Capítulo 26: Tiama bajo ataque

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Luego del incidente del río Dorck, Calandria no volvió a hablar con Rosbeirul Inastir. Sin embargo, cada tanto se lo cruzaba cuando se realizaban reuniones con miembros de la Sagrada Orden, pero siempre que los dos estaban en un mismo lugar al mismo tiempo, ninguno atinaba a mirar al otro. El amor que se tenían se desvaneció, y ahora lo que reinaba entre ellos no era más que una fría indiferencia.

Por el contrario, la relación entre la joven guerrera y Gwemdelyn era cada vez más fuerte. Los entrenamientos de la muchacha habían finalizado y ya era una verdadera luchadora de 15 años. Sin embargo, eso no quitaba que, cada tanto, Calandria y Gwem continúen buscando aventuras, criaturas y bandidos por enfrentar. La aprendiz había crecido y aprendido tanto que Calandria no podía evitar sentirse orgullosa del trabajo que lograron juntas. 

En una ocasión, mientras las dos estaban a la caza de un oso pardo, la joven guerrera escuchó a lo lejos el sonido de un cuerno.

-¿Qué es ese sonido? -preguntó Gwemdelyn.

-Alguien está soplando el cuerno imperial. Eso no es bueno. Debo irme inmediatamente y ponerme al servicio de la Emperatriz -respondió preocupada Calandria.  

-¡Cuidate! -le gritó Gwem a su tutora, a medida que se alejaba cabalgando.

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Al llegar a Banderbill, los ciudadanos y soldados estaban reunidos en la plaza central. Todo estaban inquietos y hablando entre ellos. Nadie sabía qué estaba sucediendo para que alguien tocara el cuerno imperial. Finalmente, Cliara Lakhar se hizo presente junto a un cuerpo de guardaespaldas y algunos miembros de su Corte.

-¡Pueblo mío, escúchenme! -ordenó la Emperatriz. -Tengo malas noticias: Tiama, la ciudad nevada, fue atacada por fuerzas del Inframundo. 

Todos quedaron horrorizados al oír esto. El Inframundo era un plano alternativo, completamente ajeno plano real en el que se encontraba la civilización. Allí viven criaturas horribles y con habilidades desconcidas, capaces de matar con una mirada a cualquier mortal. El Inframundo era gobernado por el gran hechicero Garveloth, antiguo maestro de Mhorkvel, quién tenía tanto poder como para destruir todo un continente.

Algunos de los ciudadanos comenzaron a gritar, atemorizados por la noticia del ataque. El miedo comenzó a propagarse entre la muchedumbre. 

-Es nuestro deber, como aliados de Tiama, ayudar a nuestros amigos en esta batalla. No sabemos cómo resultará ni qué nos aguarda allá, pero es necesario responder como nuestro Imperio lo demanda: siendo leales y valientes ante toda adversidad. ¡Todo soldado de la Sagrada Orden debe alistarse en menos de 20 minutos en las puertas de mi Palacio! -indicó Cliara Lakhar.

Calandria no tardó menos de 10 minutos en buscar su equipo de combate y presentarse ante el Palacio Real. Algunos soldados ya estaban allí esperando, algunos levantaron carpas y tiendas de campaña porque sabían que, antes de partir a Tiama, la Emperatriz y los altos mandos del ejército imperial debían armar una estrategia, lo cual podía llevar varios días. 

La joven guerrera se acomodó con sus pertenencias en un espacio que todavía no estaba ocupado por las cosas y carpas de otros soldados. Para matar el tiempo, buscó algo qué hacer: algunos cadetes estaban jugando a las cartas, otros estaban afilando sus espadas y hachas. También se habían armado pequeños grupos con soldados que estaban entrenando y peleando entre sí para alistarse mejor para la batalla. 

Calandria se dirigió a uno de estos grupos: los soldados estaban en círculo, viendo pelear a dos muchachos sin armas, simplemente con sus puños. La pelea era entretenida de ver, ya que uno de los dos combatientes era un poco torpe y el otro era tuerto, por lo que varios movimientos resultaban graciosos. La joven guerrera se aproximó al círculo y se puso al lado de tres cadetes que estaban gritando y alentando.

El origen de una guerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora