Capítulo 35

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El olor a tabaco y alcohol quedó impregnado en el cuerpo del jóven aún después de haber sido bañado por Susan. Fue bañado y acostado en una habitación alejado de donde se encontraban los amigos de Federico por petición de los mismos.

El joven durmió las siguientes 13 horas y Susan se lamentó al darse cuenta que nadie se molestó en visitarlo, al contrario de Federico, quien no paró de recibir visitas, y se preguntó por qué ocurría eso.

Nicole se encontraba sentada en la sala de espera, no quiso salir del hospital en toda la noche, y se sentía agradecida porque su mejor amigo no la había dejado nunca, siempre estuvo ahí abrazándola, apoyándola y diciéndole que todo estaba bien. Y lo estaba, porque estaba junto a él y todo lo bueno de su vida se debía a él.

-¿Quieres... quieres ir al baño o a comer algo?- Rellenó el espacio vacío su mejor amigo, como le prometió hace unos años.
<Si no quieres hablar está bien, rellenaré los espacios vacíos por ti y nunca te dejaré sola. Los prometo>

Y él nunca rompió esa promesa.

-Creo que quiero ir al baño- Se levantó, siendo seguida por Pedro. Se adentraron por el pasillo que los llevaba a los baños pero se detuvieron al escuchar la dulce voz de Susan.

-Nicole ¿puedo hacerles una pregunta? A parte de ésta claro- Sonrió temerosa y contagió algo de alegría a los rostros del par de amigos, porque si algo había llamado la atención de los jóvenes era lo contagiosa que era la sonrisa de la pelirroja y por eso se volvieron tan cercanos, porque ella les transmitía la alegría y la paz que ellos tanto necesitaban.

-Claro- Sonrió amigablemente y se acercaron a ella.

-Quería preguntarles, si no les parece muy atrevido de mi parte, ¿por qué no fueron a visitar al jóven que apareció borracho? Por lo que vi fue directo a ustedes- Agachó la cabeza, sintiéndose una metida, más la levantó al escuchar una risa por parte de Pedro.

-Las cosas no resultaron del todo bien con Alejo, queríamos verlo pero sentíamos que nos traicionabamos a nosotros mismos si lo hacíamos- Susurró.

-Lo siento ¿algo grave?- Y volvió a sonreír por su interés en la situación de sus nuevos amigos.

-Tuve una pelea con Federico por su culpa. Ese chico está atrás de uno de mis amigos, pero no se por qué se metió en mi relación- Susurra la castaña un tanto triste al recordar las frías palabras de su ex novio.

-Lo siento, no quise hacerte recordar ese mal momento. No es de mi incumbencia- Hizo una reverencia y se retiró del lugar, dejando con la palabra en la boca a ambos jóvenes.

No prestaron mucha atención al repentino cambio de humor de la pelirroja y se encaminaron al baño.
En ese instante una joven rubia con un hermoso cuerpo detiene a Susan y le pregunta dónde se encontraba descansando Alejo Igoa. Susan se emocionó al saber que no todos le guardaban rencor, y sin la más mínima duda le indicó que, tres puertas adelante, se encontraba el joven descansando.

Alejo ya había despertado, se encontraba mirando al techo preguntándose cómo es que había terminado en un hospital, si había ido a buscar a Nicole.

-No mereces vivir- Susurró una voz a su costado, asustado llevó su vista hacia esa zona, sin encontrar a nadie ahí.
-¿Cómo puedes seguir durmiendo de noche, sabiendo que ese chico está inconciente... por tu culpa?
-¿Quién está ahí?- Preguntó asustado el joven mirando hacia todos lados, buscando un dueño para esa voz.
-Tu eres el que debería pelear por su vida, no él- Una joven rubia apareció en su campo de visión, su mirada sombría y su maliciosa sonrisa hicieron que todos los vellos de su cuerpo se erizaran.
-Yo no hice nada- Una solitaria lágrima cayó de su ojo izquierdo, haciéndolo sentir miserable por no poder llorar ni siquiera por su propia vida.
-¿Quieres vivir una vida tranquila? ¿Quieres que este cargo de conciencia se desvanezca y no te atormente nunca más?- La joven le extiende un arma, una pequeña pistola con solo una bala. -En ésta vida ya no te queda paz... resuelve tus errores, pide perdón y perdona para que tu siguiente vida sea más tranquila... porque en ésta ya no te queda nada- Y sin más se fue, dejándo a un confuso Alejo con un arma en sus manos a punto de entrar en pánico. Si bien sabe que hacer, le aterra el hecho de ser juzgado por la única persona que amó de verdad, pero sabía que lo perdonarían luego, Pedro no era una persona reencorosa.

Y cuando mueres, todos perdonan los errores que cometiste.

Sky salió satisfecha de esa habitación, sabía que sus palabras habían quedado guardadas en una mente tan frágil como es la de Alejo, y sabía que él haría exactamente lo que ella le había dicho, porque así había sido desde un principio.

El horario de visita pronto iba a acabar, el par de amigos venezolanos, junto con Agustina y Mathías, estabam rodeando la camilla donde plácidamente dormía Federico. Pensaron en retirarse, pero fue en ese momento en el que apareció Alejo, con el arma apuntando a su cabeza.

-¡¿Qué crees que haces con eso, loco?!- Gritó exasperado Pedro, sabía mejor que nadie que él era capaz de jalar el gatillo.

-Te amo- Fue lo único que logró pronunciar ya que un nudo se formó en su garganta al saber que el sentimiento no era mutuo. -Estoy malditamente enamorado de ti y me odio, me odio porque se que no soy lo suficientemente hombre para ti como para que me ames. Me odio porque intenté todo lo que estaba a mi alcance y más para que, aunque sea, voltearas a mirarme... pero nunca lo hiciste. Pero te agradezco por eso, gracias a tu indiferencia me di cuenta que, si me lo propongo, puedo lograr todo lo que yo quiera- Le sonrió con tristeza al amor de su vida, y dirigió su mirada a Nicole, quien lo miraba con terror. -A ti te debo disculpas, vi que tu vida era tan perfecta que desee tener esa vida junto con Pedro. Y la idealicé, me idealicé caminando de la mano junto a él, me imaginé yendo al parque de diversiones junto a él, comiendo en un restaurante juntos, tomando una taza de chocolate caliente abrazados o simplemente compartiendo una tarde juntos sin hacer nada, solamente estando juntos, y al no poder y tu si... sentí celos y me dije a mi mismo que si no podría tener la vida ideal tu tampoco- Volvió a llorar.
Nicole quiso ir hasta él y abrazarlo, pero él se lo impidió.
-¡No quiero que me toques! Yo te lastimé, Nicole, yo fui el que contrató a Sky para que seduzca a Federico y te deje, yo fui el que hizo todo lo posible para que ustedes se separaran... yo fui el que ocasionó el accidente- Los ojos de Nicole se llenaron de lágrimas en ese momento. Su gran amigo, con el que compartió parte de los mejores momentos de su vida, le estaba confesando que atentó contra la vida de su novio, apuntando con un arma su cabeza.

-¿Cómo fuiste capáz? Hijo de puta- Exclamó furioso Pedro, de sus ojos no salía ninguna lágrima, se obligaba a no llorar por un idiota que no merecía que derramara ni una sola lágrima de su parte.

-¡Porque te amo! Y...- Quitó el seguro del arma y agachó la cabeza. -No querís irme sin que lo supieran- Y jaló el gatillo.

Ojos que no ven|| FedecoleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora