Luego de ver morir a su tutora, Gwemdelyn la llevó cargándola en sus brazos hasta donde estaba Rheus. Apenas la vio, el paladín corrió hacia la muchacha, y al ver el cuerpo de Calandria, los dos se echaron a llorar desconsoladamente. La joven guerrera no solo se había sacrificado para que Sakara no matara a Rheus en Tiama, sino que también pagó con su vida por los errores de su padre.
Fue así que los dos decidieron regresar al plano real con el cádaver, y darle un entierro propicio. Rheus, al ver todas las desgracias por las que Calandria atravesó siendo soldada imperial, pensó que lo mejor sería no velar a la joven guerrera con las tradiciones imperiales. En cambio, Gwemdelyn propuso que Calandria sea enterrada en la ciudad que alguna vez consideró irse a vivir una vez que su vida de aventuras terminara: Lindos.
Así fue que el paladín y la jovencita convocaron a las personas que habían tenido alguna relación con Calandria: ellos dos, su madre Anathiel, el carpintero Eranthir y el Trotamundos. Eran pocos y la ceremonia funeraria era pequeña, pero Gwem estaba segura de que su tutora nunca hubiera querido un entierro multitudinario, con miles de flores y coronas.
A medida que el cuerpo de la joven guerrera era sepultado por los funebreros, todos lloraban y miraban partir para siempre a Calandria. Rheus abrazó a Gwem. Ella, con una mano en el hombro del paladín, y con la otra sosteniendo el collar de su tutora contra su pecho, juró que durante el resto de su vida, se dedicaría a vivir de tal manera que Calandria se sintiera orgullosa, por más incierto que fuera su futuro en ese instante.
ESTÁS LEYENDO
El origen de una guerrera
FantasyEn las medievales tierras de Zorthum, una joven elfa llamada Calandria parece llevar una vida normal. Sin embargo, Calandria se enterará que su destino puede estar en riesgo, lo que la llevará a vivir sorprendentes aventuras.