Los perdedores somos buenos amigos

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Aún después de lo ocurrido, tardé un tiempo más en recuperarme del todo. Caminamos por otro rato más, encontrando otros babuinos por el camino, pero ninguno con collares puestos. Tras haber estado todo ese tiempo perdidos, apareció saltando entre los árboles un tipo que no tenía idea quien era. Cuando nos vio se detuvo y nos dijo, "El tiempo se terminó, regresen a la playa, ahí les dejo el camino." y luego desapareció. No entendí del todo pero me sorprendió que al ver donde señalaba me encontré con una línea amarilla fosforescente que iba hacia nos había indicando. Ale y yo nos volteamos a ver, nos encogimos de hombros y la seguimos. Era como ir en un juego siguiendo la línea guía. Voltee hacia atrás pero no veía rastro de la línea, era como si desapareciera mientras avanzabamos, una guía de un juego barato.

Con la línea guiándonos no tardamos mucho en regresar a la playa. Cuando salimos de entre los árboles nos encontramos con todas las personas que habían entrado antes de que nosotros llegáramos. En realidad no eran muchos, solo unos cuantos grupos con números no muy altos de personas.

No había un promedio de edades, ya que había un hombre que tenía tantas arrugas y canas que era como fusionar el Gran Cañón con el polo norte, bueno, no es como que tuviera canas en las arrugas... Mal ejemplo, pero creo que se entiende. No muy lejos de el viejo, que estaba dormido bajo la sombra de un árbol, estaba un niño que seguramente no pasaba de los diez años. Me preguntaba qué estaba haciendo ahí, aún con un adulto a su lado no parecía un lugar para él.

Nathalia estaba un poco alejada de donde llegamos. A su lado estaban dos personas, una era un hombre que tenía apariencia de mayordomo, alto, blanco y con lentes, usando un saco tan negro como su color de pelo, el cual tenía muy bien peinado hacia atrás. A su lado había una muchacha de más o menos mi edad.

-Ella fue la que te tiró hacia el árbol y casi te mata. -me dijo mi hermana, con la mirada dirigida hacia donde yo estaba viendo.

La chica tenía el pelo rubio, el cual estaba amarrado detrás de su cabeza en una cola de caballo. Sus ojos eran verdes y su piel era blanca, de manera que sus ojos resaltaban bastante. A comparación del mayordomo a su lado era bastante bajita, aunque tenía el presentimiento que era más pequeña que yo también. Vestía unos jeans azul oscuro y una camisa deportiva azul claro con mangas negras.

-¡Oye! -dijo Ale golpeando mi hombro. Te estoy hablando.

-Perdón. -le dije sobando el lugar donde me golpeó.

-Idiota.

-¿Qué?

-Ya estamos todos. -dijo una voz a mi lado. Era la persona que nos había mostrado el camino hacia la playa, quien regresaba con al parecer las últimas personas, las cuales eran dos muchachas más, las cuales parecían gemelas, con el mismo tamaño y color de pelo negro.- Ahora pasaremos a hacer un recuento de los grupos que lograron recuperar los cinco collares. ¿Naty?

-Los primeros en llegar fueron el trió de los amigos cuatro ojos. Llegaron al instante en el cual entró la nueva pareja de hermanos y como no quisieron esperar a los demás ya fueron de vuelta para el almuerzo.

-¿Almuerzo? -murmuré.

-Si, ya es pasado el mediodía, el tiempo parece pasar más rápido dentro del bosque, ¿verdad? Soy Christopher por cierto. Christopher Howard a su servicio.- dijo inclinándose.- Pueden llamarme Chris.

-El segundo en llegar fue Noah, quién también decidió irse. Ya los últimos fueron los Hunt, quienes tomaron los tres collares restantes. -al decir eso señaló a la muchacha con el mayordomo, quienes estaban ignorando lo que decían y caminaban por la orilla hacia la salida.- Como dijimos al inicio, debían esforzarse en conseguir los collares o les caería el castigo. Ahora nos despedimos, nos vemos mañana.

Prisión FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora