Pesadillas del pasado parte/7

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La traición se sirve fría como el filo de una espada templada a punto de apuñalar a su próxima víctima.

O eso dicen.

No fue mucho en esperar a ver de nuevo al hombre del brazo metálico junto a una compañera suya. Este se quitó la capucha marrón de su capa y miro a los ojos a Arturo cómo su acompañante.
El hombre tenía cabellos rubios castaños y de ojos azules. Por debajo de la capa se podía ver una armadura plateada que costaba mirar fijamente como si resplandeciera la misma luz del sol mientras llevaba una espada a la cintura dentro de su vaina.

Su compañera tenía cabellos color azabache con una coleta en el pelo echo por un lazo rojo, con unos ojos de color marrón ámbar. Por debajo de capa y la capucha se veía una armadura gris echa de planchas de metal con símbolos de protección y de guerra con partes de piel de oso pardo.

-¿Quién eres tú? -miro Arturo de forma severa a los desconocidos alterado.

Epona miró a su espalda a los desconocidos. No, para nada eran desconocidos para Epona. Se dió la vuelta y se arrodilló ante estos dos con los ojos abiertos como platos no por la presencia de estos dos, aún seguía en estado de shock al sentir como le desgarraban el alma a algun divino tan de cerca.

-Arturo arrodillate -le dijo con la cabeza baja Epona.

-¿Que? -se quedó confundido- ¿Los conocés Epona?

-Son.....

La mujer carraspeó un poco y apoyó su codo en el hombro de su acompañante.

-¿Con que este es merecedor a ser el salvador de Avalon? -sonrió de forma burlona y luego se puso sería- Arturo hijastro de Morrigan. Yo soy Nemain diosa de la guerra y este es mi marido el rey de reyes, Nuada el señor de la luz. Así que mortal arrodillate.

-¿Que me que? -se quedó más confundido.

Nuada se llevó la mano a la frente.

-Tenias que decirlo -se quito la mano de la frente y miro a los dos- Epona ve y avisa a los otros ya ha comenzado.

-Ya ha comenzado.......

Asistio y salió corriendo hasta luego convertirse en caballo y desaparecer de la vista de estos a una velocidad increíble para un simple caballo blanco con manchas marrones. Dejando al mortal junto a los otros dos dioses luego el cielo se volvió oscuro por una fuerte neblina oscura luego el sonido de la alarma de castillo saltó.

-Arturo y tú espada -le pregunto Nuada.

-Esta en mi habitación -respondio sin comprender por el cambio meteorológico- ¿Que ocurre?

-Vamos -salio corriendo Nemain sin perder el tiempo mientras sonaba parte de su armadura.

-Esta mujer -vacilo un poco la cabeza- Vamos Arturo no hay tiempo que perder.

Estos tres salieron lo más deprisa posible hacia el castillo mientras un rayo derrumbaba parte de una de las torres del castillo. Iniciando lo que sería el fin.

Morrigan como Ginebra recorrieron todo el pasillo hasta traspasar uno de los portales accidentalmente por el rayo que coliciono contra la torre. De forma que el castillo retumbará por todos lados. Estas dos cayeron en la sala del trono. (Si lo sé, que coincidencia ¿verdad?)

Al mirar ambas al frente luego de levantarse del suelo presenciaron la caída del cuerpo de Sucellus al suelo luego de que la guadaña del asesino absorbiera el alma del dios mientras yacía en un silencio absoluto. Por último este en su otra mano portaba una máscara negra que se la puso sin quitarse la capucha, como si se uniera a su propia piel esta se sujeto a su cara sin problemas.
Se dió la vuelta y miro a estas dos mientras los huecos de sus ojos se iluminaban una luz color naranja.

Linaje. El renacimiento del rey © [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora