriedad.

Contuve una expresión de orgullo. El médico había hecho una prueba de desarrollo con él. Jack tenía un coeficiente intelectual más alto que los demás niños de su edad. Casi cumplía once años pero actuaba y pensaba como alguien de catorce. Su mente se había desarrollado antes y por eso hablábamos de todo tipo de temas, aunque fueran para niños más grandes...

Y sus expresiones serias, como "tenemos que hablar" o "mamá, esto es muy importante", me recordaban todo el tiempo su gran capacidad.

-Dime.-Dije sonriendo.

-Es sobre papá.

Mi sonrisa se evaporó de mi cara con facilidad. Sabía perfectamente que algún día Jack me haría preguntas sobre su padre, pero no estaba lista aún para responderlas.

-¿Sobre papá? Sabes que no me gusta hablar sobre...

-Mamá, merezco saberlo. Y técnicamente no es sobre papá. Es sobre una fotografía que encontré.

Fruncí el ceño y me quité los anteojos. Los usaba para leer, pero como mi hijo no estaba tan cerca, lo veía más bien borroso.

-¿Dónde la encontraste?-Pregunté.

Él puso una expresión culpable que yo conocía muy bien.

-En tu escritorio, en un cajón cerrado con llave.

Suspiré y froté mis sienes haciendo acopio de paciencia.

-Jack, tienes prohibido husmear en mi escritorio y lo sabes.

-Sí, mamá, lo sé, pero no puedo ser buen hijo por siempre. Alguna vez tengo que hacer travesuras. Además, habías dejado la puerta abierta, y me dio curiosidad, y la llave estaba en la cerradura del cajón...

-Ya hablaremos sobre eso.-Lo regañé.-¿De qué fotografía hablas?

Jack sacó la mano que ocultaba detrás de su espalda y me tendió una vieja foto.

Había olvidado que la tenía allí. La había ocultado en el cajón porque solía llorar a mares cada vez que veía a...

-Creí que la había perdido.-Murmuré acariciando las orillas amarillentas.

Soplé un poco sobre la foto y miré el rostro de mi antiguo novio y el padre de Jack, Rupert Grint.

Era muy guapo. Tan guapo como lo recordaba. Era alto, pelirrojo y tenía los ojos de un encantador tono verde-grisáceo que siempre me había cautivado.

En la fotografía me rodeaba los hombros con un brazo mientras me besaba.

Cada uno de nosotros sostenía a un bebé.

El que él tenía en sus brazos era Jack. Y la bebé que yo sostenía entre los míos...

-Mamá, ¿quién es la bebé en la fotografía? Este es papá, se nota porque he visto sus fotos...

Fruncí el ceño.

-¿Husmeaste las demás fotografías?

-No importa ahora. Es papá. Y esta eres tú. Este soy yo, reconozco perfectamente mi rostro de bebé. Pero ella... Mamá, ¿quién es?

Suspiré profundamente y estreché la fotografía contra mi pecho, conteniendo las ganas de llorar.

-Siéntate aquí.-Dije palmeando el lado izquierdo de la cama.-Tienes razón cuando dices que tenemos que hablar.

Reencuentro [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora