Quiero que vuelvas a ser tú

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-A ver.-Dije con las manos en la cintura.-¿Se puede saber, en nombre de todos los cielos, por qué no puedo pasar una tarde en paz con mi hija?

Jack y Rupert habían instalado la consola de videojuegos de mi hijo en el televisor de la sala de estar y estaban enfrascados en un sangriento juego de lucha. Ninguno me respondió. Madeleine rió y subió las escaleras hasta su cuarto para guardar sus cosas.

-A ver, hombres.-Insistí.

Me paré delante del televisor y crucé los brazos.

Jack puso en pausa el juego. Sabía que cuando yo hacía eso era malo.

-Hola, mamá.-Saludó sonriente.-Voy ganando. ¿Trajiste la cena?

-Sí.-Fruncí el ceño con desaprobación mirando a Rupert.-Las almendras nunca te gustaron.

-A ti sí y creí que las querrías comer, pero como no notaste que las compré, decidí echarlas a la ensalada.

Suspiré y me senté en medio de los dos, rodeando a mi hijo con un brazo.

-¿Cómo te fue hoy? Siento no haberte llevado a tenis.

Sonrió.

-No te preocupes. Papá instaló la consola enseguida y nos pusimos a jugar. Es malísimo.

Miré a Rupert de reojo, intrigada. Cuando él jugaba a los videojuegos contra sus hermanos, siempre ganaba.

-Es que no coordino bien.-Respondió él.-Pero tú eres un verdadero campeón.

Los dos chocaron los cinco ignorando que yo estaba allí.

-¿Sólo jugaron a los videojuegos toda la tarde?

-No. Yo hice los deberes y papá estuvo adelantando trabajo en el ordenador. Este es nuestro descanso.

Sonreí y besé su frente.

Luego miré a Rupert. Él se tensó, incómodo.

-No voy a hacerte nada.-Dije con un suspiro.-Quería saber qué es esa buena noticia que ibas a darnos.

-Oh, cierto.-Sonrió.-¡Maddie, ven!-Gritó.-¡Tienes que escuchar esto!

Madeleine llegó del comedor.

-Estaba poniendo la mesa. La pizza aún está caliente.

-Te gustará oír esto.

Ella se sentó en su regazo y Rupert le hizo cosquillas.

-Mi pequeña. Mamá me dijo que tuviste un mal día, y eso no puede ser, no señor. Así que cuando Jack estaba haciendo los deberes, hice una llamada telefónica.-Sonrió de oreja a oreja.-A la escuela Kim Peek. Y me dijeron que estarán encantados de conocerlos, que los esperan mañana temprano para hacerles una entrevista y, si la pasan, ya estarán oficialmente matriculados.

Sonreí.

-¡Oh, pero qué buena noticia!

Lo abracé con cuidado, pero él me apartó. Sentí un dolor particular en mi estómago.

Los mellizos se arrojaron sobre él para abrazarlo y reír, pero yo me levanté del sofá y me dirigí a la cocina, herida en lo más profundo de mis sentimientos. Sabía que él estaba enfadado conmigo, pero nunca pensé que tanto como para simplemente apartarme como si fuera una molestia.

La mesa estaba puesta. Saqué la pizza de las cajas y la corté en porciones. Hasta había recordado sin ayuda de Madeleine el gusto favorito de Rupert, lo que no ayudaba en nada a lo mal que él me había hecho sentir.

Reencuentro [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora