🍃 C21🍃

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- ¡No lo haré, joder! - exclamé colérica sorprendiendo a ambos frente a mí

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- ¡No lo haré, joder! - exclamé colérica sorprendiendo a ambos frente a mí.

- ¡No alces la voz con nosotros, jovencita! ¡Somos tus padres! - retrucó Angélica.

- Pensar en eso antes de venderme como cerdo al matadero, ya no los voy a considerar como padres, nunca actuaron como tales, y me cansé.

- Estás diciendo incoherencias, Charlotte, no puedes vivir sin los lujos que te damos, jamás podrás dejar de ser una Knight, asi que ahora déjate de tus juegos y arregla la mierda que hiciste con tu novio.

- No es mi novio, y por última vez, no quitaré la denuncia o volveré a dirigirle la palabra siquiera, la orden de restricción es lo único que me mantiene a salvo, ya que gracias a ustedes ese imbécil está libre. No entiendo cómo pueden hacerme esto, se supone que son mis padres, deberían velar por mí bien, no solo por su ambición. - solté con algo de tristeza, pero más que nada, decepción.

- Velamos por tu bien, hija, y ese está enteramente relacionado a la buena condición financiera que te dará el heredero de Lancaster, en serio, debes dejar este capricho que tienes, él se arrepiente de haberte pegado, pero tienes que hacer tu parte, ¿crees que no sabemos que estuviste con otro? Ese pasatiempo es una mala influencia, de seguro fue él quien te metió ideas tan osadas. Dejaras de verlo a cómo de lugar, y mañana mismo iremos a la comisaría a que retires la queja, dirás qué fue todo un mal entendido, que te tropezaste en la escalera y que dijiste todo eso porque estabas inestable, eso es todo, puedes irte a tu habitación. - decretó Angélica, elevé una ceja y me paré del sofá donde me encontraba.

Como dijo me encaminé a mí habitación, sin embargo, lejos de lo que ella creía como que había acatado más una de sus órdenes, me puse a guardar algunas ropas y todo lo demás que creí necesario, minutos después volví a bajar arrastrando dos maletas.

- ¿Qué haces? - inquirió Bruno, mi padre en otras palabras, clavando sus ojos en el equipaje.

- No entienden lo que digo, asi que se los demostraré, desde ahora soy simplemente Charlotte, no tendré apellido y no necesitaré de ustedes para nada, me largo de aquí.

- Bueno, entonces no necesitas la ropa y tus queridos zapatos, déjalos. - dijo Angélica con tono retante y burlón, realmente no los culpaba por no creer en mis palabras o hasta acciones, toda la vida me la pasé con la cabeza gacha y acatando todo lo que decían.

Sonreí y dejé las maletas, salí de la casa solo con la ropa del cuerpo y paré un taxi, tampoco querrían que tenga el auto así que ahí lo dejo. Le indique la dirección de la casa de Chase, al cual le había mandado un mensaje y con quién me quedaría hasta conseguir un departamento.

Al llegar toque la puerta y mi amigo me recibió.

- ¿Y tus cosas? - dijo apenas ingresé a la residencia con las manos completamente vacías.

- Son cosas compradas con su dinero, asi que no me dejaron más que lo que traigo puesto, mañana iré a hacer nuevas compras. Y te quiero ayudándome después de la universidad.

- ¿Tengo cara de ser tu novio? Porque solo estando idiotas se quedan cargando centenas de bolsas.

- Nop, pero eres mi queridísimo amigo y aprovechándome de tu bondad, te utilizaré. - expresé tranquilamente.

- Estás siente de que eso puede ser interpretado en más de un sentido, ¿cierto?

- En efecto, pero también sé que tú no lo harás.

- En ocasiones quiero olvidar nuestra amistad y tú lo que sea con Anthony. - sentí que me sonroje y él rió, le di un golpe amistoso y empezamos a subir las escaleras, mañana sería un largo día.

Ayer ignoré a mis padres y sólo los vi hoy después de la Universidad, empezaron a decirme de todo apenas me vieron, pero en ningún momento mostraron algo de preocupación por ver los hematomas en mi cara, ahí fue cuando comprendí que ya no podía callar, que aunque lo deseara ellos no cambiarían.

Era jueves, así que Chase me prestó nuevamente ropa _debo empezar a comprarle cosas también o se quedará sin nada por mi culpa_ y tras tomar una ducha que me despejó totalmente preparé palomitas en lo que él acomodaba los cojines.

Cada jueves nos reuníamos en casa de alguno y poníamos alguna temporada de CSI o The Mentalist, eran los jueves de crímenes, e intentábamos llegar al culpable antes de los protagonistas, solíamos hacer apuestas tontas como llamar a la pizzería y preguntar si tenían pizza o intentar venderle algo a la primera persona que veíamos en la calle.

Siempre fue mi día favorito de la semana, hoy en especial me hace olvidar que toda mi vida está de cabeza y debo empezar de cero, pero cada problema se borró al tomar asiento a su lado y ser impregnada por su olor a colonia cuando pasó su brazo sobre mis hombros mientras me acurruqué en su costado.

Aspiré el aroma mezclado con palomitas y me centré en ganarle para que sea él quien suba al techo y finja hablarle a algún avión.

In the silence of the night.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora