Rupert aprende a pedir disculpas

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Entré a casa con prisa. Lo bueno de ser jefa era que podía salir un poco antes de la oficina, lo suficiente para preparar el almuerzo para recibir a Evanna y Matthew.

Rupert estaba sentado en la mesa de la cocina, con un ordenador al frente, y leía la pantalla con atención.

-Hola.-Saludó al verme entrar.

Fruncí el ceño, aún enfadada.

-¿Qué haces con eso aquí?-Pregunté.

-Estaba leyendo comentarios sobre la escuela a la que quieren ir los niños.

Le di la espalda y abrí la nevera para sacar unos tomates. Prepararía pasta con salsa.

-Emma.

-Más vale que te comportes con los invitados hoy.-Dije.

-¿Invitados?

-Invité a una pareja. Sus hijos van a esa escuela. Ya que, al parecer, sin referencias boca a boca no logras aceptar nada.

Lo miré unos breves segundos e hizo una mueca. Pero no me respondió a la crítica.

-Oye, ¿me das una mano? Necesito ir al baño.

Suspiré y me acerqué para ayudarlo a levantarse.

Él se sentó sobre la mesa y tomó mi cintura para atraerme hacia sí.

-¿Qué haces?-Pregunté.-Suéltame ahora.

-No hasta que me oigas.-Dijo.-Lo siento.

-No alcanza una simple disculpa por ser un idiota.-Dije tratando de zafarme de sus brazos.

-Lo lamento de verdad. No debí decirte que eras blanda en frente de los niños. Sobre todo porque no es cierto, no creo que seas así. Estaba enojado contigo.

-¿Y yo qué culpa tengo de que te levantes con el pie izquierdo?

-No puedo levantarme con el pie izquierdo, está quebrado.-Dijo haciéndome reír.

Enseguida me puse seria, sin embargo.

-Estaba... Estoy celoso.-Dijo.

-¿Celoso?-Pregunté, confundida.-¿Y eso por qué?

Él suspiró. Parecía haber estado pensando toda la mañana en la pelea y en lo que iba a decirme, porque no vaciló al comenzar a hablar.

-Los mellizos te quieren más a ti que a mí. Jack siempre vivió contigo, es comprensible que me odie... Pero Madeleine... Desde que apareciste, te adora y ya no somos tan inseparables como antes... Me siento totalmente inútil y prescindible en la casa, sólo ocasiono molestias.

Crucé los brazos, sintiéndome un poco conmovida. Sólo un poco.

-Debiste decírmelo.

-Lo sé y lo siento, pero la única forma que me queda de sentir que Madeleine aún me respeta es ser severo con ella.

Tomé su rostro con cuidado.

-Eres un tonto.-Dije.-Los niños te adoran. No me prefieren a mí, nos quieren a los dos...

-¿Cómo lo sabes?

Sonreí sin poder evitarlo.

-Madeleine te adora. Ella es muy expresiva. Como tú. Y cuando nos conocimos, debió sentir que debía compensar el tiempo perdido. Como tú lo quieres hacer con Jack. Él, en cambio, es más reservado, como yo. No suele expresarse mucho, pero te adora también, y pasa todo el tiempo posible a tu lado. Estás celoso inútilmente, sin razón.

Reencuentro [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora