kapitel dreiundzwanzig. (23)

3.7K 328 33
                                    

023.

Su mano acariciaba la mía al compás de los latidos de mi corazón. Mi dedo anular estaba conectado a un medidor de pulsación cardiaca.

Yo no podía hablar. El nudo que invadía mi garganta me impedía siquiera hacer un ruido. Algo. Mi mirada estaba perdida en algún punto de su camisa. No quería verlo a la cara.

¿Era mi culpa, acaso? Seguí siempre las indicaciones de la doctora, no bebí ni fumé. No entendía lo que estaba pasando.

Escuché el picaporte de la puerta. Ésta se entreabrió, permitiendo que la doctora Levine entrara. Su distintivo cabello gris estaba atado en un moño y sus finos labios no me decían nada.

Dígame algo, por favor. Sabía que si abría la boca, las lágrimas saldrían disparadas de mis ojos sin poder controlarlas.

—Puedes estar tranquila, Verena. —Dijo mientras se acercaba a la camilla. La mano de Volker hizo presión en la mía, pero se mantuvo tan callado como yo.

—¿Qué pasó? —Le pregunté. Sentía la boca seca y la lengua sin fuerzas.

—Fue una hemorragia causada por un hematoma supracervical.

—Era mucha sangre —expuso Volker.

Cuando nos dimos cuenta de mi sangrado, Aspen corrió al exterior de la casa para asegurarse de que Volker seguía cerca.

Afortunadamente, él se había quedado un momento en su auto. Ella logró alcanzarlo y pronto Volker nos llevó al consultorio. Se veía preocupado, pero mantuvo la calma en todo momento.

—Así es, pero no hay de qué preocuparse. Ahora te haré un ultrasonido para saber cómo van sus latidos... —La doctora Levine empezó a colocarse los guantes de látex y yo levanté mi blusa hasta debajo de mi pecho. Puso el gel frío sobre mi vientre—. Éste hematoma es causa de tu placenta previa.

—Placenta previa —murmuró Volker. Me dirigió una mirada tranquilizante al ver mi cara de pánico. No entendía—. Significa que tu placenta está sobre el cuello uterino.

—Así es, pero no podría especificarte nada. Si hacemos un ultrasonido vaginal puede haber más hemorragias, así que no te voy a arriesgar. Existen tres tipos: la total, la parcial y la marginal. En la primera, la placenta cubre totalmente el cérvix —me explicó—; la segunda es la que lo cubre parcialmente, y la tercera es cuando está cerca del borde del cérvix, pero no lo obstruye.

—¿Y eso se debe a...?

—Suelen ser frecuentes en los embarazos múltiples.

—Pero quiere decir que estarán bien. —Volker intentaba a toda costa que yo estuviera tranquila, pero no iba a estarlo hasta que escucháramos los latidos de los bebés.

Sandra continuó con el ultrasonido, ejerciendo algo de presión en mi vientre para localizar los latidos.

Pronto escuché uno, y cinco segundos después le siguió el otro. Sentí que mi alma descansaba.

Por más que intentaba leer las imágenes en la pantalla, no entendía nada. Me sentía una madre terrible por no poder distinguir nada. Seguían siendo unas figuras extrañas en mi útero.

—Los dos están en perfecto estado, Verena.

—Excelente. —Murmuré para mí. Seguía enfocada en la imagen.

—Doctora, eso quiere decir que los bebés están en un solo saco gestacional —el comentario de Volker sonó más como una pregunta. Sandra frunció el entrecejo.

—Así es.

—Eso significa que son...

—Son gemelos idénticos. —Confirmó ella. Mi corazón dio un vuelco.

Lo que harías por nosotros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora