Capítulo 1: El comienzo

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"Hace unos años, una gran guerra se dio entre la surgente República, las Hordas del Caos y el Imperio en Suramei. Barek, un bardo perteneciente a las Hordas, abandonó el campo de batalla para consumir el romance que mantenía con Anathiel, una bella elfa campesina de Illiandor. Luego de este episodio, estos dos amantes tuvieron que seguir sus caminos, debido a que Barek corría peligro de ser asesinado por desertor. 

Es así como con el tiempo, Anathiel descubrió que en su vientre yacía el fruto de aquel amor disfrutado con un servidor del mal. Dio a luz y es así como nació Calandria, hija de un soldado infernal y de la magia celestial de los elfos."

Desde su nacimiento, Calandria mostró rasgos iguales a los de su padre, ya que este era humano y poseía un carácter decidido y orgulloso. Creció con el arte de sembrar, cultivar y cosechar frutos como modo de vida, por más que jugara con sus amigos a las luchas y duelos con unas inútiles armas de madera.

Su madre, al ver estas conductas en su hija, decidió llevarla a una academia de combate no muy lejos de su hogar. Era una simple niña cuando entró a la academia, pero con el tiempo aprendió toda clase de técnicas de lucha con la espada y los escudos. A los 18 años, Calandria se graduó en la academia de combate con honores. Anathiel todavía recordaba la historia de su padre, y en su hija veía el fiel reflejo de su antiguo amante. 

Es así como un día, Anathiel creyó que ya era tiempo de contarle a su hija la verdad de su padre.

—Calandria, hija mía, ven aquí un momento que tengo que contarte algo.

—Madre, ¿qué sucede?

—Es momento de contarte quién fue tu padre. Sé que he evadido hablar esto muchas veces, pero creo que ya has crecido lo suficiente para saberlo.

—Pues, bueno, como quieras. La última vez que te he visto hablar de papá te veías muy triste, si quieres, no me cuentes.

—No, yo creo que ya es momento. Tu padre se llama Barek. Te hemos concebido bajo un romance prohibido que tuvimos en el momento de la Gran Guerra de Suramei. Él era parte de las Hordas del Caos, era un gran luchador, pero en el momento de la guerra, él escapó para estar conmigo. Después de estar conmigo, tuvo que huir porque sus comandantes lo buscaban por convertirse en desertor. ¿Recuerdas cuando te vi jugar con tus amigos a las luchas cuando eras niña? Es ahí cuando decidí llevarte a la academia, para que desarrolles tus habilidades en la batalla como lo ha hecho tu padre. Posees talentos y características de él tan notables que se me hizo imposible seguir ocultándote esto. 

—La verdad, madre, es que esto me deja perpleja. ¿O sea que mi padre fue un servidor de Mhorkvel? ¡Maldición, me hubieras dicho antes! Me resulta muy deshonroso ser hija de un lacayo de la oscuridad.

—Lo siento, hija, de veras. Es que ya eres lo suficientemente grande para entender esto. Quiero que sigas tu camino como tú quieras, por eso es que te he contado esto para que sepas de dónde provienes.

—¿Eso significa que quieres que sirva al demonio? Si es para eso, olvida que lo haga.

—No, nunca he querido eso para ti. Haz lo que tú creas justo.

—Sí, definitivamente eso haré. Me marcho de casa.

—Y, ¿a dónde irás?

—A donde viento y marea me lleven… voy a comenzar a escribir mi propio destino, sin que ningún pasado o futuro lo determinen.

El origen de una guerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora