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||Pequeña fierecilla

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||Pequeña fierecilla.||

El día del noveno día del nombre de Rose, el príncipe Joffrey entró en los aposentos de su prima sin molestarse en tocar la puerta y sin detenerse a pensar en el regaño que le darían si lo descubrían ahí, pero todo estaba fríamente calculado, su padre y su madre dormían, Tommen nunca se despertaría a esa hora, Ser Jaime no podía abandonar su puesto junto al rey y su abuelo aún no llegaba de la Roca.
Rose aún dormía así que Joffrey se acercó y sentó lentamente en la cama, para después comenzar a cantar.

¿Y quién sois vos, dijo el altivo Lord,

Que tan bajo inclinarme debo?

Solo un gato de distinto pelo,

Es toda la verdad que entiendo

En pelo de oro o pelo de rojo,

Garras aún tiene un león.

Y las tengo largas y filosas, mi Lord

Como largas y filosas vos

Y así habló, y así habló

El Lord de Castamere...

De a poco, Rose abrió los ojos.

-¿Joff?- preguntó al verlo.

-Feliz día del nombre fierecilla- le sonrió entregándole un regalo.

Rose se sentó junto a él para observar lo que había dejado en su regazo y se sorprendió al ver una pequeña fiera, una pantera negra de ojos mieles.

-¡Dioses! ¿Cómo la conseguiste?- preguntó sin dejar de observarla.

-Soy el príncipe de los siete reinos, preciosa- le guiñó. Rose se abalanzó sobre él para llenarle el rostro de tiernos e inocentes besos.

-Te amo tanto- murmuró, incumpliendo una de las reglas que le había puesto su padre a los seis años, sin saber que eso le daba un poco de esperanza al príncipe de Poniente.

-También te amo fierecilla- besó su frente, aunque quería besar sus labios no se atrevería, no con el Matarreyes y Tywin Lannister cerca-. ¿Cómo la llamaras?

-Shadow.

-¿Sombra?

-Sí. Le enseñaré a seguirme por todos lados, la enseñaré a obedecerme en todo momento y atacar cuando alguien me amenace. La enseñaré a ser mi sombra.

-Bien. Mandaré a hacer un collar para ella, con su nombre escrito.

Llamaron a la puerta, tres suaves toques. Joffrey y Rose se observaron abriendo sus ojos, si era Jaime probablemente ambos estarían muertos, más Joffrey que Rose.

-¿Puedo pasar pequeña leoncita?- escucharon la voz de Cersei y ambos respiraron con tranquilidad.

-Por supuesto majestad- dijo la niña.

La puerta se abrió dejando ver a la reina de Poniente de la mano del pequeño y regordete príncipe Tommen de cuatro años.

-Buenos días- sonrió dándole una mirada a su hijo mayor. Caminó hasta la cama y se sentó en medio del rubio y la castaña con Tommen en sus piernas-. Feliz día del nombre leoncita- besó la frente de su sobrina-. Tengo algo para ti- Tommen observó a su madre frunciendo el ceño-. Quiero decir, tenemos algo para ti- Cersei y Rose rieron.

Tommen se puso de pie en la cama, detrás de Rose, y con ayuda de su madre le colocó un fino collar de oro con un hermoso león, igual al de Cersei y Myrcella. Rose se preguntó si algún día le regalarían algo que no fuera de oro.

-¡Es hermoso tía Cersei!- exclamó observando el dije del collar-. Es como el tuyo.

-Eres una mujer Lannister, Rose, incluso más que yo o Myrcella. Mereces tener uno.

-¡Gracias!- abrazó cortamente a su reina, a su tía-. Gracias Tommen- observó al pequeño con adoración antes de cargarlo y hacerle suaves cosquillas.

-Nos agrada que te guste- sonrió Cersei-. Vamos niños, dejemos que nuestra pequeña leona se arregle para celebrar su día.

Ese día había sido increíble, incluso Robert parecía estar de buen humor, algo completamente extraño ya que no soportaba ver el color de los ojos de la niña, tan característicos de la antigua Valyria. Jon, Lysa y Robert Arryn festejaban con ellos.

-Rose... ¿qué te parece el norte?- preguntó el rey Robert haciendo que el silencio se extendiera por todo el comedor.

Jaime observó a su hermana sin comprender.

-Me parece un lugar bastante... Misterioso, mi Rey. Me parece que tiene muchos secretos y me encantaría descubrirlos, explorarlo completamente, conocer sus historias y creencias, sus bosques y cada uno de sus rincones- divagó.

-¿Y qué piensas de Altojardín?

- Preferiría ir a Campoestrella- los Lannister mayores palidecieron al escucharla-. Me parece que en Altojardín no estaría bien. No soy una delicada rosa.

-Eso no dice tu nombre.

-No soy una rosa, al menos no una sin espinas, sin embargo, me considero más una leona, su alteza.

-Joffrey tiene razón- Robert rió-. Eres una pequeña fierecilla.

Todos en la sala rieron junto al rey a excepción de Jaime, quien observaba a su hijo mayor.

-¿Qué te parecen los hombres del norte?

-Bueno...- sonrió con picardía. Cersei sonrió orgullosa-. Tengo entendido que no solo los Lannister nacen con gracia y belleza.

Robert rió nuevamente antes de tomar un largo trago de su vino.

-Altojardín, Loras Tyrell- ahora todos sabían lo que tramaba el rey-. Invernalia, Robb Stark... Uno de ellos será tu esposo.

-¡¿Qué?!- exclamó Jaime poniéndose de pie. Tyrion hizo que se sentara nuevamente.

-Con todo respeto majestad... ¿eso no es una decisión que le corresponde tomar al padre de la niña?- preguntó Tywin.

-Soy el Rey y protector de los siete reinos. Todos están bajo mis órdenes y protección. La niña solo debe escoger- dijo Robert.

Joffrey se levantó molesto y salió del comedor seguido de Jaime.

-Sabes lo que dicen de ese Tyrell- murmuró Tyrion observando a Robert con ira mal contenida en sus ojos.

-Entonces será mejor que escoja al pequeño Stark.

Dos lunas después había conocido a Loras Tyrell, decían que sería un gran caballero, además de ser un gran amante de las flores. Loras era un muchacho bastante atractivo.
Joffrey pidió que Rose fuera una especie de dama de compañía para él, que lo ayudara a escoger su ropa y lo escuchara en todo momento.
Rose había sangrado poco después de su décimo primer día del nombre, no había durado más de tres días pero fue tormentoso y doloroso. Y luego de su día del nombre número dieciséis, el rey, la reina, los príncipes, la princesa, el Matarreyes, su hija y Shadow partieron a Invernalia, Jon Arryn había muerto.
Rose ya había decidido, no conocía al Stark, pero se casaría con él.

||Of Ice and Fire.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora