Odio dar malas noticias

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La molesta alarma de mi teléfono me despertó. Bostecé y estiré un brazo lo más que pude para apagarla.

Luego recordé por qué estaba desnuda y por qué Rupert también lo estaba.

Suspiré y acomodé el cabello que caía sobre su frente, preocupada por la operación.

Debía meterme en la cabeza que todo saldría bien. Era la única forma de ayudarlo.

-Rupert... Despierta.-Susurré sonriendo.

Él enterró su rostro en mi cuello y me abrazó con más fuerza.

-Amor...-Probé con suavidad.-Despierta. Tenemos que prepararnos para ir al hospital.

Él suspiró y abrió los ojos para mirarme fijamente. Estaba tan guapo que le di un beso en los labios.

-¿Cómo dormiste, amor?-Pregunté esforzándome por sonar dulce y cariñosa.

Hacía mucho que no practicaba el ser su novia. Asumía que después de haber tenido sexo a las tres de la mañana, ya no éramos sólo amigos.

-Mejor contigo a mi lado.-Murmuró, aunque sin sonreír, dejándose caer boca arriba y mirando el techo fijamente.

-¿Qué pasa?-Pregunté abrazándome a él.-¿No te gustó?

Sonrió, aunque sólo el tiempo suficiente para decir:

-Me encantó.

-¿Entonces?

-He estado pensando, Emma.

Fruncí el ceño al notar que me llamaba por mi nombre en lugar de usar un cariñoso apodo.

-¿Ahora qué fue lo que hice mal?-Pregunté ligeramente irritada.

Volvió a suspirar.

-Nada. Em... Yo te amo.-Murmuró.-Pero tengo que decirte esto. No... No podemos... No puedo salir contigo.

¿Acaso era una maldita broma? Me dolía cada rincón del cuerpo pero era feliz habiéndome entregado a él, ¿y así me lo pagaba? Mi corazón se rompió y tuve que hacer un gran esfuerzo para no gritarle.

-¿Entonces nos acostamos por nada?-Pregunté empujándolo para apartarme con brusquedad y darle la espalda.-Sabía que cuando tuviéramos sexo te cansarías de mí. Eres igual que todos los hombres. No te importan mis sentimientos en lo más mínimo.

-No, no es así, escúchame.

Él tomó mi cintura con firmeza y me obligó a voltear, sujetando mis muñecas para que no me apartara.

-Te amo, ¿de acuerdo? No es eso. Pero no quiero condicionarte a salir con un inválido.

-No eres un inválido.

-Aún.

-Ese "aún" es el que debería importarte.-Suspiré exasperada.-Escucha, idiota, estoy cansada de nuestros besos confusos y de tus frases de héroe, ¿sabes? Yo te amo a ti, no a tu pierna, ni a tus brazos, ni a tu entrepierna, ni a nada físico. Me daría igual si te vieras de otra forma, yo te amo por cómo eres, y eso no va a cambiar.

Su expresión se ablandó y pegó su frente a la mía.

-No podré hacerte el amor como lo mereces ni cargarte entre mis brazos cuando, alguna vez, salgamos de la iglesia.-Murmuró.

-No me importa.-Dije con firmeza.-Pero parece que no quieres entenderlo.

Él besó mi frente y me abrazó.

-Alguien tendrá que decirles a los niños...

-...Sobre la operación. Lo sé.-Suspiré pensando en cómo los mellizos se tomarían que su padre tendría que pasar más meses con un yeso, cuando se suponía que ya debería comenzar a caminar sin él.

Reencuentro [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora