¡Regrese Al Auto y Tranque La Puerta! Pt. 2

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Personajes: Sebastian Stan x Lily Reynolds

Advertencia: No

Lily

Termine de hablar con el doctor y regrese la vista a mi madre, la cual estaba postrada en una de las tantas camas de aquel hospital. Frote mis costados en un intento de protegerme del frió. Un solitario lagrima bajo por mi mejilla al verla en ese estado, pero la quite rápidamente y me dije a mi misma que todo saldría bien, que ella saldría de aquí, de esto como dije el doctor.

Arrastre una de las sillas hasta su costado y tome su mano, maldiciendo mentalmente y recriminando por todas las veces que gracias a nuestro orgullo preferimos estar peleadas que doblegarnos y pedir disculpas. Suspiro y jugué con su anillo de bodas.

De repente el recuerdo de la noche en la que mi coche decidió dejarme a la deriva.

Cuando el auto se detuvo mi corazón lo hizo por igual al notar el barrio en el que estaba. Cuando aquel hombre golpeo mi ventana, aterrorizada era poco para como estaba. Pero por alguna razón que desconozco, confié en el. No se el porque.

En ese momento no me había fijado, pero ahora que me ponía a recordar ese momento caí en cuenta de que el lo mas probable es que fuera un indigente, y que lo mas probable es que haya gastado todo su dinero en ayudar a una desconocida. El bien pudo robarme el auto, secuestrarme e incluso violarme pero no lo hizo. Por el contrario rompió con el esquema de que todos los indigentes son vagos y malhechores, de que son malos. Me ayudo, sin ningún interés detrás. Recuerdo la tranquilidad y la paz que abordaba su mirada cuando toco la ventana de mi auto...la bondad y honestidad.

Esas son cosas que no puedes fingir.

Mordí mi labio.

Necesitaba devolverle el favor.

Recordé la manera cruel en la que me fui inmediatamente el auto encendió. Ni siquiera me despedí o le di las gracias.

Me sentía mal. Estaba asustada, si, pero si no hubiera sido por la amabilidad de aquella persona no se que hubiera sido de mi en un barrio como ese.

Tuvo miles de oportunidades de hacerme daño, pero hizo todo lo contrario; me ayudo.

- ¿Por que no vas a casa y duermes un poco? - Escuché la voz de mi padre, Carlos, el cual estaba a mi lado. Había estado tan perdida en mis pensamientos que si quiera escuche cuando entro.

- Estoy bien.

Seguimos conversando tratando de pasar el tiempo aunque ambos no podíamos dejar de mirar los movimientos de los dedos de mi madre con la esperanza de que despertara, aunque solo eran reflejos del cuerpo. Termine por contarle sobre aquel hombre que me ayudo, hace unos días. Tiempo después mi cuerpo comenzó a cobrarme todo ese tiempo que me quede dormida en esas incomodas sillas. Le avise a mi padre que me iría a descansar a la casa de ellos, ya que mi departamento estaba alejado del hospital. Baje hasta el sótano del hospital, busque mi auto, entre en el al encontrarlo y arranque. A medida que pasaban los minutos tras el volante, en varias ocasiones tuve que tomar varios tragos largos a mi café, debido al sueño que tenia.

Carlos

Estacione mi auto en el establecimiento que mi hija me había mencionado, recorrí con mi mirada todo mi alrededor. Cerre con seguro, asegurándome de no dejar nada importante a la vista. Camine un par de kilómetros, tratando de verle a la cara a todos los que me encontraba. Luego de unos minutos me detuve al ver como al parecer un hombre de cabello negro ayudaba a otro, pero la persona a quien ayudaba no tenia piernas pero mas sin embargo vendía revistas y mas cosas. El hombre de cabello negro le ayudaba a recoger algunas de sus revistas que le habían volado a causa del viento pero para su mala suerte la mayoría se habían mojado por caer en un charco de agua y lodo.

Sebastian Stan ONE SHOTS ; COMPLETA ✓ | EN EDICIÓN | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora