Solo hace falta una armadura animada

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Cuando le conté todo, pareció hacerle más gracias que asustarla.

-No le pasará nada, yo la envié con él.

-Pero le dijeron que iban a ahogarla o algo así, ¿Entonces por qué...?

Mis preguntas parecían hacerle gracia.

-Tranquilo, no tienes que preocuparte por ella. Más bien, ¿Ya estás listo para partir?

Normalmente hubiera insistido hasta que me dijera que estaba sucediendo, pero ella era la persona que había cuidado de mí por varios días, e incluso nos seguía ayudando.

-Si, aunque no se si Alessandra también lo esté.

-Yo ya estoy lista -preguntó mi hermana desde atrás.- ¿Dónde está Hannah?

Tuvimos una pequeña conversación nuevamente que pareció tener el mismo rumbo que la primera. Al final, al igual que yo, mi hermana se dió por vencida, aunque en ella parecía causar menos enojo, seguro porque ya había podido congeniar un poco más con Anna. Luego me dió la ropa que, según ella, iba a lavar más tarde, lo cual yo dudaba mucho.

-Muy bien, vamos entonces. -dijo Anna cuando estuvimos totalmente listos.

Nos dirigimos a la entrada de la casa, pero antes de que nosotros la siguiéramos a ella afuera también, nos detuvo y comenzó a apartar nieve del suelo de la entrada. Debajo de esta había otra capa de hielo, pero cuando hubo quitado bastante, ella puso su mano sobre la capa y esta se derritió hasta dejar ver una escalera de caracol que bajaba por un túnel oscuro, todo también hecho de hielo. Verla realizar todas esas cosas me recordaba las típicas películas de aventura en las cuales un arqueólogo, mientras excava se encuentra con cuevas y pasadizos subterráneos de miles de años atrás. Aunque también he de admitir, que aunque me pareció increíble al principio, ya me estaba cansando de ver todo hecho con hielo.

Cuando el hueco fue suficientemente grande para una persona promedio, Anna nos indicó que bajaramos tras ella, y nosotros, tras dirigirnos una mirada dubitativa, la seguimos.

En la bajada, cuando estaba a punto de volverse totalmente oscuro, comenzó a verse una luz que venía desde abajo. No caminamos mucho, pero la terminé sintiendo la bajada bastante larga porque tenía que concentrarme bien en cada paso que daba para no resbalar y caer.

Cuando llegamos al final, me sorprendió ver que la luz venía de una pequeña esfera blanca que flotaba a unos dos metros del suelo, pegada al centro del techo de la pequeña habitación (de hielo, claramente, como no). No era muy grande, más que habitación parecía del tamaño de un baño. Lo único que parecía llamar la atención del lugar (aparte de la esfera, a la cual Murmel pareció llamarle mucho la atención, ya que estuvo girando alrededor de ella mientras nosotros hablábamos), era el suelo, ya que a diferencia de la pared y el techo, que eran completamente lisos, ésta parecía tener un grabado.

-¿Acaso aquí intentaron invocar demonios o algo por el estilo? -preguntó mi hermana. No puedo negar que ese pensamiento hizo que sintiera el ambiente un poco más frío que antes.

-Tuviste la misma idea que yo la primera vez que lo vi. -rió Anna.- Parece, pero no. Es un círculo de transportación.

El círculo abarcaba todo el espacio del suelo, y estaba hecho como si en el suelo helado hubieran tallado los trazos con un cuchillo. Este estaba formado por tres líneas del lado derecho, y un trazo bastante grueso del izquierdo. Dentro de estas marcas, habían dos cuadros colocados de forma ascendente de izquierda a derecha, y al centro había un pequeño círculo.

Anna se colocó frente al círculo del centro.

-No tengan miedo, no les haré nada malo. -caminamos hacia ella y nos pusimos uno a cada lado.- Ahora bien, les avisó que si no tienen cuidado, la luz podría dañarles los ojos.

Tras agacharse cerró los ojos y respiró hondo. Puso su palma izquierda abierta abajo y su mano, usando sus tres dedos, siendo estos el gordo el índice y el central, en la parte superior. En el momento en el que comenzó a bajarlos haciendo un círculo, los trazos en el suelo comenzaron a iluminarse. Cuando había cambiado de lugar sus manos, las acercó a ella y volvió a colocar ambas palmas abiertas en el aire, pero ahora un poco más juntas, ahora dejando su mano derecha abajo. Los cuadros en el suelo se iluminaron. Tras eso volvió a acercar un poco sus manos, y esta última vez, usando sus dedos índice y central, los colocó aún más cerca entre sí, dejándolas horizontalmente con las manos cruzadas. Así, movió sus dedos, mientras el círculo central se iba iluminando a medida que se movía. Cuando estuvo completamente encendido, Anna colocó sus manos dentro del círculo.

-Recepción Librería. -dijo. En ese momento una forma que no pude identificar porque las manos de Anna no me dejaban ver comenzó a brillar dentro del pequeño círculo. Poco a poco la luz se hizo tan fuerte que tuve que cerrar los ojos. Luego, en un segundo, la luz se apagó y el frío que sentía desapareció.

En el momento que abrí los ojos, sentí como que si a mi yo del interior, se le hubiera ocurrido montar una fiesta y hubiera invitado a tantas personas que mi cabeza se estuviera rebalsando.

-Bueno, -dijo Anna levantándose.- Bienvenidos a la Librería.

Prisión FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora