Capítulo 53

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Sarah no quería volver a verle.

Si le ofrecieran la posibilidad de irse al otro lado del mundo sin poder ver a su familia nunca más, ella no dudaría en aceptar. Pero había algo, claro, ahora lo tenía a él. Aquel chico a su lado, quien tomaba fuertemente su mano para que no intentara escapar, se había convertido en su único motivo para quedarse en aquel lugar y seguir viendo a su familia. Sin embargo ¿realmente ella era felíz? Estaba con el chico que amaba ¿pero a qué precio? Su padre no aceptaba aquella relación y estaba obligándole a que se vaya a estudiar a otro lado.
Su vida se basaba en esconderse del mundo para que nadie supiera de su relación y aquello le atormentaba.

Le atormentaba no poder despegarse de aquel dependiente amor.

-Tranquila, todo estará bien- Intentó tranquilizarle su novio, quien había estado observándola desde que golpearon la puerta, su sonrisa se debilitó un poco al ver la duda en los ojos de Sarah. Ella no estaba segura de decisión, entonces ¿por qué lo hacía?

-Hija ¿vienes a decirme que aceptaste mi oferta?- Exclamó un señor de unos cuarenta años aproximadamente. Cualquier persona diría que el señor Silva era alguien extraordinario y muy simpático, pero era cuestión de ponerse en contra de su palabra para no volver a ver su sonrisa en toda la vida.

-En realidad, quería hablar de ese tema contigo- Susurra Sarah bajando la cabeza. ¿Las cosas irían bien? Aquella pregunta sonaba tan tonta en su cabeza al ver la expresión de su padre al no oír la respuesta que quería.
Las cosas definitivamente no estarían bien.

La residencia Silva era lujosa, pisos y paredes blancas, muebles negros, dando impresión de una casa moderna, y mucamas que van y vienen, limpiando hasta el más remoto lugar. Porque claro, la gente siempre tiene que ver la casa impecable, él nunca podría permitir que los demás sepan que, detrás de un fachada de casa de en sueño, se esconde un solitario millonario que desplifarra su dinero para ocultar su soledad.

Al tomar asiento, la señora del servicio que ha estado toda su vida bajo las órdenes del dueño de la casa, aparece con una bandeja llena de bocadillos y copas con agua.

-¿Bien? ¿sobre qué querías hablar?- Interroga Silva algo exaltado por perder su tiempo de esa forma.

-Estuve pensando en tu propuesta- Masculla Sarah aún bajando su mirada. ¿A quién quería engañar? Su padre ya había tomado una decisión, era algo estúpido querer hacerlo cambiar de parecer. Pero por él lo intentaría ¿cierto?

-Oh, me alegra escuchar eso, hija. Mira, encontré una fraternidad no muy lejos de la nueva casa que compré en Estados Unidos ¡podríamos mudarnos juntos!- La emoción en las palabras de su padre fueron suficientes para que Sarah quedara totalmente helada. ¿Mudarse juntos? ¿de verdad su padre no solo estaba pensando en su reputación?

-¿Lo dices en serio, papá? ¿tú y yo?- Sebastián, quien solo se había dedicado a mirar entre ambos quedó totalmente anonadado al escuchar la emoción que contenía la voz de su novia. ¿Cómo competiría contra su padre? Él era demasiado conciente de que Sarah lo único que quería en su vida era volver a ser tan unida a su padre como lo fue antes de que su madre los dejara, pero eso no evitaba que doliera.
Saber que al fin y al cabo se separarían no dejaba de doler.

Sarah fue consiente de la mirada de su novio clavada en ella por lo que se dignó a voltear a verle, arrepintiéndose al instante ¿cómo le diría que estaba considerando irse ahora? ¿él la odiaría? ¿qué estará pensando ahora?

El señor Silva, por primera vez, fue conciente de la mirada entre aquellos jóvenes y decidió intervenir.

-Hijo, ¿podrías dejarnos un momento a solas?- Susurró el dueño de casa a lo que el menor no dudó en obedecer, pues en otro momento aquel señor no habría dudado en echarlo del lugar. En definitiva las cosas estaban cambiando.

Ojos que no ven|| FedecoleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora