Pesadillas del pasado Parte/4

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Ira, poder, caos. Palabras que nublan la mente humana produciendo la peores horrores de la guerra. Familias destruidas, disputas enemistades...
Es normal que nos sintamos cómodos con la violencia, sobretodo es una de las partes más oscura de nuestra alma pero las cosas que aparecen ser buenas acabarán siendo tu propia maldición.

Regresamos a la misma noche en que Nial regresó a Mag Mell junto a Sucellus que ya había desaparecido hace un par de años. Aún así el comedor principal se volvía con un aire festejando la victoria sobre el mismo asesino de dioses.
Morrigan se sentía orgullosa de su hijastro, lo cual no evitó festejar junto a su hijo mientras que Ginebra aun miraba los recobecos del comedor incluyendo los pasillos del castillo a este de forma que accediera dentro del castillo por si Arturo decidiera aparecer.

En cambio,Arturo se encontraba en la forja de Goibniu creando lo que sería un arma que marcaría su destino por el siglo de los siglos. Cada martillazo que daba al metal candente sonaban los relámpagos, y las olas golpeaban más fuerte las costas de la isla.
Una espesura de niebla rodeo el taller mientras Arturo ya terminaba su espada.
El mango de dicha espada formaba un dragón perfectamente alineado d con la vaina de la espada negra y plateada por el filo. En plena vaina se podía ver un pequeño dragón en relieve echo del cuarzo azul y negro recreando el símbolo de la vida, muerte y reencarnación (La triqueta).
Comprobó su agilidad con dicha espada atrayendo uno de los rayos dando por fin el poder destructivo de esta espada sin que su nuevo portador le hiciera daño.

-Bonita espada.

Sonó unas palabras entre la niebla poniendo de los nervios a Arturo. Agarro fuertemente el mango del arma e apuntó el filo de su nueva espada a la neblina.

-¿Quién anda por ahí?. ¡Da la cara! -miro por fuera del taller

Entre la neblina una sombra se asomó desde la gran espesura de color blanca azulona neblina. Un brazo de metal plateado relucía a la luz de la Luna. Poseía este una espada en la cintura completamente tapada bajo su túnica de color marrón.

-Eres Arturo ¿cierto?

-El mismo ¿quien eres tu? -no bajo la espada en ningún momento.

-Solo un pobre viajero que pasaba.

-Claro..Un viajero que perdió el brazo por lo que veo -observo al desconocido.

El extranjero miro su brazo de metal pero no lo dejo más al descubierto para que Arturo dejará de prestar atención a su brazo artificial.

-Gajes del oficio -respondió el.

-Oh lo siento mucho -bajo la espada- ¿Y que le trae por aquí viajero?

-Nada -rio poco apenas ni llegaba a los siete segundos- Solo venía a ver cómo estaba la familia. Tú ya me entiendes ¿verdad?

Arturo no contestó al extraño presa de la melancolía de la muerte de su hermano que aún tenía. Lo que pudo captar el mensaje el forastero del brazo plateado.

-Oh, perdona chico. No era mi intención....-tosió y cambio de tema nervioso- Sabes que nombre la vas a poner.

-¿Nombre? Para que tener un nombre si todas las armas son iguales.

Un silencio se produjo por unos segundos luego este negó con la cabeza decepcionado por la respuesta del joven Arturo. Se acercó y miro la espada más detalladamente.

-Con permiso.

-Oh claro -le dejo la espada.

Meticulosamente el forastero comprobó dicha espada. Miró el recto de la vaina y lo filosa que estaba con una manzana roja carmesi que llevaba en su alforja. La piel caía al suelo como al cortar el papel con unas tijeras nuevas.

Linaje. El renacimiento del rey © [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora