Día 16: Una historia sobre una nueva raza

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Era el cuadro más extraño de la colección

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Era el cuadro más extraño de la colección.

Lo tenían escondido junto con otros cuadros muy antiguos en una habitación sin ventanas en el ala este. La habitación permanecía cerrada para que la luz del sol y las antorchas no las arruinara, para preservarlas en su estado inmaculado y que las pinturas no perdieran su brillo ni se oscurecieran con el polvo.

Scarlett tenía permitido entrar con su tutor, Thaddeus, y su nodriza, Kalyn, para las clases de historia. Se paraban delante de cada cuadro y la hacían repetir los nombres de las reinas, los de sus príncipes consortes y cuántos años había gobernado cada una. Scarlett tenía que guiarse por detalles como el color de sus vestidos y el estilo de sus peinados para distinguirlas, porque todas las reinas se parecían: hermosas, imponentes, con ojos rojos brillantes y el cabello violeta que siempre era el color más vivo de todo el cuadro.

Pero al cuadro más antiguo no tenía problemas en distinguirlo.

—La Reina Fayette, conocida como la Primera Reina —recitó obediente. Fayette se parecía a sus hijas, nietas y bisnietas. Excepto por un detalle que Scarlett se animó a nombrar una sola vez—: ¿Por qué tiene las orejas puntiagudas?

Thaddeus y Kalyn se miraron perplejos, como si no esperaran que les hiciera esa pregunta.

—Bueno, muchos especulan que fue una decisión del artista —dijo Thaddeus.

—Otros dicen que es porque ella era algo distinto —contestó Kalyn, acercándose al cuadro. La luz que cayó sobre él hizo que el rostro de Fayette pareciera terrible y extraño además de hermoso—. La leyenda cuenta que era un hada, una criatura de los bosques que encontró al Príncipe Elfwine herido tras la traición de sus barones y se enamoró profundamente...

—¡Basta! —la interrumpió Thaddeus. Sonaba enojado, incluso más que cuando Scarlett no recordaba sus lecciones—. Esos son cuentos de plebeyos que la Princesa Scarlett no tiene por qué escuchar.

Kalyn bajó la cabeza. Era más joven que sus otras nodrizas y más tímida, pero a Scarlett le gustaba. Conocía canciones y cuentos que las otras no.

—Es una blasfemia insinuar que hay sangre mágica en las venas de la familia real, cuando ellos han sido los que siempre han mantenido el país a salvo de las maquinaciones de las brujas —continuó retándola Thaddeus.

—Perdone, mi lord. Tenéis razón, por supuesto.

Kalyn tenía el rostro colorado y las cejas de Thaddeus estaban tan juntas que parecían formar una sola línea. Hubiera sido divertido si no hubiera estado tan furioso.

—Terminamos la lección de historia de hoy —determinó, dándose la vuelta. Los faldones de su gabán flamearon en el aire frío de la habitación de los cuadros.

Scarlett se sintió aliviada. Le gustaba aprender, pero ¿siempre tenía que ser Thaddeus tan estricto?

Mientras se dirigían a la puerta, Scarlett se aferró a la mano de Kalyn.

—¿Me lo contarás esta noche? —preguntó en voz baja, para que su tutor no las oyera.

—Claro, su Alteza —contesto Kalyn, con una sonrisa.

Nunca cumplió esa promesa. Esa noche la arropó Juna, una mujer gorda y mayor que nunca le contaba cuentos. Al día siguiente, Scarlett se enteró que Kalyn se había marchado del palacio.

 Al día siguiente, Scarlett se enteró que Kalyn se había marchado del palacio

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Relatos detrás del espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora