Los narcisos me dan náuseas

1K 65 29
                                    

-Lo siento, lo siento.

Reí.

-No pasa nada. Ven aquí.

Rupert me miró rápidamente de arriba a abajo, sonrojándose, y cerró los ojos. Trató de avanzar a tientas en la ducha, sin mirarme, pero no funcionó.

-Lo digo en serio. No me molesta. Ya me has visto desnuda. Ahora abre los ojos antes de que te quiebres la otra pierna por un despiste.

Él ladeó la cabeza y lentamente despegó los párpados. Reí y me acerqué, rodeando su cuello con mis brazos y besándolo.

Habíamos logrado inmovilizar por completo su pierna hasta el muslo y cubrirla con un grueso plástico para que no se mojara el yeso.

Sostuvo mi cintura con cuidado. Era la primera vez que nos duchábamos los dos desnudos desde hacía años.

Habían pasado dos semanas desde la operación y por fin tenía permiso para bañarse. Se había vuelto loco al estar acostado casi quince días.

Enredé mis dedos en su cabello pelirrojo y me puse de puntillas, haciéndole una suave caricia en la mejilla con mi nariz.

-Eres adorable.-Murmuré riendo.

Rupert sonrió.

-Déjame enjabonarte la espalda.

-Pero si ya lo he hecho yo.-Reí.

-Sí, pero... Por favor.

-Está bien.

Le di la espalda y me agaché para buscar el jabón. Él tomó mi cadera con firmeza y me abrazó por detrás, besando lentamente mi hombro y sonriendo contra mi piel.

Giré un poco la cabeza y nos besamos entre risas. No habría creído poder ser tan cursi de nuevo.

-Te amo.-Dije mordiendo mi labio inferior.

Él apoyó sus manos debajo de mi ombligo, algo que me hacía desearlo a más no poder.

-Y yo a ti.-Susurró robándome un beso.

-¿Cómo lo has pasado hoy?

Helena y Ryan nos habían visitado y le habían hecho compañía a Rupert, junto con Jack y Madeleine. Habían pasado horas hablando con él. Yo incluida. Rupert me abrazaba en la cama y hablábamos todos juntos.

-De maravilla. Adoro a esos niños. Son increíbles.

Sonreí y sentí que me enjabonaba lentamente la espalda.

-Estás demasiado al sur.-Protesté volteando.

Sus manos aferraron mi trasero con fuerza y me atrajeron hacia sí.

-A ti te encanta.

Reí y aparté sus manos antes de quitarle el jabón.

-Tenemos que darnos prisa. No podemos gastar toda el agua del tanque.

-La culpa es tuya y de Madeleine. Pasan horas duchándose.-Rupert rió.-Para Madeleine no tengo solución, pero tú... Comenzaremos a ducharnos juntos para ahorrar agua.

-Yo no puedo pasar quince días sin bañarme.-Dije dándole un suave empujón.-Tengo que ir al trabajo y no puedo hacerlo si apesto.

-El trabajo. ¿Cómo está mi querido amigo Mason?-Preguntó frunciendo el ceño y rodeándome instintivamente con sus brazos.

-Lo transfirieron a otro piso por pedido mío. Ya no me molestará. Además tiene más que sólo mi denuncia. Logrará que lo metan preso.

-Eso será genial. Pero no iré a visitarlo en la cárcel.

Reencuentro [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora