Una vez montada en su caballo, Calandria observó la ruta que debía seguir. Debía dirigirse hacia el sur, sin tomar el camino que llevase al peligroso Bosque Dorck, ni tampoco doblar en el sendero que llevaba a las Minas Thyr. Hacia el Sur tenía que cabalgar, y los carteles le indicarían la ubicación de Nix.
Rumbo a la ciudad sureña del viejo continente, se cruzó con toda clase de criaturas: desde murciélagos y serpientes hasta los más temibles señores de las sombras. De todas formas, esto no alarmó a la muchacha ni a su caballo. Es más, le sorprendió que no se haya asustado y continuara galopando como si nada. “Esto puede ser una ventaja en momentos difíciles en los cuales esté montada a mi caballo.” pensó la joven guerrera.
Finalmente, la muchacha arribó. Observó las altas murallas que resguardaban a la ciudad, comparándolas con las que vio anteriormente en la ciudad de Rinkel. Le pareció extraño que todos los pueblos, exceptuando Ullathorpe, estén amurallados y protegidos fuertemente. Parecía que nadie confiaba en los forasteros, ¿o será que ya nadie confía en nadie?
Se cruzó a algunos habitantes de la ciudad, saludando e investigando sobre Nix y su historia. Descubrió que Nix antes pertenecía al Imperio, pero por la gran gestión que Demedor Falentus ejerció en una de las batallas que la ciudad sureña presenció, se declaró a si misma neutral y ahora el mismo Demedor es el Senescal de Nix. Algo que le llamó la atención a la Calandria fue que Ullathorpe se independizó del Imperio también, pero no había ningún líder o gobernante que tuviera autoridad sobre el pueblo, a comparación de Nix.
También unos guerreros republicanos que estaban hablando en el puerto le contaron a la muchacha sobre las oscuras catacumbas que recorrían por debajo a todo el continente de Oderon. En la ciudad en la que estaba, se podía entrar a las mismas, pero debía enfrentarse a varios enemigos y a unos cuantos orcos y arañas gigantes. Estos mismos guerreros se dirigían a las catacumbas, invitándola a unirse y a batirse a duelo con ellos, pero ella no aceptó. Sabía que esas catacumbas no eran más que largas minas sin yacimientos.
Una vez que dio por sentado que terminó sus exploraciones en Nix, Calandria tomó a su caballo de las riendas y se dirigió a la salida de la ciudad. Pero, algo ocurrió: una campesina, desesperada y al borde del llanto, gritaba por las calles en busca de ayuda.
—¡Alguien que salve a mi hijo de las garras de ese malvado caótico! ¡Por favor, alguien que lo ayude!
La atención de la joven guerrera se concentró únicamente en el pedido de la mujer. Se acercó a la campesina, la calmó con algunas palabras y luego le preguntó:
—Ahora, bien, ¿dónde se encuentra tu hijo?
Balbuceando, la campesina respondió:
—En... en el bosque de Nix… o al menos eso es lo que su compañero vino a informar.
Sin dudarlo un segundo, la muchacha tomó a su caballo por las riendas y galopó velozmente al bosque de Nix, guiada por el mapa que el Trotamundos le dio. Tuvo que atravesar el nauseabundo campamento orco, el cual estaba rodeado de aquellas asquerosas criaturas, jabalíes salvajes y lobos con sed de sangre. El olor que reinaba en ese lugar era espantoso, sin embargo esto no detuvo el paso del caballo de Calandria, por más que ella tuviera que estar protegiendo su olfato de aquel olor hediondo. Al llegar al bosque de Nix, el ambiente desagradable de los orcos había quedado atrás, dejando a la joven guerrera con otra sorpresa. “Mi caballo no reaccionó frente a los zombies o a los señores de las sombras, ni ahora tampoco frente a los orcos y su apestoso olor. Esto es realmente llamativo de parte de esta criatura” pensó.
Al llegar al bosque, la muchacha observó bien a su alrededor todo lo que la rodeaba. Tenía que buscar entre las sombras de los frondosos árboles al hijo de esta campesina. No sabía nada de él, solo que un soldado de las Hordas del Caos estaba atacándolo. Entonces, sabría reconocer mejor al servidor de Mhorkvel que al hijo de la mujer desesperada.
Con la guardia en alto, Calandria recorrió todo el bosque en busca de estos dos. Buscó hasta que finalmente encontró un indicio: un jabalí salvaje estaba herido, con flechas incrustadas en su cuerpo. En su afán de seguir buscando pistas, la muchacha debía seguir rastreando con los pies en el suelo, por eso decidió atar a su caballo a un árbol.
Sin embargo, concentrada en su objetivo de continuar la búsqueda, sintió rozar por su cuello el metal frío de una espada. El portador estaba ejerciendo fuerza, ya que la joven guerrera sintió correr por su espalda su tibia sangre. Ella se quedó totalmente quieta hasta que oyó la voz del que osaba atacarla:
—Pues, mira a quién tenemos aquí… la querida hija del cobarde Barek.
Al oír estas palabras, Calandria se dio vuelta. Un clérigo malvado, de ojos rojizos como el fuego ardiente apuntaba su espada hacia ella mientras con su brazo sostenía violentamente del cuello a un joven cazador. “Este debe ser el hijo de la campesina” pensó la muchacha.
Luego de unos momentos, ella contestó:
—Pues, mira, una rata servidora de Mhorkvel… suelta a ese muchacho antes de que te arrepientas.
—¿Obtendré algo a cambio si le perdono la vida a este ingenuo?
—No puedes jugar con la vida de otros como si fueran marionetas. Eres un ser despreciable y sin corazón, como todos los soldados de las fuerzas caóticas.
El clérigo, luego de lanzar una carcajada malévola, respondió:
—Si entonces no puedo tener la vida de este inútil cazador, me tendré que conformar con la tuya.
Al terminar de decir estas palabras, el malvado clérigo lanzó un conjuro que parecía envolver en llamas a la muchacha. Tras este hechizo, la joven guerrera inmovilizó al clérigo y le dio varios golpes, pero no fueron suficientes ya que el soldado caótico logró deshacerse de la parálisis. Mientras tanto, el cazador miraba la cruenta batalla entre Calandria y el clérigo, pero no podía hacer más ya que no poseía municiones para su arco por haber luchado antes con el corrompido soldado.
Desgraciadamente, el malicioso clérigo dejó malherida a Calandria. Luchó con todas sus fuerzas, pero la joven guerrera estaba perdiendo mucha sangre y las heridas cubrían todo su cuerpo. Cuando parecía ser el final, algo sorprendente sucedió: el caballo de la muchacha vio esta escena violenta, se soltó bruscamente de la soga que lo ataba al árbol e intervino en la batalla, dándole un fuerte golpe con sus patas delanteras al clérigo en la cabeza, que lo dejó tan atónito como herido.
Al ver esto, la joven guerrera aprovechó para levantarse y seguir dándole pelea al soldado del mal. El caballo acorralaba al clérigo contra unos arbustos mientras Calandria se recuperaba y se dirigía hasta donde se encontraban estos dos. Logró apartar a su caballo y acabó con la vida de aquel malvado clérigo con un poderoso conjuro que pareció absorber por completo su oscura alma.
El cazador, quien fue testigo de estos hechos, salió de las sombras para agradecerle a la muchacha por haberlo salvado. Con algunas heridas en su cuerpo, la joven guerrera acompañó al joven a Nix, donde tuvo un feliz reencuentro con su madre luego de haber pasado un horrible momento. El sacerdote de la ciudad la recibió en el templo para realizar las curaciones correspondientes a sus heridas y, luego de ser sanada, el cazador y su madre la esperaban a la salida de la ciudad.
Calandria montó su caballo y trotó lentamente hasta donde se hallaban estos dos. Ya tenía todo listo para irse pero, antes de partir, la madre del cazador le dijo:
—Gracias por haber salvado a mi hijo, jovencita. Debería haber gente como tú en este mundo tan difícil.
Interrumpiendo a su madre, el cazador dijo:
—Fue increíble cuando tu caballo se metió entre tú y el clérigo. De veras, nunca he visto a un caballo actuar de esa manera tan valiente. Por cierto, ¿cómo te llamas?
Calandria sonrió, miró con orgullo a su caballo y respondió:
—Mi nombre es Calandria. Y este caballo lleno de coraje se llama Brigos.
Con gran admiración, el cazador y su madre saludaron a la joven guerrera y la vieron partir de la ciudad de Nix. Esta no sería la única aventura que la muchacha tendría al visitar las ciudades, después de todo, ¿qué sería de una ciudad movida sin gente en problemas?
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El origen de una guerrera
FantasyEn las medievales tierras de Zorthum, una joven elfa llamada Calandria parece llevar una vida normal. Sin embargo, Calandria se enterará que su destino puede estar en riesgo, lo que la llevará a vivir sorprendentes aventuras.