Las luces de Londres

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Miré hacia abajo, hacia las luces de Londres bajo mis pies. Corría una brisa fresca y suave, que me hizo sentir bastante frío.

Deslicé mis manos por la baranda como esperando que así entraran un poco en calor. No había casi tráfico a aquellas horas... Era un fin de semana de vacaciones, un sábado por la madrugada... La ciudad parecía dormida.

Me había despertado por el calor que sentía al estar acurrucada desnuda junto a Rupert, luego de una larga sesión de hacer el amor, aprovechando que los mellizos y Austin no estaban, y que podíamos gritar y gemir a nuestras anchas.

Acomodé mis pies uno sobre otro para calentarlos. No sabía que pudiera hacer tanto frío a las tres de la madrugada.

Dejé que la brisa revolviera mi cabello y sonreí al pensar en el hombre que dormía en la habitación a mis espaldas. Lo amaba de verdad. Habíamos pasado por muchas dificultades, pero en ese momento era la mujer más feliz del mundo y no querría ser nadie más. Ni estar con nadie más.

Un abrazo delicado por detrás me causó un repentino sobresalto.

-Em... Es tarde... ¿Qué haces levantada?-Susurró besando mi cuello.

Sonreí y acaricié sus brazos.

-Me hacía calor.-Respondí.-Oye, no sabía que tuvieras un balcón. La puerta está tan bien oculta que la habría pasado por alto de no ser porque entré creyendo que era la del baño.

Él rió.

-No suelo salir mucho. Pero supongo que la vista es linda.

-Es espectacular.-Corregí.

-No tanto como tú.-Me corrigió a su vez, marcando una sonrisa en mi cuello que hizo que mi corazón se acelerara.

Giré levemente la cabeza para sonreírle.

-Ven conmigo.-Susurró.-Quiero hacerte el amor otra vez.

Arqueé la espalda para hacerla crujir y que él la oyera.

-Esto es tu culpa, Grint.-Dije.-Harás que acabe quebrada en dos partes.

-Me encantará eso si es por mí.-Dijo riendo.-Por favor, de verdad quiero hacerlo.

Me deshice con suavidad de sus brazos y apoyé otra vez mis manos en la baranda del balcón. El anillo de compromiso tintineó levemente cuando chocó con el frío metal.

-De verdad Londres se ve precioso a estas horas.

Sentí que se paraba junto a mí y apoyaba su mano sobre una mía.

-Nunca había salido a ver el paisaje un sábado de verano a las tres de la mañana.

Lo miré de reojo y le sonreí.

-Te amo.-Murmuré acomodando el cabello rebelde que le cubría un poco la frente.

Él alzó las cejas.

-No es que me queje, desde luego, pero... ¿A qué ha venido eso?

-No lo sé. Simplemente... Estoy feliz.

Sonrió con una expresión divertida y tomó mi rostro.

-¿Entonces vienes conmigo a la cama?

-Mmm...

Observé sus labios con atención y la forma en que se curvaban en una irresistible sonrisa seductora.

Rodeó mi cintura con sus brazos y me besó la nariz.

-Será suave, lo prometo. No más contracturas en la espalda.

Reí y lo abracé poniéndome de puntillas.

Reencuentro [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora