DARKNESS UPON ME (Nico di Angelo) *CORRIGIENDO*

3. ¿Nueva vida?

Siento un cálido rayo de sol sobre mi cara.

Abro los ojos molesta por el sol, siempre he preferido la noche. Intento acordarme donde estoy.

Recapitulemos:

1. Salgo de casa

2. Llego al mini-infierno

3. Un idiota me golpea, y yo casi lo mato

4. Todo oscuridad, unas manos frías me rodean y no recuerdo nada más

Miro a mis alrededores y me doy cuenta de que estoy en una habitación con paredes negras. Intento levantarme de la cama con sábanas negras, (quién sea él/la que vive aquí le encanta el negro), mis piernas están débiles así que me siento al borde de la cama.

A unos pasos de la cama en la que estoy, hay otra vacía. Pero con diferencia esa es más bonita. Tiene unas sábanas rojo pálido con flores blancas y en su mesilla de noche hay un jarrón con flores. También hay una foto.

Decido levantarme y hacer un esfuerzo para llegar hasta la otra cama y sentarme. Cuando lo consigo, cojo el marco de la foto y la ojeo detenidamente.

En ella se encuentra un chico de unos 19 años. Tiene el pelo negro despeinado y unos ojos negros intensos, marcados por unas profundas ojeras, su piel era pálida. Era guapo, para que voy a mentir. Era guapísimo. Y lo extraño es que él me parecía familiar. A su lado había una chica. Tenía el pelo castaño oscuro y una piel morena, no podía distinguir el color de sus ojos. La chica reía mientras miraba a la cámara, en cambio el chico sonreía mientras miraba a la chica.

Sonreí melancólicamente intentando olvidar uno de los recuerdos que ocupaba mi cabeza. Algo que nunca tuve, familia. Ese hecho me atormentaba en todo momento, veía a un niño de la mano con su madre o padre e instantáneamente recordaba que yo, estaba completamente sola.

—Así que finalmente despertaste —dijo, una voz a mis espaldas. Literalmente salté del susto que me provocó. Inmediatamente reconocí al chico que acababa de aparecer, era el mismo de la foto.

Sus ojos negros me miraban curiosos, comenzó a caminar hacia donde estaba yo. Este chico me pone nerviosa, que no se acerque más, por favor. –pensé.

—¡Dioses! ¿Cómo has entrado aquí? ¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado aquí? ¿Por qué estoy aquí? —tenía más preguntas planeadas, pero él me interrumpió. Y diréis: "¡Dioses, que preguntona!" Bueno pues sí, aparte de despertar en un sitio en el que nunca has estado, con nadie que conozcas, soy muy curiosa. Digamos que ese es mi defecto principal.

—¡Eh! Relájate. Quirón quiere verte —dijo en tono frío, ignorando todas mis preguntas —. Vamos.

—No, no iré sin saber todas las respuestas a mis preguntas —mi orgullo no se iría solo porque este niñito tonto me diera órdenes.

El chico bufó, visiblemente molesto. La verdad, MUY molesto. Bueno, tampoco era para ponerse así... –pensé.

—Llegas nueva, y ya eres un incordio para mí.

Estuve a punto de protestar, pero al parecer él (el chico idiota, como me gustaba llamarlo) lo notó y empezó a responder a mis preguntas rápidamente.

—Esta es mi cabaña. He venido en viaje en sombra, soy hijo de Hades así que puedo hacer eso. Soy Nico di Angelo. Y estás en el campamento mestizo, un campamento solo para semidioses. Has llegado aquí porque yo te traje aquí: en viaje en sombra. Y por último, no sé porqué estas aquí —soltó sin más a toda velocidad.

Tardé unos minutos en asimilar toda esa información. Era demasiado para mi pobre cerebro. ¿Campamento mestizo? ¿Qué?

¿Hades? Sí, tonta. El dios griego del Inframundo –respondió mi consciencia.

¿Viaje en sombra? ¿What?

Pellizqué mi brazo y dolió. Así que no, no era un sueño. Era real.

—¿Quirón? ¿El centauro entrenador de Hércules? —pregunté una vez más, haciendo que el chico bufe aún más.

—¡Demonios! ¿Acaso no dejas de preguntar nunca? Ya verás, ten paciencia —gritó exasperado Nico.

Reí interiormente, me encantaba hacer enfadar a la gente que no conocía.

Salimos de la cabaña y Nico me guió hacia una casa grande en el centro del campamento, según él ahí se encontraba Quirón. Fuimos tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de ver todas las otras cabañas. Nico era un borde.

Entramos en la casa y fuimos directos a un salón amplio. En él se encontraba un señor en silla de ruedas.

—Soy Quirón, el entrenador de este campamento y como sabrás de muchos otros héroes que han vivido —dijo. Pensaba que sería un centauro.

—Sí, soy un centauro. Pero prefiero tener esta forma para los nuevos. Ya sabes, para que no les dé un ataque de corazón al verme la primera vez.

Reí. Era la primera vez en días que reía y me sentí bien.

—Soy Sophía —tuve que inventarme un apellido, ya que, no tenía familia —, Sophía Blaze. ¿Qué es este lugar? Es que aquí Nico el muy caballero, ni siquiera me ha enseñado el campamento.

Quirón rió, mientras yo me ganaba una mirada asesina por parte de Nico.

—¿Conoces la mitología griega? —asentí en silencio —.Bueno pues todo es real, los dioses, el Olimpo, los semidioses, TODO.

No me sorprendí. Siempre lo había notado, de alguna forma u otra lo presentía.

—Tú estas aquí porque eres una semidiosa, pero como tu padre o madre aún no te ha reconocido, te instalarás en la cabaña de Hermes, dios mensajero.

Oh no. Ahí no voy a ir.

—Di Angelo te vió en aquel edificio el otro día, te veías muy mal, así que te trajo aquí, normal...

—Espera, espera, ¿otro día? —pregunté, interrumpiendo su explicación.

—Llevas inconsciente tres días, cariño —respondió Nico mirándome fríamente.

—Sí, Nico ha estado cuidando de ti —añadió el entrenador, sonriendo.

Miré a Nico y pude ver como sus mejillas estaban algo rojas. Tenía ¿vergüenza?

Pero yo estaba pensando en otra cosa. ¡¿Cómo se atreve a llamarme CARIÑO?!

—Tengo nombre, y si no lo sabes es Sophía. No me llamo cariño —solté furiosa. Volví a notar ese poder dentro de mí, mi cabeza empezaba a dar vueltas, comencé a caer pero Nico llegó a tiempo para cogerme.

—¡NO! ¡No estoy sola! ¡No! No... —esos gritos fueron mis últimas palabras, antes de caer inconsciente, otra vez. Lo último que vi fueron los ojos negros llenos de preocupación de Nico. Y lo último que oí fue alguien susurrándome:

"Recuperaré lo que me pertenece"

No aguanté más y cerré los ojos.

Otra vez no, por favor –pensé.

                                                                 ~*~

Querid@s lector@, espero que os esté gustando la historia. En el siguiente capítulo revelaré la identidad de Sophía, ¡poneros los cinturones, que esto va empezar a moverse! 

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