kapitel zweiundvierzig. (42)

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Después de nuestra reunión con la directora ejecutiva de Kinderhaus, Ivana Bradaric, Volker ofreció su apartamento para el almuerzo. De todos modos, debía hacer algo de tiempo para la cita con el pediatra. Sin oponerme, acepté, a pesar de que la mirada de Viktoria no estaba para nada de acuerdo. Seguía renuente a aceptar la simple presencia de Volker, lo que hacía que mi corazón saltara de impaciencia. No estaba acostumbrada a la compañía de otra persona, y mucho menos a la de un hombre. Sólo éramos nosotras tres, y al parecer no le agradaba la idea de que él estuviera a nuestro alrededor. Mare estornudó cuando abroché su cinturón de seguridad en la silla. Empecé una lista mental de cosas que debía comentarle al pediatra.

Cuando estuvimos instalados en el apartamento, dejé que ambas exploraran el piso. Volker siempre lo tenía todo acomodado, así que no había peligro alguno.

—¿Crees que siempre sea así? —Añadió Volker sirviendo jugo de naranja para los dos—. Quiero decir... Me gustaría que pudiéramos llevarnos bien.

—Volker —me reí—. Es un bebé de año y medio. No le agradas ni le desagradas, simplemente... No te conoce.

—¿Y cómo supones que será con Milen?

Había pensado en varios escenarios en los que Viktoria y Marlene conocerían a su padre, pero sabía que ninguno se acercaba a la realidad.

En uno, Marlene lo reconocería sin duda alguna, y a pesar de ser recelosa con todo el mundo, sabría que Milen es su papá. Iría corriendo hacia él, para ser recibida en sus brazos. Milen la levantaría en el aire y ella le plantaría un beso en la mejilla, mientras que por otro lado Viktoria se mantendría a lado de mí, oculta detrás de mi cuerpo.

En otro, las dos se quedarían conmigo, confundidas por el hecho de que un extraño estuviera ahí, diciendo ser su padre. Y optarían por ignorarlo, tal vez.

—No lo sé —suspiré—. Puedo pensar muchas cosas pero Milen es impredecible. Y todo lo que tenga que ver con él.

—Cualquier cosa que pase, Verena, podrás contar conmigo. Sé que es complicado confiar en mí después de lo que pasó... —Movió de un lado a otro la espátula que usaba para cocinar en la sartén, y se encogió de hombros a la vez— pero lo digo en serio. Ellas merecen un padre.

Volker y yo nos giramos al mismo tiempo para observarlas. Viktoria volvía a intentar ponerse de pie, sólo que ésta vez sí estaba acompañada de Marlene. Ambas se aferraban a la orilla de la mesa de centro de la sala, Viktoria más fuerte que Marlene, pero igualmente ninguna se rendía. Vik pataleó con ganas y hasta se rio por haberlo logrado. A Mare todavía le costaba mantener el equilibrio, y más aún después de volver a estornudar. Le daría un resfriado.

—Las inscripciones para Padre del Año no están abiertas —me limité a decir. Balanceé mi cuerpo contra el suyo para hacerle saber que estaba intentando no ser grosera. Volker simplemente sonrió mientras continuaba con su labor en la cocina.

Una vez que hubimos almorzado, esquivando hábilmente cualquier tema que tuviese que ver con Milen o con el futuro, Marlene jugueteaba con su cuchara de plástico y Viktoria se reía por las caras graciosas que hacía Volker.

—Parece que ella sí te soporta —agregué con una risita, a la que Marlene imitó.

—Voy a ser su tío favorito.

Sonreí observando la escena. Me parecía gracioso cómo Marlene se mostraba tan reacia con Volker. Lo observaba por unos segundos, seguía cada uno de sus movimientos, para después ignorarlo y volver a sus asuntos. Una parte de mí se preguntó si así sería con cualquier otro hombre.

Lo que harías por nosotros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora