Nuevas y antiguas fotografías

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La casa de Rupert y Madeleine era enorme siendo que allí vivían sólo ellos dos. Estaba en un vecindario muy tradicional de Londres, en una zona tranquila de la ciudad.

Tenía dos pisos. Abajo estaba la cocina, el comedor, la sala de estar, una habitación y un baño. Y arriba dos habitaciones más y otro baño.

Maddie llevó a Jack a la habitación de abajo.

-Esta es la habitación de invitados, pero puedes quedarte aquí.

Jack asintió y dejó sobre el piso todas las pertenencias que tenía consigo: la manta que yo le había dado en el hospital y sus zapatillas. Luego dio un brinco y se acostó en la cama.

-Este colchón sí que es cómodo.-Dijo bostezando.-Me parece que voy a echarme una siesta.

A los dos minutos de decirlo, ya estaba durmiendo.

Lo arropé con las mantas y luego salimos del cuarto. Se merecía dormir después de la intensa noche. Además era sábado, no tenía que ir a clases.

-Tu casa es muy bonita.-Dije a Madeleine.

Ella sonrió.

-Sí. Papá escoge cómo decorar todo pero mi habitación es mi decisión. ¿Quieres verla?

-Claro, hermosa.

Dejé mi bolso sobre la mesa.

Ella me guió por el comedor y la cocina hasta llegar a la escalera.

-Este es mi cuarto.-Dijo emocionada tomando mi mano para llevarme arriba.

Era una habitación muy grande y se notaba el toque femenino en ella. Las paredes eran de color crema. Una lámpara azul pastel colgaba del techo. La cama tenía un cubrecama celeste y el armario era lila, también pastel. Los demás muebles eran del mismo color crema que la pared, y había pósters de las películas favoritas de Madeleine y una cómoda con fotografías.

Me acerqué a verlas. Todas eran de ella, sola de pequeña o con Rupert, abrazados, jugando al tenis o al ajedrez, soplando las velas de un cumpleaños de Rupert...

Excepto una. Era más antigua que las demás, y en ella salía yo, cargando a Madeleine entre mis brazos, haciendo que alzara su pequeña manito para saludar a la cámara.

Tomé el portarretratos y me sentí culpable por haber ocultado todas las pruebas de mi pasado con Rupert en ese cajón con llave que Jack había abierto.

Allí había un álbum entero de fotografías de los dos, las llaves de nuestro primer departamento, un libro que me había obsequiado con una dedicatoria, un collar que también me había regalado, el conjunto que llevaba la primera vez que nos acostamos juntos, una revista de vestidos de novia, una prueba de embarazo... La primera sonaja de Madeleine, y su primer zapato. Y yo había decidido ocultarlo todo, enterrarlo en el pasado, tratando de olvidarlo.

Acaricié la mano de Madeleine en la fotografía y me cubrí la boca para que no oyera mis sollozos.

-Mamá.

Ella se acercó a mí y me abrazó la cintura.

-Es una fotografía hermosa.-Dije.

Enjugué una de mis lágrimas y las demás cayeron sobre su cabello pelirrojo, mientras la estrechaba con fuerza.

-No llores.-Dijo ella sonriendo.-Te mostraré la habitación de papá.

Asentí y volvió a tomar mi mano para llevarme al segundo cuarto del piso superior.

En cierto sentido, era similar a mi habitación.

La cama era enorme y estaba en el medio de la habitación. Tenía un armario empotrado en la pared, y una biblioteca en la pared frente a la cama. Había una ventana como en la de Madeleine, sobre la cómoda. Tenía una mesa de noche color caoba y el cubrecama era a cuadros rojos y negros.

Reencuentro [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora