¿Estoy muerto?

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-Está grave.-Dijo el médico antes de hacerme entrar.-No hemos querido alarmar a su hija, pero no sabemos qué puede ocurrirle.

-¿Qué le pasó?-Pregunté con el corazón en la boca.

-Se golpeó la cabeza al caer. Y se fracturó una pierna.-Meneó la cabeza.-No podrá caminar por unos meses, pero la cabeza es lo que nos preocupa.

-¿No despierta?

-No. No está en coma, por ahora sólo duerme, pero...

Asentí y tragué en seco.

-De cualquier forma, no se preocupe. Trataremos de hacer lo mejor por él. Puede pasar. Los dejaré a solas. En caso de que despierte, le ruego que me lo haga saber de inmediato.

-Gracias.

Entré a la habitación. Estaba bien iluminada.

Rupert estaba en una camilla. Tenía la pierna izquierda enyesada y colgando del techo, y dormía profundamente.

Mi corazón se detuvo al verlo. Habían pasado once años y aún era guapísimo.

Me acerqué a él. Había cambiado. Sus facciones eran más maduras y marcadas. Su cabello ya no tenía ese corte que estaba de moda cuando salíamos, y no usaba barba.

-Rupert.

Estiré mis manos hacia su rostro y lo acaricié con cuidado.

-Oh, cielos.

Comencé a temblar de forma patética y acaricié sus mejillas.

Creí que me habría quedado sin lágrimas después de ver a Madeleine, pero al sentir que mi rostro se humedecía, comprendí que no.

-Rupert.-Repetí, con voz quebrada.

Pegué mi frente a la suya con suavidad y me eché a llorar.

Me costaba creer que me doliera tanto verlo así. Si se suponía que ya había superado mi amor... Mi cabeza y mi corazón eran un lío terrible.

Por un instante pensé en qué estaría ocurriendo si nunca lo hubiera dejado marcharse y una ola de culpabilidad me invadió.

-Rupert... Lo siento... Cuánto siento lo que pasó...-Susurré.-Nunca debí... Jamás debí distanciarme de ti...

Tragué en seco y besé su frente.

-Madeleine... Es hermosa... Y ha crecido tanto...

Él no respondía, por supuesto. Una de sus manos estaba junto a la camilla, conectada a una bolsa de líquido. La otra descansaba sobre su pecho.

Miré a mi alrededor y hallé una silla. La acerqué a la camilla y me senté. Tomé su mano. Estaba fría.

-Rupert...-Susurré acercando su mano a mi corazón.

Acomodé su cabello revuelto y besé su frente otra vez. Su piel estaba helada.

Miré la bata del hospital que llevaba y apoyé mi mano libre sobre su pecho. Sentir que su corazón latía, aunque fuera un latido débil, me hizo sentir bastante más tranquila.

Acaricié delicadamente su pecho y contuve más lágrimas.

Volví a tomar su mano entre las mías.

-Jack también creció. Me recuerda... Me recuerda a ti.-Dije besando sus dedos llenos de raspones.-Es tranquilo pero a veces bastante travieso. Y es divertido como tú.

Sonreí con tristeza.

-Siempre quiso conocer a su padre. Yo le mentí, le dije que habías muerto en un accidente porque no soportaba... No podía pensar en ti y en cómo te dejé... Bueno... En cómo hice que nos dejaras... Fue todo mi culpa... Rupert, de verdad lo lamento...

Reencuentro [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora