Morgana

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Con sinceridad, no me esperaba acabar en medio de una caverna en una pelea junto a un trío de inexpertos en matar dragones. Si lo se. Ire paso por paso como ocurrió esta curiosa anecdota. Como ya saben nuestro grupo decido hospedarse en una posada a esperar el resto de nuestros compañeros o eso diría Weiss en mi caso, los únicos compañeros que aceptaba eran Nero y mi hermana. El resto como que gato encerrado.
  Pero regresando a lo que iba, la recepcionista nos miro a todos hasta a Weiss que sacaba de su bolso negro a su cintura, una bolsa de monedas.

-Unas habitaciones de cuatro personas por favor -dijo Weiss- Las mejores que puedan si es posible.

-Claro.

  Respondió la mujer tras luego esconder la bolsa de monedas por detrás de la mesa de recepción y salio. Esta presentaba un vestido negro que le llegaba hasta la altura de los tobillos y de mangas larga, en su brazos se podía apreciar unas pulseras doradas y un anillo de plata en la mano derecha. Como una alianza, una alianza que me producía  un poco de dolor en el estómago, como si fuera a vomitar por nerviosismo.

-Por aqui -extendió  la mano izquierda sonando un poco los brazaletes y marchando por las escaleras- Síganme, por favor.

Seguimos a la recepcionista al segundo piso de la posada, el suelo de tal aun seguia siendo de piedra pero representaban mosaicos con algunos azulejos que le daba un toque bonito al lugar. Observe las paredes que estaban llenas de cuadros hasta que me tope con uno que me puso los pelos de punta.
  Dicho cuadro aparecia Arturo si el mismo Arturo de mis pesadillas blandiendo otra espada que no era  Lightrongs, la espada esta era demasiado difícil de mirarla, me producía muchos dolores de cabeza para examinarla mejor u identificarla.

-¿Ocurre algo al caballero? -pregunto la recepcionista deteniéndose y al resto.

-Perdone, es solo que me di un buen golpe en la cabeza, nada mas.

-Ya veo, si necesitan relajarse hay unas piscinas naturales afuera.

-¿Aguas termales? -pregunto interesada Viviana.

-Las mejores de los cinco reinos -respondió orgullosa la recepcionista tras luego retomar el camino a nuestras habitaciones.

  Luego de despejarme un poco la cabeza llegamos a nuestras habitaciones en donde habían cuatro camas dos a cada lado. Mas unas mesitas de noche con unas velas porque no había electricidad a su lado estaban una caja de fósforos. Mas unas ventanas que entraban la luz anaranjada del atardecer con unas cortinas rojas desplegadas.

-Disfruten de su habitación. Si necesitan algo toquen la campanilla que hay dentro de las mesitas y ya vendrá alguien a atenderos.

  Siguió con el resto quedándonos solo Nero, Lucy y yo por poco tiempo. Cuando estube a solas escribiendo en mi diario sobre lo del dolor de cabeza, Weiss entro y dejo su mochila pequeña sobre la cama que estaba a mi derecha. Y su estoque apoyado en la mesita de noche. Parecía relajada.

-No te importa que te haga compañía  ¿verdad?

-Mientras que no intentes matarnos mientras dormimos me parece bien, perfectamente bien-continúe escribiendo.

   Por mi respuesta ella suspiro decepcionada como si intentara hacerse amiga mía o algo. Lo siento, yo no de esas personas que confían fácilmente ya pueden pensar y decir lo que quiera. Siempre he sido y sere así.
  Weiss se tumbo sobre la cama y con las manos a la nuca miro al techo.

-¿Que ocurrió con el cuadro? -pregunto- Parecía que te fuera a explotar la cabeza.

-Solo fue un dolor de cabeza. Nada mas -cerré el diario de golpe- Y no estas en las mejores condiciones en preguntar. Princesa.

Linaje. El renacimiento del rey © [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora