Lectura entre sábanas

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-"El sexo es un factor variable en la pareja."-Estaba diciendo Rupert mientras yo me perdía en observar el movimiento de sus labios y deseando que se atreviera a besarme otra vez.-"Sólo hay que pensar en que cambia como cambian las parejas. Hay un capítulo de este libro según el tipo de pareja y el sexo que pueden tener, y luego la relación que pueden establecer al jugar en la cama. Escoja su tipo de pareja."

Rupert me acarició la nuca y siguió leyendo.

-"Heterosexual. Si bien muchos la consideran típica y aburrida, una relación heterosexual permite tantas variantes como una homosexual. Esto se debe claramente a factores biológicos. Hay diferentes maneras de percibir a la mujer en esta relación. Puede poseer, ser poseída, dominar, ser dominada; exactamente igual pasa con el hombre. La edad no es un impedimento para el cuerpo de una mujer, sigue siendo bella y atractiva, sobre todo a los ojos de su pareja, y como tal debe considerarse como una persona merecedora de amor, no como un objeto. Ella es parte vital de la relación. Y luego el hombre es el que sentirá más hondamente la edad, porque perderá algo de fuerza y vitalidad, pero tampoco es un impedimento a la hora de tener sexo. No debe recaer en el antiguo error de ver a su pareja sólo como el entretenimiento para las noches, porque si lo hace, entonces que deje de leer en este instante. Lo importante que él sepa es que su potencial sexual sigue activo y que si una mujer está con él es porque algo positivo debe tener. Si ya tienen hijos, es probable que los niños sean un factor condicionante. Procuren dejarlos con un abuelo una o dos veces por semana para disfrutar de la cama. No intenten ponerlos como excusa para no tener sexo, porque se puede solucionar su presencia fácilmente."

Me acurruqué contra el cuerpo de Rupert y bostecé.

-¿Tienes sueño? Puedo seguir mañana.-Ofreció él besando mi frente.

Asentí y me sonrió. Cerró el libro con cuidado y me estrechó contra su cuerpo, apagando la luz.

-¿Tú qué prefieres? ¿Dominante o dominada?

Me sonrojé.

-¿Cómo se relaciona eso con dormir?

-No respondiste mi pregunta.

Suspiré y acaricié su pecho en círculos, sintiendo los latidos de su corazón y apoyando mi cabeza sobre su piel.

-No lo sé. Me gusta que el amor esté presente en la relación. Si en la cama yo estoy abajo o arriba no hace la diferencia.

-Sabes a qué me refiero. ¿Te gustaría estar atada de pies y manos o que yo lo esté, por ejemplo?

Reí sin poder evitarlo.

-Simplemente no te veo quedándote atado tan tranquilo.

Él se encogió de hombros.

-Depende de qué tan ardiente esté todo. Por ejemplo, yo, con esta bota, no puedo ser el dominante, porque corro el riesgo de romperme aún más la rodilla.

Reí y lo miré fijamente.

-Pero te gustaría.

-Claro. No sé si atar. Eso es demasiado. Pero los ojos vendados... Verla gimiendo y saber que no puede verte...

Traté de imaginarme unos segundos la situación. Rupert desnudo sobre mí, embistiendo mi cadera con ferocidad sin que yo pudiera verlo, sólo sentirlo en la más absoluta oscuridad... Y admito que me excitó la idea.

-Quizás sea una buena idea.-Dije encogiéndome de hombros.

-Deberíamos probarla.

Su rostro se volvió rojo al notar que lo había dicho en voz alta.

-Me refería a...-Contuve una risa.-Que nosotros... No quise decir que tendremos sexo... Tal vez una vez normal... Sin venda... Y luego... Pero no... No me refería a que lo haremos... Sólo a que no hacerlo... Sería una lástima... Aunque...

Reí y lo abracé.

-Cambiando de tema.-Dije.-El cumpleaños de los mellizos. Quieren invitar a sus compañeros de la escuela. No me parece una mala idea. Podemos mover algunos muebles en la sala de estar.

-Supongo que sí. Espero tener bien la pierna para ese momento. Así los ayudo a preparar todo.

Acaricié dulcemente su cabello y cerré los ojos.

-Que descanses.

-Espera.

Tomó mi rostro y lo acarició con el dorso de su pulgar. Sentí un escalofrío y supe que estaba sonrojada.

-¿Qué pasa?

Suspiró profundamente.

-La semana entrante tengo que ir al doctor para ver si puedo volver a caminar o no. No te lo tomes a mal, pero... Quisiera ir solo.

-Oh.-Dije, apenada.-Pero yo quería...

-Sólo será buscar unos resultados. Recién la otra semana veremos bien qué sucede. Te contaré todo, lo prometo, pero no es necesario que me acompañes. Si algo está mal... Quisiera decírtelo yo.

-Todo estará bien, lo prometo.-Dije con el tono más dulce que pude.

Rupert sonrió y me dio un suave beso en la frente.

-¿Eso crees?

-Claro que sí. Al fin y al cabo, te habían dicho que te pondrías bien.

Suspiró.

-Sí... Eso espero, en serio.

-Estarás bien. Probablemente hasta puedas cargarme entre tus brazos cuando recuperes tu fuerza en rehabilitación.

Sonrió.

-Puedo hacerlo ahora. Eres una pluma.

Se sentó en la cama, obligándome a incorporarme también, y pasó mis piernas a cada lado de su cadera.

-Deja de hacer tonterías.-Protesté.-Quiero dormir.

Sonrió y sujetó mis glúteos con fuerza, logrando elevarme unos centímetros sin que tocara la cama.

-Bájame, te vas a hacer daño.-Dije.

Él rió y me subió un poco más.

Tomé su rostro y lo besé, haciéndole perder la concentración. Me dejó sobre el colchón y me correspondió al beso con entusiasmo, acostándose sobre la cama.

Aunque la ropa se interponía entre nosotros, podía sentir que su erección presionaba mi vientre y que buscaba la zona baja. Me moví un poco hacia adelante y logré sacarle un gemido. Mordió mi labio inferior y me acarició la espalda, elevando mi pijama con suavidad.

Sus dedos sobre mi espalda desnuda amenazaron con hacerme perder la cabeza. Sólo quería que me hiciera el amor de una vez.

-Te quiero.-Solté sonriéndole contra su boca, y él me miró con una sonrisa.

De repente, su expresión cambió por completo y me apartó, pareciendo tan confundido como cuando yo me había dado cuenta de que estaba enamorada de él.

No. No podía ser...

Se tocó los labios con las yemas de los dedos y luego me miró, sonrojándose.

-Yo... Será mejor si dormimos.-Dijo suspirando y cerrando los ojos.

Ni siquiera tuve tiempo de asombrarme por lo que había pasado. Me encogí de hombros, decepcionada, y lo abracé contra mi cuerpo.

Sólo varios minutos después, cuando él creyó que yo dormía, susurró:

-También te quiero.-Y me abrazó con dulzura antes de que nos durmiéramos.

Reencuentro [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora