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Narra Jungkook

Maldita sea mi existencia, podría estar teniendo un maravilloso polvo con mi rubio preferido, pero no, tenía que estar en esta maldita oficina.

Mi padre había recordado que tenía dos hijos maravillosos y que debía ocuparse de ellos. Lo único que podía ver en este momento era la cara de frustración de mi hermana, y eso me enfurecida.

- Hijos míos - dijo el viejo golpeando la puerta junto con su abogado.

- Hola padre - dijo Seughee con un tono melancólico.

- Ja Padre? - la mire - este tipo no es tu padre, tu no tienes uno - sonreí.

- Cierto - amplio su sonrisa - lo había olvidado -

Ambos ignorabamos al los dos hombres que nos miraban expectantes, ese tipo era realmente irritante, con su traje elegante, su mirada soberbia y su ego por la nubes.

- Vallamos al grano - dijo sentándose en el enorme escritorio - no tengo tiempo que perder - ahí estaba de nuevo con su arrogancia.

- Que mierda quieres de nosotros viejo - realmente me causaba repulcion.

- Quiero que vengan conmigo a Seúl, creo que es hora de que dejen la rebeldía y vuelvan con su padre a casa -

- Dejar la rebeldía? Volver a casa? Si mal no recuerdo tu te fuiste con una puta - nunca había oído a Seughee hablar así - para que sepas, tus rebeldes son lo mejores de la clase, se mantiene solos y jamás han tenido problemas con nadie, y todo eso sin tu ayuda - esa era mi hermana, me sentí orgulloso de ella.

- Jungkook el mejor de la clase? - se burlo como si hubieran dicho el mejor chiste de la historia, realmente él no sabía nada de nosotros.

- No - respondí en seco mirando mis uñas de forma sobradora - el mejor de la clase se llama Park Jimin - sonreí al recordar al bello rizos de oro - pero no te preocupes le sigo yo con las mejores calificaciones - sonreí victorioso levantando la mirada hacia él.

- Valla me sorprenden, pero son menores así que van a tener que venir conmigo - estiro sus brazos sobre el escritorio entregandonos una carpeta a cada uno.

- Querido padre - suspiro - no iremos a ningún lado - dijo Seughee sin mover un musculo - Jungkook ya cumplió 21 y yo tengo 23, así que perdiste tus derechos hace ya algunos años. Ahora si no tienes nada más interesante que decir, tenemos cosas que hacer -

- Adiós viejo idiota -

Ambos nos levantamos y nos encaminamos a la salida dejando a nuestro padre totalmente enfurecido. Mi hermana sollozo todo el camino de regreso a su casa, yo sabía que ella lo quería mucho, pero no podía negar que era una mierda.

- Si quieres puedes ir con él, no debes preocuparte por nada - dije estacionado el auto en la entrada.

- Jamás te dejaría solo, si tu no vas yo tampoco - respondió secándose las lágrimas.

Suspire mientras bajábamos del auto, todos creían que teníamos la gran vida por estar solos, pero no era así, me hacían falta los abrazos de mi madre, sus caricias, las charlas, los momentos juntos en donde todos éramos una familia feliz, por que no todo fue así, cuando mi madre vivía, mi padre era un hombre amable y servicial que vivía para sus hijos y su esposa, pero mi madre murió cuando yo tenía 7 años y eso destrozo a la familia. Mi padre se hundió en la depresión, ya no le importo si estábamos bien o no, las empleadas de la casa cuidaron de nosotros hasta que tuvieron que irse por que mi padre no les pagaba. Conoció a una mujer un año después de que mi madre muriera, la tipeja esa nos envió a vivir con nuestro abuelo materno. Gracias a dios el viejo tenía mucha plata, pero estaba enfermo, así que prácticamente nos criamos solos. Seughee fue como una madre para mi, me cuido, me enseñó, me educó y me ayudaba a estudiar y por eso soy el mejor, ella hizo todo por mi sacrificando su infancia.
A mis 15 años, nuestro querido abuelo murió dejándonos una herencia millonaria, solo a nosotros dos, ya que mi madre no tenía hermanos y mi abuela ya había fallecido hace mucho.
Nos quedamos solos, completamente solos, éramos ella y yo contra el mundo, eso nos hizo fuertes y fríos. Por suerte Seughee ya tenía 18 en ese entonces y podía hacerse cargo de mi como mi tutora, sino tendríamos que haber ido a un horfanato. Esos años fueron difíciles, ella trabajaba en verano para mantenernos, hacía buen dinero y vivíamos el resto del año. Pudimos tener el dinero de mi abuelo recién cuando yo cumpli 18, ahí todo fue diferente, decidimos administrarlo bien así que pagamos toda la secundaria e incluso la universidad de ambos, me compré mi departamento y mi auto, mientras que Seughee se quedó con las propiedades de nuestro abuelo. Dejamos un resto de dinero en el banco y para estas alturas ya ha generado bastante interés aumentando el número de billetes, pero decidimos guardarlo para una emergencia como una enfermedad o algo así. Mi hermana continúa trabajando los veranos para comprar alimentos y algún gustos, como ropa y cosas de chicas, mientras que yo trabajo manteniendo el edificio donde vivo y con eso me ahorro de pagar la luz, el agua y demás gastos generales.
Yo no fui el mejor hermano, siempre me metí en problemas por mi temperamento, pero Seughee siempre cuidaba bien de mi. También me ayudo mucho conocer a Namjoon, él me enseñó a pelear y a defenderme, me sacó a la calle y me mostro la crueldad de la misma. Por esa razón todos me temían, por que sabía que era temor no respeto, las leyendas acerca de mi volaban por los pasillos, la mayoria me daban gracia, como de un simple echo se armaba toda una historia. Namjoon también hizo de mí su lienzo, tatuó en mi todos mis pensamientos, desde entonces hago dibujos para sus clientes y todos quedan satisfechos.

- Que historia aburrida la nuestra - le dije a Seughee abrazándola por detrás y dejando un pequeño beso en su mejilla.

- Si - dijo sonriendo - es terriblemente aburrida -

Pasamos la tarde juntos como hace mucho no lo hacíamos, le conté de lo mio con Jimin y lo mucho que empezaba a gustarme ese chico. Realmente nunca había sentido esa atracción por nadie, definitivamente ese chico me traía loco.

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La Apuesta - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora