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Calle tras calle todo se fue volviendo más incomodo para mi por que al parecía no importarle la vida. Pasamos de casas normales a calles con grandes edificios, intentaba distraerme mirando a la gente en las tiendas, todo el lugar parecía de lujo, nunca imagine que Jungkook viviera en un lugar así.

El auto se detuvo y yo voltee a mirarlo, él ni siquiera se percató de mi mirada sorprendida. Giro a su izquierda entrando en un gran estacionamiento parando en uno de los lugares vacios que allí se encontraban.

- Bájate - me dijo muy cerio y haciendo lo mismo.

Tomo su mochila y demás pertenencias dirigiéndose al ascensor, yo lo seguía a gran velocidad ya que sus piernas son mas largas y camina mas rápido. Nos paramos cada uno en una esquina del ascensor, en ningún momento se digno a mírame, marco el número 13 y comenzó a subir.

- Sígueme - el si que era un hombre de pocas palabras.

Llegamos a la puerta número 21, la abrió brutalmente, lanzó sus cosas en un gran sillón blanco que había al fondo de la habitación y se dirigió a la cocina.

- Quieres comer algo? - grito

- No gracias, estoy bien.

- Ok - me dijo mientras mordía una manzana - terminemos rápido con esto asi te puedes ir.

Me tomo del brazo y me llevo hasta su habitación, en mi interior todo era crisis, llanto y ganas de gritar, me estaba arrepintiendo de esto.

- Quítate la camisa - me dijo despreocupado.

En ese mismo instante comencé a morir, Jungkook se deciso fácilmente de la suya tirándola a un costado de su enorme cama dejándome ver una espectacular espalda ancha y musculosa, una cintura refinada y asombros brazos. En su espalda se hallaba un enorme dragón cubierto de fuego que ocupaba la mayor parte de esta, desde su nuca, un camino de rosas llegaba hasta su hombro derecho, mientras que en el izquierdo se podía ver un nombre o frase que no llegue a leer.

- Aun no te has quitado la tuya? - se volteo sacándome de mi transe pero no tarde mucho en volver por que él comenzó a desabrochar la mia con suavidad para lugo quitármela y tirarla lejos.

Yo no podía dejar de mirar sus hermosos ojos y el también me observaba. Reacciono rápidamente tirándose en la cama y tapándose con la sabana.

- Cuando saques la foto fijate que no se vean los pantalones por que si no no te va a creer -

Se acomodo fingiendo estar dormido, intente calmarme y me metí a la cama con él. Me acomode lo mas cerca que mi valentía alcanzó, prepare mi celular para la selfie y cuando estaba listo él me interrumpió.

- Espera - me grito

- Que pasa? -

Me miro por un segundo, analizaba cada centímetro de mi cara con esa mirada oscura que lo caracterizaba, se detuvo y comenzó a despeinar mis rubios cabellos de forma muy sensual, entrelazaba sus dedos entre mis hebras y las deslizaba hacia atrás con fuerza. Pero no era suficiente para él, sentía mis mejillas arder y mi entrepierna despertar.

- Estas muy blanco - me dijo para luego acercarse a mi suavemente para que yo no me asustara, deslizo su lengua por mi nuez para luego besar tiernamente mi lado derecho del cuello, estire mi cabeza hacia atrás y él intensificó el beso succionando y chupando mi piel. No pude evitar soltar algún que otro gemido suave, deslizó sus labios hasta mi clavícula haciendo lo mismo y de esa forma dejar varias marcas rojas. Suspire cuando me soltó y lo observe detenidamente, que acababa de ocurrir? Estaba confundido.

- Asi parece que lo hicimos de verdad si no tus amigos no te van a creer - soltó como si nada hubiera pasado volviéndose a acomodar en la posición anterior, lo ignore y tome las fotos rápidamente, no quería que se diera cuenta de la gran erección que se me había formado.

- Ya esta? - pregunto nervioso.

- Si - respondí sin dejar de mirar mi celular, aquellas fotos eran hermosas, tome una de prueba y dos mas enfocándome en su lindo abdomen.

Se levantó de la cama casi corriendo, yo aproveché para tomarme un respiro ya no podía mas de los nervios. Busque mi camisa y me acomode el cabello, salí del cuarto y escuche que balbuceaba algo desde la cocina.

- Piensa en cosas feas, piensa en cosas feas -

Él estaba apoyado en la mesada de su blanca cocina, al parecer ahí todo era blanco, cabizbajo suspiraba y parecía preocupado, creo que el estaba en la misma situación que yo.

- Eh ya me voy - dije con voz baja para no molestarlo.

- Ah...espera yo te llevo al fin y al cabo yo te traje y no sabrás volver - salió de la cocina sin mirarme y casi llevándome por delante.

Se puso una remera que le quedaba bastante grande pero muy sexy, me hizo correr por el pasillo y llegamos a mi casa en menos de dos minutos, estaba algo nervioso creo que yo pero no le di importancia.

Al llegar a mi casa le agradecí que me hubiera traído pero el ni siquiera me miro ni me hablo, tampoco se despidió, solo aceleró y se perdió entre las calles.

El resto de la noche no pude dejar de pensar en su besos húmedos y sensuales labios, sus ojos oscuros y profundos me enloquecieron, tenia miedo de que ese chico me gustara mas, él no era bueno para mi.

La Apuesta - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora