Día 18: Una historia sobre una guerra

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Alicia estaba cerca

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Alicia estaba cerca.

Rosen fluctuó por los cristales hasta ubicarse en el tercer piso del palacio. Le gustaba aquel espejo en particular. Había tantos espejos ubicados en malos ángulos que limitaban su visión y la obligaban a moverse hacia reflejos menos seguros, como los picaportes bien lustrados o los vidrios rotos de un ventanal. Eran pequeños e incómodos.

Pero aquel espejo era de cuerpo completo y Rosen tenía una vista privilegiada del balcón. Podía ver la noche iluminada por las hogueras de lo que antes habían sido hogares sencillos y mansiones, escuchar la furia de los enemigos a las puertas del palacio.

Su reina entró corriendo, ataviada con un vestido sencillo y una capa de viaje y levantó la baldosa floja donde guardaba sus secretos: joyas, cartas... y el tesoro de Rosen. En rigor, era la amante del rey, una joven viuda que aspiraba a más, pero Rosen le había prometido que algún día la corona descansaría sobre su cabeza.

Las maquinaciones de Alicia habían precipitado los acontecimientos antes de logarlo: alimentando la enemistad entre los dos reinos, instando a los generales a ser atrevidos y traspasar las fronteras a fuego y espadas, guiando su estrategia para abrirse paso hacia la capital. Esta vez, su hermana se había movido rápido. Tendría que tenerlo en cuenta.

—¡Rosen! —la llamó Jeanne. Tenía el bolso de viaje colgado al hombro y una polvera abierta delante del espejo.

Rosen apretó los dientes. Detestaba viajar en esas cosas. Eran pequeñas e incómodas, pero suponía que no tenía muchas opciones. Dio un paso adelante y se acomodó en el cristal. El rostro de Jeanne se veía grotesco y enorme cuando levantó la polvera para hablar con ella.

—¿Y ahora?

—En marcha —le indicó Rosen—. Saquemos a tus hijas de este lugar.

Jeanne cerró la polvera y la arrojó sin demasiado cuidado en la bolsa. En la oscuridad, Rosen suspiró y se dispuso a descansar. Jeanne había sido diligente y le había servido bien. Se aseguraría de que tuviera una vida cómoda. Pero después de eso, sería el momento de buscarse otra reina.

 Pero después de eso, sería el momento de buscarse otra reina

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Relatos detrás del espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora