Maddie se recupera

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-Quiero agua, por favor.

-Sí, mi amor.-Dije buscando un vaso y sirviendo un poco de agua fría.

Se lo di a Madeleine y la ayudé a sentarse un poco para que pudiera beber. Estaba aún muy hinchada y sus labios estaban tan morados como una uva madura.

Pero al menos no tenía fiebre y estaba viva.

-Gracias.-Dijo devolviéndome el vaso.

-¿Cómo te sientes?-Preguntó Rupert acariciándole la frente con cariño.

-Fatal.-Respondió nuestra hija tosiendo.-Lamento haberme reído de la alergia de la tía.

Rupert la miró con una sonrisa consoladora, y luego a mí. Besó mi frente para evitar que me echara a llorar.

-¿Qué aprendimos de esta experiencia?-Preguntó tomando la mano de Madeleine y sonriendo.

-Que soy terriblemente alérgica a las abejas.

-No. Es decir, sí. Pero no me refería a eso.-Dijo Rupert negando con la cabeza.-¿Saben qué aprendimos? No hay que ir a la casa de Hannah otra vez.

Maddie rió y Jack, que estaba sentado del otro lado de la camilla, también.

-¿Cómo puedes bromear sobre esto?-Protesté.

Rupert me besó la punta de la nariz con cariño.

-Sólo trato de evitar que todos nos echemos a llorar. Maddie se pondrá bien, descuida.

Me rodeó con un brazo y me acarició el hombro.

-No te preocupes.-Susurró.-Mejorará muy pronto.

Suspiré y me acurruqué contra él.

Jack nos miró y suspiró.

-Papá tiene razón.-Dijo Madeleine.-Según las enfermeras y los doctores, me pondré bien. Basta con evitar las picaduras por el resto de mi vida y olvidaremos que esto pasó.

Sonreí y besé su frente con suavidad.

-No te preocupes, tesoro. No tengo intenciones de pasar por esto otra vez.

-En otras noticias, si les parece.-Dijo Jack haciendo crujir su cuello.-Hoy en la escuela la maestra de literatura preguntó por ti, Maddie. Y te envió esto. Dice que ojalá te mejores.

Él sacó un paquete de su mochila y se lo dio a su hermana. Ella lo abrió con una sonrisa. Era un libro.

-¡Lo encontró!-Dijo entusiasmada.-Me prometió que lo buscaría para prestármelo. Es genial. Gracias, Jack.

-No he sido yo, nada que agradecer.-Dijo él sonriente.

Rupert me acarició el cabello con suavidad y besó mi sien.

-Madeleine se parece demasiado a ti en la universidad. Demasiado. Me da un poco de miedo.

Los niños rieron y golpeé su hombro para protestar.

-No es divertido.

Rupert me sonrió.

-Sí lo es. Pero estás siendo muy gruñona hoy. Sonríe, verás que todo estará bien.

Miré a Madeleine y ella asintió.

Suspiré y esbocé mi mejor intento de sonrisa. Rupert me rodeó con sus brazos y me besó la frente.

-¿No creen que mamá se ve más bonita cuando sonríe?-Preguntó a los niños mientras yo me sonrojaba.

Los dos asintieron.

-Por eso no queremos verla triste.-Añadió él sujetando mi mano con cariño.-Tú tranquila. Todo estará bien. Y tengo novedades.

Rupert sonrió. Más tarde noté que su sonrisa se veía muy cansada y falsa, que no era real, pero en ese momento no pude distinguirlo con claridad y fue algo de lo que me arrepentí mucho.

-Busqué unos resultados en el médico y me dijo que podré comenzar a caminar la semana entrante.

Las caritas de los niños se iluminaron y supongo que la mía también, me sentí realmente feliz por él.

-¡Qué buena noticia!-Dije rodeándolo con mis brazos y estrechándolo con fuerza.

Me besó la frente y les sonrió a los niños.

-Propongo que pidamos algo para celebrar que Maddie está mejor y que yo también. ¿Una pizza, tal vez?

Los cuatro reímos.

Rupert tomó las manos de Madeleine entre las suyas y le dirigió una dulce sonrisa paternal.

-Dejaremos que escojas el sabor tú. Aunque sea ese que no me gusta.

Sonreí y acaricié su nuca pelirroja.

-Gracias.-Murmuré besando su sien con cariño.-Por hacerme sentir mejor.

Me puse de pie.

-Voy a beber un poco de agua.

Reencuentro [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora