Capítulo 28 - El Paraíso

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Destiny me pidió que me quedara toda la semana con ella, y con gusto acepté, ¿quién podría negarse?

Aquellos días me recordaban a nuestra estadía en el campo, éramos solo nosotros dos y nadie más, con la diferencia de que todas las mañanas nos levantábamos juntos para ir a la oficina y hacer los últimos retoques para el caso, que sería en tres días
más.

— Basta…—refunfuñó ahogando la risa. Continué besándole el cuello— De verdad, ya para…
— Bien…—suspiré y me giré cara al techo en la cama.
— ¿Qué hora es?—preguntó despreocupada.
— Las 6:30 de la mañana…
— Tres horas más y tendremos que levantarnos para ir a la oficina…
— Hmmm, ¿cómo podremos pasar el tiempo?—formulé sarcásticamente.
— Oh, no…—sus pensamientos se unieron a los míos, sabía lo que yo quería— Tae, dale tiempo a mi cuerpo, apenas se está componiendo de anoche…—carcajeó.
— ¿Tienes cansancio físico o mental?—me apoyé sobre mi antebrazo en el colchón.
— Ambos.
— Hmm…—cavilé— ¿Quieres alguna bebida energizante?
— ¿Acaso no te apiadarás de mí?—sonrió rozando sus uñas en mi antebrazo.
— No lo sé…—mordí mi labio—me gustas mucho…

Sus ojos centellaron.

— A mi también me gustas mucho, PERO mi cuerpo no da más…

Chasqueé la lengua, ofendido.

— Bien, tú ganas… por ahora…

Ella carcajeó melodiosamente.

La abracé por los hombros y besé su frente para luego suspirar sonoramente y cerrar los ojos otra vez. Si, estaba hecho trizas, pero no deseaba demostrarlo.

— Tae… despierta—me sacudió una amistosa mano.
— ¿Eh? ¿Me dormí?—expresé exaltado.
— Si, al parecer no estabas con muchas energías, cariño…

Puse los ojos en blanco.

— Ya, levántate, debemos ir a la oficina. Por suerte será por un rato nada más, volveremos para almorzar… a menos que quieras quedarte, claro.

La observé con su precioso y elegante traje de abogadita que tanto me gustaba, su cabello estaba prolijamente recogido y su maquillaje era muy natural.

— Mmm, ¿te molestaría si me quedo?
— No, claro que no, es más, descansa… has…hecho mucha actividad física…—vi la sombra de una sonrisa traviesa en sus labios carnosos, sonreí.
— En ese caso, tú también deberías quedarte…—dije acariciando
verticalmente sus brazos que se encontraban apoyados a los costados de mi torso.

Ella caviló unos instantes, suspiró y cerró los ojos para dejarse llevar por mis inocentes caricias.

Un nuevo suspiro salió de sus labios, pero esta vez, era un suspiro de rendición.

— N…no lo sé, Tae…—susurró con los ojos cerrados.

No protesté, solo recorrí sus brazos, su cuello y su rostro dulcemente con mis dedos.

— Quédate conmigo…

Otro suspiro.

— Eres…demasiado convincente…
— Lo sé…—susurré perspicaz.
— P-pero el caso…
— Ya está todo listo, así que no tienes excusa…—dije en un susurro y tratando de que mi voz sonara lo más envolvente posible.
— P-pero...p-pero…—suspiró dejando caer su cabeza sobre mi hombro— no tengo más excusas…

Sonreí y la rodeé con mis brazos, ella estiró su cuello y besó mi mejilla con dulzura.

— Hacía mucho que no faltaba al trabajo… se siente…genial…—su voz se tornó algo infantil, era como si de verdad estuviese rompiendo alguna regla en especial. Reí.
— Vaya, de verdad que eras muy estructurada…

Carcajeó quedadamente y profirió un suspiro.

— Me encanta pasar el tiempo contigo… me haces sentir…viva.

Alcé las cejas, lleno de júbilo.

— ¿De verdad? Pues, vaya, es lindo oírlo al fin…

Dio una palmadita a mi hombro, fingiendo disgusto.

— ¿Tienes ganas de desayunar?—preguntó apoyando sus antebrazos en el colchón.

Mi estómago profirió un sonido gutural y salvaje.

— Creo que sí…—carcajeó Destiny acariciando mi estómago.

Ambos nos levantamos, yo por mi parte, me puse unos pantalones deportivos, ya prácticamente, vivía con ella, tenía un bolsito donde tenía mis jeans, camisas, musculosas y pantalones deportivos.

Fui al baño, lavé mi rostro y cepillé mis dientes.

Caminé hasta la cocina rascándome la nuca y bostezando, pasé el umbral y me encontré con Destiny tratando de llegar a una caja de cereales que se encontraba en el estante más alto.
Sonreí oreja a oreja, disfrutando de los problemas que le traía su baja estatura.

— ¡Aghh!—gruñó luego de dar un pequeño salto y no tener éxito.

Caminé hasta ella y apoyé mi torso desnudo en su espalda, posé mis labios detrás de su oreja y le alcancé la caja de cereales.

— Gra-gracias…

Adoraba dejarla sin habla. Se volteó y besó mis labios en otro modo de agradecimiento, sonrió y comenzó a preparar dos tazas de cereales con leche.

Desayunamos en silencio, salvo por las miradas coquetas con doble sentido, que por sí solas dicen más que mil palabras.

Me sentía completo, feliz, no me imaginaba siquiera un segundo apartado de ella, yo sé lo infeliz que eso me haría. Éramos uno solo, dos personas con un mismo corazón.

Pasamos casi toda la mañana tirados en el sillón, mirándonos en silencio, ella jugando con mi cabello y yo besando sus labios fugazmente, haciéndola sonreír completamente ruborizada. A simple vista parecíamos como dos adolescentes, descubriéndose, amándose por primera vez.

Sin percatarme, me descubrí sacándole lentamente su saco gris, luego su camisa, y terminé por levantar su pollera hasta por arriba de los muslos. Ambos con los ojos cerrados, disfrutando el uno del otro. La puerta de la entrada se abrió de un momento a otro, los dos, del susto nos separamos bruscamente haciendo la escena aún peor, ya que ella terminó sentada en mi cadera y mi nariz acabó enterrada en su escote.

— ¿Destiny? ¿Qué es esto?— oí la voz del bobo mientras sus pasos se aproximaban hacia nosotros.

Interlaced WaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora