Capítulo 12: El cambio

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Así fue como los meses pasaron. El viejo bardo y Calandria continuaron con los entrenamientos. De un oso pasó a enfrentarse a ogros, de ogros a medusas y de medusas a demonios. La fuerza de la joven guerrera se focalizaba cada vez más en su inteligencia y agilidad, ahora poseía movimientos fugaces a la hora de combatir a un enemigo.

Como una de las tantas misiones que el elfo drow le asignaba a la muchacha, ella tuvo que recorrer el continente de Oderon de Norte a Sur, de Este a Oeste, para aprender todos los lugares relevantes que hay en ella, sus feroces criaturas y los árboles de las distintas especies. Pero, como desafío, la joven guerrera no debía llevar ningún mapa ni provisiones. Solo su escudo de tortuga y sus nudillos. 

De esta forma, el anciano logró que Calandria se conecte con la naturaleza, como buen bardo. Un bardo comprende y escucha lo que otros no oyen, hasta en la propia naturaleza se esconden secretos inalcanzables para cualquiera que no sea un bardo. “Debes tener la mirada atenta, los oídos bien abiertos y tu respiración relajada. Solo de esa manera lograrás examinar tu ambiente profundamente.” le decía el viejo bardo.

Otra encomienda que tuvo que hacer la muchacha fue estar cara a cara frente a un cíclope con los ojos vendados. El objetivo era esquivar cada ataque que esta criatura diera. Referido a esto, el anciano decía: “Si uno de tus sentidos falla, debes lograr la perfecta coordinación con los otros para evadir el golpe de tu enemigo. El buen bardo conoce a su rival antes de enfrentarse a ella y la gran mayoría de los golpes los esquiva con facilidad.”

El elfo drow sabía lo que le hacía hacer a la joven guerrera. Cada entrenamiento estaba enfocado en un punto distinto, pero todos enfocados hacia el rol del bardo. Casi sin darse cuenta, Calandria ya era un bardo propiamente dicho. Abandonó paulatinamente el arte de la lucha con espadas y escudos pesados, y se convirtió en lo que nunca hubiera podido imaginar. Ahora era definitivamente el fiel reflejo de su padre.

El invierno azotaba cruelmente las tierras de Oderon cuando el entrenamiento de la joven guerrera había finalizado para el viejo bardo. En esta ocasión, se hallaban en el hogar del anciano, ubicado en Ullathorpe. Estaban festejando y regocijándose teniendo un banquete, cuando en un momento la muchacha dijo:

—Estos meses han sido de lo mejor, de veras. He aprendido cosas que no me habían enseñado en la academia de combate a la que asistí siendo pequeña. Creo que he aprendió más de ti que de la academia. 

Lleno de orgullo de Calandria, el anciano respondió:

—No ha sido el vano el trabajo que hemos hecho, jovencita. Ahora tengo la certeza de que estás preparada para cualquier obstáculo que se te presente. No olvides que la esencia de Barek sigue en ti.

—Lo sé. Lo siento cada día más cerca dentro de esta nueva investidura de bardo que con mucha exigencia y valor me has concedido mediante el entrenamiento. Ahora, algo que en todos estos meses no me has dicho fue tu nombre. El día en que quizá encuentre a mi padre podré mencionarte ante él y te recuerde. ¿Cuál es tu nombre?

Nervioso, el viejo bardo no supo que responder y, en un abrir y cerrar de ojos, se esfumó del lugar. Calandria, confundida y sorprendida, buscó fuera del hogar del elfo drow para ver si se había ido por allí. No podía gritar ni llamarlo, ya que le hacía falta saber su nombre para que responda a su llamado.

El origen de una guerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora