Día 3: Una historia desde la perspectiva de una mascota

218 29 4
                                    

—Oye, Sombra, ¿no extrañas tu casa?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Oye, Sombra, ¿no extrañas tu casa?

Sombra ladeó la cabeza.

La verdad es que no extrañaba el palacio. No extrañaba las riendas adornadas que le picaban y le molestaban en la boca, ni la silla pesada sobre el lomo. No extrañaba el peso del carruaje contra sus ancas ni el restañar del látigo en el aire.

La comida aquí en el bosque podría ser un poco mejor, sin embargo. Sombra resopló y bajó la cabeza hacia la hierba tierna frente a él.

La niña del cabello dorado lo miró pastar en silencio desde el tocón de árbol donde estaba sentada con el regazo lleno de flores que había recogido en el camino. Luego, le sonrió y avanzó hacia él.

—Bueno, después de todo eres un caballo —comentó—. A lo mejor no te has dado cuenta de la diferencia, ¿verdad?

Se puso de puntas de pie y le echó algo alrededor del cuello. Sombra se sacudió un poco, incómodo por la fragancia de las flores, pero la niña de cabello dorado aplaudió, riéndose encantada.

—¡Mira qué guapo quedas! Mañana te haré una corona todavía más colorida, con flores rojas y azules y violetas...

Había cosas que extrañaba del palacio, suponía Sombra. Pero quizá si se fuera del bosque, extrañaría a la niña y a su risa cándida mientras le daba palmaditas en el hocico.

 Pero quizá si se fuera del bosque, extrañaría a la niña y a su risa cándida mientras le daba palmaditas en el hocico

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Relatos detrás del espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora