Me encontraba en una de las tiendas más caras de la ciudad, atrás de un vestido para la fiesta de cumpleaños de Emmet.
No quería estar ahí, mucho menos ir a la fiesta, claramente, pero Valery prácticamente me trajo a rastras. Mamá también estaba completamente de acuerdo, ya que mi amiga le comentó que el chico andaba tras mío, con lujos y detalles le platico de quién se trataba. Mi peor pesadilla podría ocurrir, hacerme ser su novia.
Caray, ¿por qué no elegí una carrera más corta y barata? Tenía que gustarme cuidar niños ¿verdad?
- ¿Qué te parece? - Livia _que había venido con nosotras también_ se puso frente a mí y giró para mostrarme un vestido color vino, tenía un escote pronunciado y era ceñido al cuerpo, hasta poco arriba de las rodillas.
- Bonito, realza tu cuerpo.
- Dijiste eso de los últimos tres. - respondió con reproche, mordí mi labio inferior, en realidad no quería estar ahí.
- Pero es que todos te quedan bien, eres linda.
- Lo sé, pero no quiero algo que me quede "bien" - hizo comillas con los dedos. - Quiero algo que haga babear a todos, sabes muy bien quienes son los amigos de Emmet, podría sacarme la lotería con esta fiesta. - reprimi poner los ojos en blanco y forcé una risa.
- Cualquiera te queda de infarto, Livia, el escote de ese es perfecto para ti. Tienes una comisión frontal que los hará babear hasta si te vistes de monja. - sonrió con arrogancia y giró para mirarse al espejo, bajando un poco más el escote, dejando más a vista su pecho, asintió a través del reflejo y se marchó. Me permití rodar los ojos.
¡Dios! ¿Cómo podía ser tan superflua?
Aproveché que ninguna de las chicas estaba conmigo para escabullirme a la cafetería que había calles arriba, la descubrí hace poco, tiene dulces deliciosos y el mejor capuccino que probé jamás.
La pequeña campanilla sonó cuando abrí la puerta. La calidez del lugar me llenó por completo y aspiré el olor a café recién hecho, nada mejor para un frío día de diciembre.
- Un capuccino y tres cupcakes, por favor. - la mesera sonrió mientras asentía y se marchó, si mi madre me viera comer todo esto le daría un ataque, siendo ella nutricionista y algo obsesionada con el peso. Mi celular empezó a vibrar, pero simplemente lo ignoré.
Cuando el pedido llegó me dispuse a comer y miré por la ventana, empezó a caer la nieve, pero de manera sumamente tenue, una vista hermosa.
La campanilla volvió a sonar y dirigi la vista hacia la puerta de forma instintiva, oculté una sonrisa con mi bebida. Anthony hizo su pedido en la barra y se encaminó hacia una mesa cerca de esta, no se había percatado de que lo miraba, así que simplemente aparté de nuevo la vista hacia la blanquecina ciudad.
Cuando terminé el segundo cupcake oí un carraspeo frente a mi. Me sobresalté un momento girandome, solo para encontrar sus ojos, hoy con un tono más verde que azul.
- ¿Está ocupado? - dijo refiriéndose a la silla frente a mí, negué con la cabeza sonriendo, él hizo ese gesto característico que yo interpreto como sonrisa y tomó asiento.
- Hola, tú. - sonrió abiertamente y por alguna razón, el ritmo de mi corazón, cambió. Se aceleró.
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In the silence of the night.
Teen FictionNecesitaron solamente tres piedritas. _________________________________________ Prohibida cualquier copia y/o adaptación por cualquier medio sin previa autorización POR ESCRITO de la autora. Obra protegida. ~Ada Cent.