Cuando abrí los ojos ya no me encontraba en la oscuridad. Estaba acostado y a unos metros sobre mí había una lámpara colgante. La luz estaba bastante opaca, por lo cual no tardé demasiado en acostumbrarme. A mi alrededor no había nada más que cortinas. Me incorporé y casi caigo acostado de nuevo, ya que la vista se me nubló completamente.
En el momento en el que me acostumbré las cortinas se movieron y entró alguien, alguien que hizo que lo primero que hiciera, fuera buscas mis armas.
Parecía un fantasma, completamente negro. Parecía llevar una túnica y una máscara que lo hacía parecer como un doctor en la peste negra. La gran capucha que llevaba puesta le cubría casi toda la máscara, pero se lograban ver los huesos que daban inicio al enorme pico que sobresalía.
Cuando me vio se detuvo un segundo, mirándome de arriba a abajo, luego salió por el mismo lugar donde entró. Estaba algo confundido, pero antes que me pudiera recuperar psicológicamente entró de nuevo.
-¿Cómo te sientes? -preguntó, con una voz que me recordaba a cierto personaje que perdió casi todas sus extremidades y terminó quemado por enfrentarse a su maestro. Me pregunto quién sería...
No lo respondí. Estaba ocupado calmando mis nervios ante su presencia. Tras un momento de silencio pareció sobresaltarse.
-Cierto. -dijo, levantando sus brazos.- Lo lamento.
Tras eso se tiró la capucha hacia atrás y desencajó la máscara para dejarla colgando en su pecho, lo cual mostró una cara que me sorprendió bastante.
Era una mujer con pelo corto y castaño. Su piel era blanca, lo cual era un contraste bastante grande con su ropa.
-Ahora sí. ¿Cómo te sientes? -repitió.
Ahora no le respondí porque estaba perdido en ese extraño acontecimiento que tenía frente a mí. Esperaba que no me hubiera salido baba o algo así. Ella suspiró.
-Bueno, por tu reacción parece que ya estás mejor. -se colocó la máscara y la capucha nuevamente, lo cual hizo que pudiera centrarme nuevamente.- Sígueme, necesito que vengas un segundo. ¿Puedes pararte?
Asentí e intenté ponerme en pie. En ese momento sentí un fuerte dolor en la nuca y la vista se me nubló de nuevo, haciendo que me cayera hacia adelante, pero ella me sostuvo por el hombro. Pestañee y sacudí la cabeza varias veces hasta que recobré la vista y el equilibrio.
-Ya estoy bien. -dije, incorporándome.
Ella asintió y me indicó con la mano que la siguiera. Al salir del cuadrado de cortinas me encontré con un pasillo hecho de las mismas cortinas, el cual a ambos lados se cerraba por cortinas negras. Aparte del apartamento, ese era el lugar con el techo más bajo que había visto en el lugar, y eso que seguía siendo de unos cinco metros.
Caminamos a través de las cortinas y cada una que pasaba yo intentaba ver por los espacios, pero todas las camas que podía ver estaban vacías. Al llegar a la cortina negra me detuvo por un momento y desapareció tras la cortina, aunque reapareció nuevamente unos tres segundos después.
-Ven.
El lugar era una típica recepción de hospital, con sillas y un lugar donde recibir a los que llegan. Lo que me sorprendió fue que justo frente a mí habían dos personas. La primera la reconocí de inmediato, la segunda tarde unos segundos, pero cuando lo hice, por poco me lancé a atarlo. La única razón por lo que no lo hice, fue porque ambos se encontraban de rodillas en el suelo, con la cabeza tan abajo que no podía verles las caras.
-¿Por qué? ¿Lo que me dijiste en un inicio era mentira? ¿Por qué hacer algo así?
-No era mentira. -respondió Mika, aún con la cabeza gacha.- No era la manera que yo quería hacerlo, la verdad es que no estaba completamente segura. Por eso pregunté otra vez al último momento. Como lo dije, era la manera más fácil de liberar tus poderes. De ahora en adelante podrás manejar más habilidades. Entiendo que después de esto no quieras confiar en mí, pero te aseguro que algo tan drástico no lo volveré a hacer.
Me quedé esperando un momento por si decía algo más, pero luego de un momento de no hacerlo, cambié la pregunta a la que más me interesaba.
-¿Quién es él? Imagino que no es quien dijiste, porque si no no estaría aquí de esa manera.
Mika levantó su cabeza, pero no se levantó.
-El es Francis. Es uno de las personas más cercanas a Richard, ya que llegó con nosotros... es decir, con las primeras personas que comenzaron a repoblar este lugar.
-De las... Eso es lo de menos. ¿Por qué me trató de esa manera? ¿Por qué se hizo pasar por alguien tan...? Por un compañero de El Enmascarado.
-Yo le dije que hiciera esas cosas. -respondió Mika.- Yo no podía hacerlo porque ya me conocías, así que le pedí ese favor. Necesitaba que liberaras todo el dolor y el odio que mantenías dentro. Si no lo hacías no ibas a poder liberar los poderes rápido, lo cual es necesario.
No sabía de qué hablaba, pero al recordar lo que había visto antes de levantarme estaba seguro de que si era necesario.
-No se si esto servirá de algo, pero hay una razón por la que lo hice. -dijo Francis, quien se levantó y dió un paso hacia mí.- Cuando Mika me dijo lo que iba a hacer, acepté sólo porque también quiero ayudar a que no te suceda lo que le pasó a tu padre, quien era un muy buen amigo.
-¿Conocías a mi padre? -pregunté, algo atónito.
-Desde mucho antes de que nacieras. -respondió, con mirada triste. Él me ayudó cuando más lo necesitaba, y como no pude hacer nada por él al final, quizás puedo hacerlo por su hijo.
-Si eso es cierto, ¿cómo pudiste decir esas cosas?
-Yo le dije que lo hiciera.
Miré directamente a Mika por un rato, luego a Francis de regreso.
-¿Pueden ayudarme a hacerme más fuerte?
Ambos se miraron, algo confundidos.
-Si. -respondío Mika.
-Entonces continuemos, mañana a la misma hora. -tras decirlo me giré hacia la doctora.- Disculpa, mmm....
-Todos me llaman Micra, como la medida.
-Micra, ¿Puedo continuar con mis entrenamientos sin problemas verdad?
-Claro. -respondió.- Mañana no creo que haya ningún problema, pero hoy sería bueno un descanso.
-Muy bien, gracias.
Cuando comencé a caminar hacia la salida, Mika me llamó. Se levantó y tras ella apareció un pequeño muñeco flotando. Era un Teru Teru Bozu. Yo había comprado uno en uno de nuestros viajes. Era igual que todos, blanco, con una cuerda amarrada al medio para crear la cabeza. Tenía dos ojos negros y a la par de uno tenía dos rayas, parecido a cuando la gente se pasa los dedos por la cara al ir a la guerra.
-Lamento haberlo secuestrado por tanto tiempo, teníamos que hablar un poco.
El muñeco se acercó a mí. No era muy diferente a los otros, color y tamaño, pero cuando se acercó lo suficiente pude notar como tenía un tenue brillo a su alrededor.
-Bienvenido, desaparecido.
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Prisión Fantasma
Novela JuvenilLos poderes son algo peligroso. No puedes vivir con ellos sin huir. Primero ser atacados y luego separados. Darse cuenta que aunque la mayoría de la vida a sido dedicada a entrenar, aún se puede ser muy débil ante los peligros del mundo. Kai está ca...