- Anda Cheese, ya te pedí disculpas. - puse un puchero pero no duró porque no lograba calmar mi risa.
- Cheese nada, me traumaste Charlotte Knight, yo confié en ti. - puso su mano sobre su frente con exagerado dramatismo. Puse los ojos en blanco pero como una lamparita sobre mi cabeza, se me iluminó un pensamiento.
- Ah si, ¿quieres saber que es traumar? Querido Chase Gallagher. - me miró con recelo cuando me acerqué amenazadoramente. - Trauma es que alguien te deje dormir en su casa tras una fiesta... ¡y se ponga a devorar a una chica en la habitación en la que estás! ¡Vi cosas Chase, no solo las oí! - exclamé y él abrió los ojos como platos, sus mejillas adquirieron un casi imperceptible tono carmesí.
Oh, si que tengo un amigo guapo.
- ¡Dijiste que lo olvidarías! ¡Te compré Nutella, una saga de libros y te di tres camisetas! - empecé a reír y él se abalanzó sobre mí, que estaba recostada como morsa en el sofá, y empezó a hacerme cosquillas.
- ¡Pa...ra! ¡No! ¡Pie...dad! - logré decir entre carcajadas. Se detuvo y quedó tendido en el piso. - Entonces ahora estamos a mano, olvidaremos los deslices. - le extendí la mano cuando recuperé el oxígeno y los espasmos de la risa cesaron.
- Y me devolverás mis camisetas.
- Eso no, te puedo devolver la Nutella, no más déjame encontrarla. - toqué mi panza y luego simule que vomitaria, él me miró con una mueca de asco antes de darme un sape.
- Por cosas como estas es más fácil olvidar que eres chica y suprimir mis deseos carnales. Gracias. - le saqué la lengua antes de caer a su lado y abrazarlo. - Estás demasiado cariñosa últimamente, entiendo que te pasaron cosas, pero es raro. - me separé ofendida con una mano en el pecho.
- Siempre soy así, eres tú el que menosprecia mi amor. - rodó los ojos y me estiró para ahora si corresponder mi abrazo. - Bueno, ahora, aliméntame, ¡vamos por hamburguesas! - me levanté animada como una niña pequeña.
- Creo que es hora de devolverte a tu novio, ya quieres empezar a dejarme en banca rota.
- Siento que me crees un perro o un niño, pero no me interesa porque quiero hamburguesas, y contigo o sin ti, iré a comerlas. - le arrojé un beso y camine por el pasillo para ponerme más presentable, porque estaba con un pantalón deportivo que me quedaba enorme y una musculosa cortada; sí, gasté dinero en ropa que parece de mendigo, pero aprecio la comodidad.
Bajé minutos después más presentable y lo encontré girando la llave de su auto por un dedo recostado en la puerta.
- Quiero hamburguesas. - dijo e hizo un pequeño puchero que me causó risa. Le palmeé el pecho y nos pusimos en marcha hacia un McDonald's. - No es que te este echando o lo que sea, porque también estás sensible, solo es mera curiosidad, pero, ¿por qué no estás con Anthony?
- Es que me llamó "distracción" porque tiene un exámen, entonces verme leer boca abajo en el sofá no le resultó fácil de ignorar, ¿puedes creerlo?
- Sí que puedo, tienes un trasero impresionante... - empezó a reír cuando le pegué en puñetazo en el brazo. - Ay mira, la nena se sonrojo.
- Cállate.
- Cariño, mi trabajo como tu mejor amigo es decirte la verdad, y desfilaste por mi casa dos años en shorts o con ese pantalón que tenías hoy. Soy hombre. - puso su sonrisa moja bragas y me miró cuando paró en el semáforo.
- Eres un reverendo idiota, pero de igual manera no puedo dejar de quererte.
- Es porque soy la mejor persona que tendrás en tu vida, soy un tesoro.
- La humildad te sobra eh.
- Que bueno que te diste cuenta, ya que es una, de mis tantas virtudes, que no me gusta presumir demasiado. - solté un sonido exasperada, este chico no tiene remedio.
—∆—
- Ehm, Char, creo que sería bueno hacerte acordar que eres modelo, trabajas con tu imagen y.., tres hamburguesas con dos platos de papas y un helado extra grande de chocolate no será bueno para tu figura...
- Pero tengo hambre... - solté como infante.
- Además eres floja, no irás ni al gimnasio, basta ya. - me arrebató el helado de las manos y se lo empezó a comer, sentí que hasta empecé a lagrimear, okay, esto ya es demasiado, ¿qué me pasa? - Castaña, no exageres, no puedes llorar por un helado.
- Lo siento, es que, quiero el helado. - rodó los ojos pero me devolvió el helado y sonreí, esto de ser caprichosa se me da bien...
Pero en serio me dañó todo lo que pasó, creo que como no me he permitido llorar todo se está acumulando, además siempre suelo comer cuando estoy triste, pero ahora como él dice, debo aprender a moderarme y encontrar otro escape.
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In the silence of the night.
Teen FictionNecesitaron solamente tres piedritas. _________________________________________ Prohibida cualquier copia y/o adaptación por cualquier medio sin previa autorización POR ESCRITO de la autora. Obra protegida. ~Ada Cent.