Encojo el abdomen y espero a que la bocina suene. Espero, espero y espero. Estoy aplastada contra dos jugadoras, y debo aguantar el tiempo suficiente con el balón en la mano si no queremos perder este partido. Son solo 2 segundos, pero a mí se me hacen eternos. Casi juraría que llevo aquí más de 6. Espero, y sigo esperando. Noto la respiración de la más alta en mi frente, y si no estuviese tan concentrada en la bocina, repararía en la mano de la que tengo a mi derecha, situada estratégicamente en mi culo. Pero sólo espero, y muevo un poco el balón con la esperanza de que no me piten golpe y que a todos nos estallen los oídos con la estridente bocina que tanto se hace de rogar. Pero, por supuesto, eso no ocurre. Y parece que pasan otros diez segundos hasta que logro ver al árbitro moverse. Primero pienso, genial, va a pitar el final del partido porque el marcador se ha estropeado y por eso parece que llevo tanto tiempo aquí. Pero luego me digo, ¡oh, no! van a pitarnos golpe y no necesitamos que nos lo piten. Inmediatamente después, me digo, seguro que ya han pasado otros cuatro segundos.
Intento vislumbrar al árbitro en el lío que so nuestros tres cuerpos, pero no logro localizarlo. Me apuesto cualquier cosa que han vuelto a pasar 3 segundos.
Estoy desesperada, cansada de esperar. Quiero oír la bocina, salir de entre estos dos cuerpos y dar la mano a las del otro equipo porque por fin podemos celebrar nuestra victoria. Pero nada, no suena. Ya he perdido la cuenta, y no sé qué hacer. Me extraña incluso que no hayan pitado falta, pero prosigo con la lucha.
Ahora he perdido un poco la esperanza, pero no pienso soltar el balón.
¡¡¡¡¡PIIIIIIIIIIII!!!!!
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Mis pensamientos
عشوائيMomentos en los que solo un papel y un boli te libran de la cruda realidad. Aquí algún que otro par de palabras salidas de mis pensamientos.