Capítulo 30 - Promesa

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[Destiny]

Ni bien cruzó el umbral de la puerta, me sentí fatal. Mi corazón le pertenecía y Taehyung se lo había llevado con él.

Tragué mis lágrimas y mi sufrimiento, Bobby me llenaría de preguntas luego. Enjuagué las lágrimas que amenazaban salir por mis ojos y respiré hondo, cerrando los ojos, relajando las convulsiones del llanto ahogado en mi pecho.

Sí, amaba a Taehyung, lo amaba como jamás había amado a alguien en toda mi vida. Él lograba tantas cosas en mí, cosas que yo creía que no tenía o no creía hacer.

Suspiré.

Tendría que seguir adelante, no podía dejar a Bobby, se lo había prometido, y jamás rompo una promesa.

— ¿Linda?—lo oí llamarme. No sonaba tan lindo como cuando Tae lo decía.

Caminé hacia el espejo y traté de quitar el maquillaje corrido.

— ¿Destiny?—llamó, esta vez por el pasillo. Se acercaba.
— ¿Si, cariño?—traté de que mi voz no se quebrara, y lo logré, soy una excelente actriz.
— ¿Estás bien?—me tomó por los hombros y me observó desde arriba, ¡Quedaba tan pequeña junto a él!
— S-si, solo algo culpable, es todo…

Bobby suspiró.

— Escucha, linda…—oh, no— Es…difícil hablar de esto, mejor sentémonos…—me llevó tomándome por la cintura hasta el sofá, donde ambos nos sentamos.
— ¿De qué quieres hablar?—era algo estúpido preguntarlo.
— Mira, Destiny, no podría soportar verte a mi lado sabiendo que no eres feliz conmigo… yo sé en la forma en que lo miras, y no podría pasar una vida a tu lado a sabiendas que jamás me mirarás de la misma forma que a él y que no serás feliz conmigo como lo serías junto a Taehyung…

Abrí los ojos como platos, y estaba comenzando a despegar mis labios para hablar, pero él puso su dedo índice en ellos.

— Destiny, no quiero que te sientas obligada a casarte conmigo por lo que me sucede…
— Pero yo…
— Destiny…—me juzgó con la mirada.

Bajé la cabeza.

La historia con Bobby había empezado unos cinco años atrás, en la universidad de derecho, ambos estábamos cursando la carrera de abogacía, por lo cual, los dos pasábamos bastante tiempo juntos.

Nos pusimos de novios y desde entonces jamás nos separamos.

Dos años atrás, Bobby fue diagnosticado de Huntington, una enfermedad muy rara que inevitablemente lleva a la muerte.
Según los archivos, el abuelo de Bobby lo padecía.

— ¿Huntington?—pregunté al doctor.
— Si, de verdad lo siento mucho.
— Pero, aguarde, no entiendo, ¿Qué es? ¿Qué hace? ¿Bobby estará bien?— pregunté histérica, tomando con fuerza la mano inerte de Bobby que estaba postrado en la camilla.
— Mire, Señorita… el Huntington es una enfermedad que produce alteración cognoscitiva, psiquiátrica y motora, de progresión muy lenta. Bobby dentro de unos 15 o 20 años…morirá…

Mis ojos se llenaron de lágrimas y llevé la mano de Bobby a mi rostro.

— No…
— Lo siento. Es algo inevitable, no hay cura para estos casos, lo único que podemos hacer es tratarlo para evitar las peores fases de los síntomas, como la rigidez de los músculos, darle sedantes y antidepresivos… solo para hacerle más fácil…
— ¿No pueden evitar que muera?—interrumpí y sorbí por la nariz.
— No, lo siento…

Dejé que mis lágrimas mojaran mis mejillas, mientras Bobby dormía tan plácidamente, como un ángel.

Quedé en vela veintiocho horas, de hecho, me estaba preocupando que todavía no despertara, pero los médicos me aseguraban que él se quedaría conmigo, por lo menos por un periodo de tiempo, lo cual me entristecía mucho.

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